José Miguel Rodilla
Dirigirá el 5 de junio su último concierto, a beneficio de la Fundación Never Surrender, al frente de la formación oficial del Manuel Massotti Littel
Desde los 8 años, cuando empezó a estudiar solfeo en su pueblo natal, Llíria (Valencia), tiene un vínculo irrompible con la música. «¡Soy valenciano en ... Murcia, y murciano en Valencia!», afirma José Miguel Rodilla, catedrático y director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música Manuel Massotti Littel de Murcia, profesor fundador de la Academia de Dirección de Orquesta y miembro de la banda DIESIS. Rodilla, de hecho, fue galardonado con el Premio Jaume I 2020 concedido por el Ayuntamiento de Llíria, conocida como 'Ciudad de la música'. «Cuando te vas y vuelves eres forastero, y en cierta manera, estando en Murcia a veces me he sentido también como de fuera, como menos valorado incluso, aunque estoy casado con una murciana, tengo hijos murcianos y llevo viviendo aquí desde los 80».
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Hizo la carrera de clarinete en Valencia y estudió también dirección de orquesta, dirigió muchas bandas en la comunidad vecina, pero cuando nació su primera hija [tiene cuatro hijos], en busca de algo estable, se preparó las oposiciones de cátedra. Aprobó en 1986. Había una plaza en Murcia, «y desde entonces estoy aquí en el Conservatorio». Un año antes había estado como interino en Cartagena. Aquí en la Región de Murcia, Rodilla ha desarrollado prácticamente toda su carrera profesional, y el próximo lunes 5 de junio, a las 20 horas, se despedirá en el Auditorio Regional Víctor Villegas como director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, con un programa especialmente diseñado para esta ocasión y un concierto a beneficio de la Fundación Never Surrender, fundada por Vladimir Salazar.
–Gracias a la iniciativa de unos músicos, que confiaron en usted como director, arrancó en 1996 la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Estuvo 16 años de titular. ¿Cómo lo recuerda?
–Casi 16 años, sí. Yo fui el director creador, aunque efectivamente ese grupo de músicos confió en mí como director. Al principio fueron unos años luchando contra los políticos. Porque fue así. Nos costó que se hiciera un hueco. Gracias al esfuerzo de esta gente, conmigo a la cabeza, llegó un momento en que se creyó en la orquesta y se hizo la Fundación en 2002. Gracias a Cajamurcia, sobre todo, tuvimos un impulso. Hicimos dos conciertos en el Auditorio un año. Al otro año cuatro programas, al otro seis... Y fue trabajando mucho. Porque lo que hizo que la Orquesta Sinfónica de la Región pudiera ser una orquesta profesional era el trabajo serio que hacíamos. Cuando me propusieron ser director lo que sí dije fue que quería que cada programa se ensayara al máximo.
«Dirigí en el Rudolfinum de Praga la 'Sinfonía del Nuevo Mundo' de Dvorak»
–Sin un trabajo serio detrás casi nada se puede vender...
–Esto hizo que poco a poco nos hiciéramos un hueco. El Auditorio Regional se construyó en 1994. Y en 1992 se había creado una orquesta de la Comunidad Autónoma, pero no salió muy bien y a los dos años desapareció. Cuando nació la idea de crear otra orquesta a los políticos solo la idea les ponía los pelos de punta, no querían saber nada; luchamos contra la voluntad de querer hacer una nueva por la mala experiencia anterior.
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–En los primeros años no había un presupuesto, sino ayudas.
–Era lo que podíamos sacar de Cajamurcia, lo que nos daba el Auditorio cuando la administración pagaba. Muchos de los miembros eran profesores del Conservatorio, pero no podíamos tener gente estable así. Cuando se hizo la Fundación ya se podía pensar hacer un planteamiento de progresión. Después vino una época de vacas gordas, y en 2008 la crisis, y estuvo a punto de desaparecer.
«Me sentó bastante mal»
–Lo que se ha conseguido está, desde luego, muy luchado.
