Nadín Ospina: «Sin las mujeres en mi vida, yo creo que habría muerto, se lo aseguro»
El artista colombiano regresa a la Region con dos exposiciones en Murcia, en la Cárcel Vieja y en la galería T20, que se inauguran este jueves
Un lobo –ni el de Caperucita ni el del napolitano Mariano Nani– y un elefante se abren paso en un espacio onírico, donde habitan planetas, ... soledad y la total incertidumbre, en la pieza de videoarte 'Migración cósmica' (2022). Ahora, sin embargo, son dos lobos, negros, poderosos, los que rodean con sus aullidos el imponente Empire State en la obra –realizada en impresión 3D en plástico– 'Empire State y lobos negros' (2022), que forma parte de la exposición 'La persistencia del deseo', una de las dos muestras con las que el artista colombiano Nadín Ospina (Bogotá, 1960), regresa a la Región de Murcia, donde ya expuso, en el marco de La Mar de Músicas de Cartagena, en 2017.
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Inteligencia, sentido del humor, exploración de la cultura popular, alucine y crítica a toda violencia y deshumanización se dan cita, en Murcia, tanto en 'La persistencia del deseo', que podrá visitarse en el municipal Centro de Cultura Contemporánea Cárcel Vieja, hasta el 5 de octubre, como en la galería T20, donde la muestra 'Éxtasis' permanecerá hasta el 20 de septiembre. Ambas exposiciones, la pública –a las 19.00 horas– y la privada –a las 21.00 horas–, se inauguran este jueves; sus comisarios son los galeristas y gestores culturales Carolina Parra y Nacho Ruiz. En 'Éxtasis', el repertorio de cabezas de bronce pintado que nos desafían ha tenido como modelo a Mariana, hija de Ospina, cuya obra se beneficia de su soltura en el manejo de la pintura, la escultura, las instalaciones y el uso de las más punteras tecnologías. En Cartagena, en su día, expuso una de sus simpáticas figuras aerostáticas, de nueve metros de altura, con las que recorrió medio mundo.
–El lobo.
–Se le asocia con la sagacidad, con la ferocidad. Todos los animales que aparecen en mis obras lo hacen cargados de significados, no son un adorno. Creo que el lobo es el animal con el que más me identifico, y cuya aparición más he reiterado.
–¿Por qué?
–Es muy seductor, y es el animal en el que se transforma el hombre cuando fantasea con transmutarse en una animal. El hombre lobo nos atrae y nos perturba. La idea de transmutarse en un animal también es una constante en las experiencias psicotrópicas que se dan en el Amazonas, en esas ceremonias indígenas en las que las personas que se suman al ritual adquieren las características de un animal.
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–¿Usted ha tenido esa vivencia?
–Sí, a través del consumo de la ayahuasca y de hongos.
–¿A qué se refiere con el título 'La persistencia del deseo'?
–No es ajeno al universo freudiano. El deseo es un potente motor de la Humanidad, para bien y para mal. Deseo de conocer, de explorar, de experimentar. Ese deseo nos ha llevado, por ejemplo, al increíble avance tecnológico al que hemos llegado; pero, al mismo tiempo, no está nada claro que este logro humano no nos conduzca también a la catástrofe. Por otro lado, el deseo es una pulsión animal que tiene que ver con la reproducción. La naturaleza se abre camino en toda circunstancia, el hombre choca en muchas ocasiones con sus deseos más persistentes y se tiene que confrontar con ellos. Es una lucha muy interesante.
–¿Qué deseo tiene en su caso mayor protagonismo?
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–El deseo de vivir, de estar vivo. Primero, porque me he encontrado con la muerte de cerca en varias ocasiones y circunstancias distintas, y sé lo que se siente cuando crees que la vida se te escapa pero logras retenerla. Ese renacer, como el de los uróboros [el dragón que se muerde la cola], también está presente en 'Éxtasis'. Es una representación mitológica del eterno retorno. Y, segundo, porque creo que vivir en Colombia nos hace que apreciamos más el empezar de nuevo cada día. Se nos acrecienta el sentido de la resiliencia. En Colombia, las circunstancias de peligrosidad, la violencia y el temor a la muerte son una constante. Yo me levanto todos los días agradeciendo estar vivo; y ese deseo es el más persistente.
«Hice el ofrecimiento [al Ayuntamiento de Murcia] de ceder gratuitamente la autoría de la obra 'La fuente de los sueño' para que pudiese disfrutarse [una vez fundida en hierro] en un espacio público de la ciudad como un gesto de gratitud por mi parte»
–¿Qué le interesa del éxtasis?
–La parte que tiene que ver con desdoblamiento de la personalidad, el desdoblamiento onírico y el que provoca el éxtasis psicotrópico, esa experiencia vinculada a las comunidades indígenas.
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–¿Por qué siente debilidad por su escultura 'Alétheia (La fuente de los sueños)', expuesta en la Cárcel Vieja?
–Muestra a una chica rodeada de perros. En muchos lugares del mundo se han puesto de moda los paseadores de perros, y muchos de ellos son chicas. Paseadoras de perros y, al mismo tiempo, desgraciadamente, víctimas de esos hombres a los que se les llama perros, por necios, esos necios que persiguen a las mujeres, esos hombres furiosos. Lamentablemente, la mujer tiene que seguir soportando hoy esa violencia atávica que se ejerce sobre ella. Mi sueño es que algún día cese esa violencia. Está un poco inspirada en las tablas [del siglo XV] que recogen las 'Escenas de la historia de Nastagio degli Onesti', de Sandro Botticelli [que pueden contemplarse, con sus perros violentos, en el Museo del Prado]. Es una pieza que siempre me he imaginado en un espacio público, y algunos de los que he visto en Murcia me han parecido idóneos. [El martes] hice el ofrecimiento [al Ayuntamiento de Murcia] de ceder gratuitamente la autoría de la obra para que pudiese disfrutarse [una vez fundida en hierro] aquí como un gesto de gratitud por mi parte. Me haría muy feliz.
Imposiciones
–¿Lo es con frecuencia?
–Sé que disfruto de una vida privilegiada, y puedo decir muy satisfecho que siempre he vivido rodeado de mujeres que me dan una tranquilidad maravillosa. Mi esposa fantástica [Elvia Mejía], que está aquí conmigo, es como un oasis en mitad, por ejemplo, de esa violencia incesante que llevamos viviendo en Colombia desde hace 50 años. Una preocupación dolorosa a la que sumo otras, como la tragedia del cambio climático y de las guerras que no cesan. Sin las mujeres en mi vida, yo creo que habría muerto, se lo aseguro.
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–¿Y eso?
–Por la la necedad, por circunstancias un poco alteradas de conciencia, por los tiempos oscuros [sonríe].
–¿Qué suele suceder con sus obras?
–A primera vista, pudiera parecer que mis obras tienen un carácter amable, pero cuando llevas a cabo una segunda lectura descubres que te está contando una historia que no es tan grata, porque te están hablando, precisamente, por ejemplo, de la violencia y de los serios problemas a los que se enfrenta el planeta. También hablan las obras de las imposiciones religiosas, económicas y políticas que intentan controlar a la población.
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