Madbel: «El odio se combate sacando la mejor versión de uno mismo, predicando con el ejemplo a diario»
Conversaciones de invierno ·
«La buena vida es, siendo vulgar, dejarse de mierdas; quitarse piedras de la mochila y centrarse en lo importante»El sol del invierno murciano besando las mejillas y combinado con una caña y una marinera en la terraza del Café Bar Gran Vía, en ... el Paseo Alfonso X, podría ser suficiente para conocer el significado de la buena vida. Pero la definición amplía sus fronteras cuando aparece entre el gentío la reparadora e inmensa sonrisa de Madbel, que hace de faro con luz de color rojo carmesí, a juego con el gorro y la chaqueta. Es una de las artistas emergentes más luminosas de la escena murciana desde que se decidió a crear su propia música, allá por la pandemia. Madbel (Almería, 1993) sigue pisando fuerte en un año que promete ser tan «increíble» -o más- que 2024. Su segundo disco está saliendo del horno. Y esta músico, cantante y compositora, que también es Dj y profesora de piano, sigue en la constante búsqueda de su mejor «versión». Dos cervezas, por favor. Para ella sin alcohol. «Que luego tengo que dar clase», subraya responsable. Pero siempre sonriendo.
Madbel ha viajado esta semana a Madrid para perfilar la portada de su segundo álbum, 'La buena vida', que empezará a ver la luz el próximo marzo en la Sala REM.
- ¿Por qué Murcia?
- Por mis padres. Ellos son violinistas y habían estudiado aquí. En Almería no había conservatorio profesional. Siempre me hablaron de Murcia. Decidí dedicarme a la música y quise venirme. Yo empecé a estudiar Psicología pero lo dejé al segundo año. Igual que el Bachillerato, la carrera fue algo que yo hice por cumplir con las expectativas de tener un trabajo estable, que me diera estabilidad. Y al final me di cuenta de que lo más importante era lo que latía dentro de mí. Desde muy chiquitita, tuve la suerte de que mis padres me dieran nociones de música. Pero en casa del herrero cuchara de palo. No sé si por la realidad que ellos habían vivido, por lo difícil que puede ser este camino, ellos me decían que tuviera algo a lo que agarrarme al margen de la música. Eso en un primer momento, aunque ahora me apoyan al 100%. Al principio era un poco 'panic at the disco' (risas).
- La música de la infancia, con padres violinistas...
- Mucha música clásica. Pero a mis padres también les gustaban mucho Pink Floyd, Queen, y tal, y gracias a eso descubrí que había otro mundo. Aunque, al principio, para mí lo moderno era el jazz.
- Una lección.
- Hubo una cosa que me dijo mi padre que se me ha quedado grabada para siempre. Yo sacaba muy buenas notas, era muy joven, iba a cursos y tenía un aire de soberbia, lo tenía muy subidito. Y me dijo: «Si te cortan las manos, ¿quién eres?».
- ¿Qué le dio Murcia?
- Me gustó mucho el conservatorio y sus profesores. Tenía 18 años, me estaba formando y toda la esfera cultural también me estimulaba muchísimo. A nivel personal, me dio la capacidad de desarrollarme, de descubrir la persona que soy. Me vine sola, a mi pisito en la plaza Actor Cecilio Pineda, donde cabíamos mi gato y yo y poco más. Murcia me ha dado mi independencia.
- Y cambiar tomates por limones.
- Odio el tomate. No puedo con ese alimento. No puedo con la textura. Cada uno tiene sus manías. El limón me encanta, solo me falta echármelo de maquillaje (risas).
- Más que el tomate, ¿qué odia?
- La mala educación, la insensibilidad. O, mejor dicho, la crueldad. La falta de educación lleva implícita en muchas ocasiones una crueldad y una falta de empatía que es lo que realmente me molesta.
- Malos tiempos para la empatía.
- Sí. Hay muchísima polarización. Uno de los problemas que tiene esta sociedad es que intentamos etiquetarlo todo, que estamos eligiendo bandos constantemente, hasta para comer. Parece que todo tiene un componente implícito en el que hay que pedir perdón o explicar por qué haces ciertas cosas. La vida sería más sencilla si nos respetáramos, y estuviéramos en paz con nosotros mismos.
- Usted también recibe odio. «Pégate un tiro», le dijeron el otro día en Instagram.
- Eso lo veo desde el humor y la compasión. Pero siempre te choca. Cuando actué en 'Factor X' [el programa de Telecinco donde Madbel interpretó su deliciosa 'Hamburguesa'] sí borré muchos comentarios de odio. Estaba 15 kilos por encima de mi peso, y la gente en plan: 'cómo no va a querer una hamburguesa, si está hecha una vaca'. Los borré porque no quería tener eso en mi 'feed', ni alimentarlo. Una persona que tiene un mundo interior, y que tiene un objetivo de vida, no pierde un segundo en hacerse un perfil para soltar odio.
