Paul Banks, cantante y guitarrista de Interpol, durante su concierto en Murcia. I.R.

Interpol exorciza en Murcia los fantasmas de la pandemia

Los abanderados del revival post-punk de inicios de siglo actúan por primera vez en la capital de la Región con las entradas agotadas

Sábado, 25 de febrero 2023, 07:44

Muy buen sabor de boca debió dejarle a Interpol su muy celebrado concierto del pasado junio en Barcelona, englobado dentro del ciclo 'Primavera a la ... Ciutat', una iniciativa organizada por el festival Primavera Sound para dinamizar la actividad en las salas tras los estragos sufridos durante la pandemia. El proyecto, que ofreció la rara oportunidad de disfrutar de bandas consagradas en recintos pequeños, fue todo un éxito y permitió reencontrarse con la mejor versión de los neoyorquinos, cuya sobriedad funciona mejor en las distancias cortas.

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Menos de un año después, Interpol cambia los grandes festivales por una amplia e insólita gira nacional que este viernes recaló en la Sala Mamba! de Murcia. Todo un acontecimiento musical que antaño se habría antojado impensable pero que, tras agotar entradas en 24 horas, vuelve a confirmar a la ciudad como una de las paradas a tener más en cuenta por las promotoras.

La responsabilidad de abrir la noche fue del inclasificable dúo Water From Your Eyes, que desconcertó con una actuación marciana y desconcertante. Su música, una combinación de guitarras psicodélicas, electrónica pregrabada y voces más recitadas que cantadas, puede resultar incluso simpática en un festival a las cinco de la mañana, cuando los cerebros están necesitados de una sobrecarga sensorial para aguantar hasta el amanecer, pero no fue buen maridaje para Interpol.

Los clásicos de la banda brillaron en un concierto donde el material nuevo no terminó de cuajar

La estridencia de los teloneros resaltó aún más la elegancia de la banda principal cuando, después de 45 interminables minutos, sus componentes irrumpieron en el escenario. Lo hicieron enfundados en trajes de luto y arropados por el suave piano con el que arranca 'Toni', la canción que abre su último disco, 'The other side of make-believe'. Es probablemente la mejor pieza de un trabajo árido, gestado en pleno confinamiento y en el que cristalizan los sentimientos de aislamiento y soledad que afloraron durante la crisis sanitaria del coronavirus.

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Bastante menos agraciada resultó la machacona 'Mr. Credit', otra nueva incorporación, que tuvo que presentarse envuelta entre tres clásicos de 'Antics' para resultar digerible. No obstante, fue una hermosísima 'Pioneer to the Falls' la encargada de subir el listón, inundando la sala con una emotividad que dejó sin respiración al público, no fuera a romperse el embrujo. También brilló con luz propia una juguetona versión de 'Obstacle 1', actualizada con unos cambios de tempo que le dieron un aire más fresco.

El subidón se interrumpió con 'Fables', la tercera de las cuatro representantes del último disco, confirmación definitiva de que las nuevas canciones no terminan de encontrar su lugar dentro del repertorio. Y es que, a pesar de intentar llevar el sonido de Interpol a nuevas cotas de madurez, el resultado carece de la brillantez presente en sus dos primeros trabajos, que acapararon más de la mitad del repertorio de la noche y también los aplausos más calurosos.

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Si las preferencias del público por el material antiguo fueron evidentes, no se puede decir lo mismo de la impecable interpretación de la banda, que se mantuvo a un nivel altísimo en todo momento. Paul Banks demostró que vocalmente está en su mejor momento y el excelente sonido de la sala permitió apreciar las sutilezas de unas instrumentaciones cargadas de matices. Los más quisquillosos podrían acusar al quinteto de mostrarse incluso demasiado cómodo, incapaz de aprovechar los pasajes más vibrantes de canciones como 'Roland' para desmelenarse, pero lo cierto es que esa frialdad siempre ha formado parte de la fórmula de Interpol, más dada a levantar catedrales armónicas que a la catarsis.

Sombríos hasta en su puesta en escena, apenas se dejaron ver, rodeados de humo y con unos focos a contraluz que rara vez dejaban ver sus rostros. En el caso del cantante, que no llegó a quitarse en ningún momento unas enormes gafas oscuras de villano de 'Corrupción en Miami', ni eso. En una época en la que el éxito se mide en visibilidad, hay que tener mucha integridad artística para huir de los focos de esa manera y darle todo el protagonismo a la parte sonora del espectáculo.

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Tras la explosiva 'Slow Hands', el quinteto se retiró momentáneamente antes de despedir la noche con los bises 'Lights', 'PDA' y 'Not Even Jail', que cerraron el repertorio de forma encadenada y con una energía que puso la sala patas arriba. Paul Banks quiso dedicar esas tres canciones a su madre y muy bien que hizo. Que viva la madre que te parió, Paul.

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