–Mi sentimiento es que cuando dejé de ser titular, en 2012 [el consejero de Cultura y Turismo era Pedro Alberto Cruz, del PP], se portaron muy mal. Ni siquiera me dijeron: mira, este es el motivo. Es incluso deseable que cada cierto tiempo cambien el director, porque la orquesta necesita renovación. Pero teniendo en cuenta que yo había sido el director fundador y que yo me había currado, junto con mucha gente, por supuesto, toda la creación de la orquesta, que prescindan de tus servicios y te digan que te dejan de pagar porque no te renuevan el contrato, no me pareció aquello elegante. Me sentó bastante mal. Pero no soy una persona que ha querido hacer leña del árbol caído, y aquello lo dejé.
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«En todos estos años ni se me ha reconocido ni se me ha invitado apenas a dirigir la Sinfónica»
–El director general de Industrias Culturales entonces, Juan Antonio Lorca [hoy es el secretario general de la Consejería de Presidencia, Turismo, Cultura, Juventud, Deportes y Portavocía], aseguró que estaban buscando «la viabilidad de la orquesta». También indicó que se estudiaba «sustituir al director de la Sinfónica por directores invitados de otras agrupaciones». Sin embargo, poco después, ese mismo 2012, Virginia Martínez fue nombrada directora titular.
–Sí, así fue. Después de tantos años como titular, sí estoy muy dolido, y esto lo tengo que decir, porque en todos estos años ni se me ha reconocido, ni siquiera me han invitado apenas a dirigir la OSRM, porque yo estoy continuamente dirigiendo orquestas profesionales en Italia, República Checa, Polonia... Me invitaron únicamente al año siguiente, una vez, y no ha habido ninguna fricción. Había buena relación. Y entiendo que terminar de ser titular es algo normal y deseable, por eso a veces pienso si el trato que me dieron habría sido diferente en caso de haber sido murciano. Creo que no es natural lo que pasó, que nadie se acuerde de que yo he existido, y que se hayan empeñado en olvidarse.
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–La directora titular actual, Virginia Martínez, que anunció su marcha de la OSRM para emprender otros caminos profesionales, después de diez años, fue nombrada directora honorífica de la institución por el presidente regional. Y usted dice que no le han hecho ni caso.
–A mí me da igual el título, pero al menos que me hubieran hecho un poco de caso es lógico. Esto no es política, esto es una labor entre todos, y así se progresa.
–La Orquesta del Conservatorio Profesional es hoy una asignatura obligatoria, ¿verdad?
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–Cuando yo entré al Conservatorio vino el director cartagenero Benito Lauret, con muy buena trayectoria profesional, y vino a hacer funcionar de nuevo la Orquesta con profesores, alumnos... yo estuve participando como profesor también tocando. Al tiempo se trasladó a Madrid, y se quedó en el aire la Orquesta como actividad, porque no era todavía obligatoria. A mí me proponen hacerme cargo en el año 90, y ya estuvimos unos años haciendo proyectos, fuimos a festivales en Hungría y Portugal, participamos en el extinto Festival de Orquestas de Jóvenes en varias ediciones... hacíamos lo que se podía. Cuando se hizo asignatura, y yo pasé a ser catedrático de Dirección de Orquesta, ha sido una asignatura. Y se han hecho proyectos gracias a la buena gestión de los directores del Conservatorio. Es muy difícil que la actividad de la orquesta siendo asignatura se pueda hacer por encuentros. Porque una Orquesta de Jóvenes de un Conservatorio Superior es el preámbulo de una orquesta profesional. Muchos de los que van a tocar el día 5 de junio terminan la carrera, y es posible que algunos consigan plaza en una orquesta. Es una preparación lo más parecido a una orquesta profesional. Es más, nosotros preparamos los conciertos por concentraciones, con ensayos muy intensos, mañana y tarde, una semana antes de cada concierto. Lo que te permite es hacer ensayos seccionales, y ensayos generales.