- ¿Cómo se lucha contra el odio?
- Hay una frase que suena a libro de autoayuda barato, pero me gusta mucho, y es: 'sé el cambio que quieres ver en el mundo'. Yo no voy a explicarle a nadie cómo tiene que vivir su vida, ni a ser la psicóloga de nadie si no me ha contratado...
- Y sin haber acabado Psicología.
- Correcto (risas). Pero sí creo que lo mejor que podemos hacer es predicar con el ejemplo a diario. Tratar de no fomentarlo en el día a día. Nosotros somos influyentes en la vida de ciertas personas, igual que algunas personas influyen en nuestras vidas. Sacar la mejor versión de uno mismo ante la ofensa y dar otra perspectiva y otro enfoque para que esa persona reflexione. Y apartarse. Eso es lo mejor que uno puede hacer ante personas que la mayoría de las veces lo único que quieren hacer es desfogarse y soltar toda su mierda.
- Televisiones y festivales nacionales, concursos ganados... ¿2024 fue llegar y besar el santo?
- Sí, ha sido muy guay. He tenido un poco la visión de túnel. Lo estoy reflexionando de pasada. Me acuerdo en 'Factor X', que fue la primera actuación así importante que tuve, sabiendo que había mucha gente viéndolo, y me supuso un reto muy grande. Justo antes de salir había una psicóloga que me preguntaba si estaba bien, y yo contestaba con automatismos. Bastante tenía con respirar y no cagarme encima (risas). Muchas veces no he sido consciente de las cosas que han pasado hasta el paso de varias semanas. También ha habido un componente de azar, porque hay gente con proyectos muy chulos, mucho más que el mío, seguro. Y que me estén pasando estas cosas a mí es algo que solo puedo devolver con muchísima gratitud.
- ¿Azar?
- Es un cúmulo de muchas cosas. El azar no tiene ningún sentido si no hay un trabajo detrás, y también de la mano de un posible talento. No me gusta hablar de si tengo talento o no, me da hasta vergüenza. Sé que tengo cosas que merecen la pena. Y lo que sí puedo asegurar es que tengo mucho trabajo detrás. Pero hay cosas que se escapan al trabajo y al talento de un artista, y es que se dé la casualidad de estar en el momento en el que alguien te vea o te oiga, y que le parezcas interesante. Ahí sí que entra el componente del azar, pero ese azar no tiene sentido si no tiene todo el trabajo previo que yo tengo detrás. Todo el día ganándome las latitas de comida de mis gatos (risas). ¡Que son muy caras!
Madbel -(Maribel Andújar Ramírez) también conocida como 'Maribitch' por uno de los temas más bailongos de su primer disco-, es una apasionada de los animales y, en concreto, de los gatos. «Podría tener una granja, rodeada de pollos y vacas». De momento tiene bastante, en su casa de alquiler junto al teatro Romea, con sus dos mininos. Uno se llama 'Chumi', por Robert Schumman, y el otro es 'Wolfie', por el apodo de Wolfgang Amadeus Mozart. Ni una sola puntada sin hilo (musical). Son dos, pero durante unos días fueron tres, después de rescatar un «minigato» atrapado en el motor de un coche. Casi no llega a tiempo a su concierto de aquella noche. «Al final se lo quedó un técnico de sonido», apunta.
- Y varios kilos menos después, ¿hablamos del gimnasio?
- Yo no había pisado un gimnasio en mi vida. Siempre cuento que yo estuve pagando un gimnasio durante dos años, y solo fui el primer día, toda motivada yo. Me vine muy arriba y al día siguiente no podía ni moverme. Era un 'madelman'. Lo dejé una semana, otra semana, y así dos años. Hasta me felicitaban el cumpleaños. No volví por vergüenza. Pero pusieron uno debajo de mi casa, y me lo volví a proponer. Si no iba a este, ya me tenía que cambiar de barrio (risas). Y este parece que ha cuajado.
- Dígame cómo.
- Ha ido en cadena con otras decisiones, también con las ganas de ver la mejor versión de mí. No me sentía bien como estaba. Con una vida sedentaria, con hábitos y rutinas que no me hacían bien. No hacía falta mirarme al espejo. Aunque fuera ciega, mi sensación interna también era nefasta. Así que me puse a tope. Y empecé a comprar en el mercado, a comer más sano, y a hacer ejercicio. Ser capaz de comprometerme con cosas que antes me parecían imposibles, la capacidad de sacrificio y cuidarme a mí misma, me está haciendo mucho bien. En lo personal y en lo profesional. La Maribel de hace cinco años nunca se hubiera imaginado así. Me pasa igual que me pasó con el disco.
Adiós, Mickey Mouse
- ¿Qué pasó?
- Nunca pensé que tendría la voluntad y la confianza en mí misma de poder hacerlo. Todo lo que me ha pasado este año lo veo reflejado en mi persona. He ganado mucha confianza. Cuando escribí 'Hamburguesa' no pensaba que fuera capaz de desfogarme así. Decir: 'me cae bien la persona que ha escrito eso'. Ver que soy capaz de ser más directa. Ser consciente de la fuerza que puedo llegar a tener. Sorprenderme con mi forma de ser en aspectos que no había investigado hasta ahora. Empecé a caerme mejor. Desde que soy la 'Maribitch' ya no hablo como pidiendo perdón, con la voz de Mickey Mouse. He ganado seguridad. Es una de las grandes cosas que me ha dado 2024. Otra de las cosas que le ha dado sentido a todo esto, que me parece mágico, es poder influir en otras personas o poder transmitir con lo que haces. Que una persona me haya escrito para decirme que he podido alegrarle un día de mierda, o que ha desconectado con lo que yo he hecho, me parece la hostia. Dejar algo que pueda servir a esta generación, o a las que vengan. Ahí está mi empeño y mi objetivo vital.
Hablamos de su nuevo disco, 'La buena vida', título que incita irremediablemente a pedir otras dos cañas. Y ensaladilla de marisco también, por favor.
- Pero la buena vida, ¿qué es?
- Pues conseguir la paz interior, no tener que estar pensando en alcanzar la buena vida. Siendo vulgar, dejarse de mierdas (risas). Quitarse piedras de la mochila. Dejar de centrarse en expectativas que no tienen peso, y centrarse en lo importante. Conectar con el amor de los tuyos. Con algo tan sencillo como pasar una tarde con tu abuela. Valorar otras cosas más sencillas. Tener en cuenta que la buena vida es otra cosa que quizá no se puede comprar con dinero. Y a veces hay que cagarla para darse cuenta.
- Amor. Ahora tocaría hablar de Jorge Guirao [exguitarrista de Second], compañero de profesión y de vida.
- Fue un flechazo total. Yo venía de Almería y no sabía lo que era Second. Luego supe que era un grupo relevante, sin profundizar demasiado. Coincidimos en una reunión de amigos. A veces puedo tener fobia social, y me escondo como un gato. Yo me fui a una habitación a tocar el piano, y de repente apareció un chico moreno, guapísimo. Sin mediar palabra, cogió una guitarra que había allí y se puso a tocar conmigo. Yo seguí tocando porque no quería romper la magia, y entonces empezó a llegar gente a la habitación porque, ¡oh!, estaba tocando la guitarra Jorge de Second. Me marché. Lo que pasó después es que Jorge le preguntó a Raúl [de Lara, exproductor, amigo común] por mí, y ya coincidimos en algunas fiestas más. Y Raúl nos hizo un poco de Celestina. Como dos adolescentes. Que si le gustas a Jorge, que si él me gusta a mí... Y surgió el amor. A mí lo que me cautivó de Jorge es el corazón que tiene. Eso es lo que más valoro de las personas que tienen que estar en mi vida. Jorge es un gran músico, claro. Pero yo le admiro también y sobre todo como persona. Yo estoy segura de que soy mejor persona desde que estoy con él. Es muy auténtico, y te habla desde la pureza. Yo soy puro nervio y a veces me vengo muy arriba, y él es la persona que me baja a la tierra y me hace ver las cosas desde otra perspectiva y tener más empatía con las cosas que me rodean. Es el amor de mi vida. Una de esas personas que no creo que se queden indiferente en la vida de quienes le rodean. ¡Le amo!
-Su 'Tarara' fue un homenaje precioso a su madre y su abuela. ¿Le llama la maternidad, ser madre?
- No, no especialmente. Le podría dar muchas razones. No tengo el reloj biológico activado. Mi bebé para mí es la vida que estoy construyendo ahora. Y mis gatitos. Tener nenes porque sí sería un error.
- Miedo, ¿a qué le tiene?
- (Piensa) A convertirme en un monstruo, creo. Nunca me había hecho esa pregunta. Como siempre me hago la fuerte, no lo había pensado. Si algo me da miedo de verdad, supongo que es levantarme un día y darme cuenta de que me he convertido en una mierda de persona, en una versión de mí misma que no quiero ser.
- Un propósito.
- Saber soltar un poco más aquello que me ha hecho daño en la vida. Saber lidiar con el rencor y dejar espacio a las cosas buenas, a las cosas que de verdad aportan. A la buena vida.
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