Muy exigente
–¿Es un director temido cuando está sobre el podio?
–Yo soy muy exigente, primero, conmigo mismo, y cuando eres exigente contigo mismo más lo eres o debes serlo con los demás también, ¿no? En cuanto al trato y a la comunicación, esas formas de Toscanini y de maestros de siglos pasados ya pasó a la historia afortunadamente. A los jóvenes hay que disciplinarlos, por supuesto, que sean serios con su trabajo, por su formación para el futuro. Y hay que convencerlos del por qué se hacen las cosas. Yo les hago la explicación de cada obra. Primero, tienen que estudiar y saberse muy bien la obra. Pero hay que motivarles para que vivan la música. Porque estamos haciendo algo que nos gusta. Esto luego en las orquestas profesionales no es tanto así, porque los músicos profesionales todos tienen su pensamiento musical, y un director de orquesta lo que tiene que hacer es unificarlo. Hay que motivarlos, pero al final tú lo que les dices es que se haga así, y hay quien vive más la profesión y quien se deja llevar. En una orquesta profesional la concentración y la vivencia no es la misma que en una de jóvenes, donde los repertorios son siempre nuevos para ellos, por ejemplo.
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«Si tienes un trato tosco en una orquesta profesional la gente se rebela. A mí no se me ocurre»
–La figura del director de orquesta está muy mitificada. A veces se dice que las empresas hay que dirigirlas como un director dirige la orquesta...
–El liderazgo tiene que ser indiscutible. Porque hay que ser disciplinado y al mismo tiempo flexible, y eso no es nada fácil. Si tienes un trato tosco en una orquesta profesional la gente se rebela. A mí no se me ocurre. El liderazgo es difícil, pero hay que tener las ideas claras. Algo esencial para un director es la preparación. Al primer minuto tienes que tenerlo estudiado todo y al milímetro. No puedes exigir si no te lo sabes bien y si no te has preparado previamente.
–¿Qué momento es imborrable de toda su trayectoria?
–Un momento emotivo... yo he dirigido en la República Checa a unas diez orquestas, y la primera vez que fui dirigí en el Rudolfinum de Praga, una de las salas más importantes de la República, la 'Sinfonía del Nuevo Mundo' de Dvorak.El edificio era antiguamente parlamento. La Filarmónica Checa, una de las orquestas míticas europeas, tocó en ese edificio la 'Sinfonía del Nuevo Mundo', esa misma obra allí dirigida por Dvorak. Había allí una energía y un reto. He hecho mucha música española allí, porque siempre nos piden Falla, Turina,.. pero he conocido sinfonías de Dvorak que anteriormente no había hecho.
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–Se jubila como profesor y director de la Sinfónica del Conservatorio, ¿con qué programa?
–Hay varias motivaciones. Ya llevamos haciendo el concierto anual benéfico, apoyado por Rotary Club Murcia, y siempre hemos buscado obras de gran nivel. Aquí he buscado tener obras para un público que va muy poco a conciertos. Y otro motivo es que David Winkler, compositor americano, me propuso hacer el estreno de una obra, y queríamos incluir la Obertura de Bernstein [para su ópera 'Candide'], una de las más emblemáticas de la música americana, como preámbulo de la obra de estreno, cuyo compositor asistirá al concierto, y que la dedica a la Orquesta del Conservatorio y a mí. Queremos también hacer un recuerdo de un concierto que hicimos de compositores mexicanos. Y tenemos el concierto para saxo de Glazunov que interpretará el solista que ganó el concurso el año pasado.
–¿Y después?
–Iré a Catania para dirigir un concierto en junio, en julio voy a Francia con un ensemble de Llíria y tenemos un festival en Francia, y en agosto me voy tres semanas a Corea del Sur porque estoy de jurado en un festival de orquestas de jóvenes, tengo cuatro conciertos y una masterclass de dirección. En el Conservatorio estaré hasta noviembre, que cumplo la edad de jubilación.
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