La energía universal de Beethoven
Este fin de semana se programa la última página sinfónica de Beethoven en los auditorios de Murcia, Cartagena y Águilas, con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia en escena, bajo la dirección de su directora titular Virginia Martínez
Cuando la empresa Philips se propuso fabricar el primer disco compacto se planteó que dimensiones debía de tener. La decisión se tomó tras la brillante propuesta de que el tamaño de este formato de audio pudiese contener una grabación completa de la Novena Sinfonía de Beethoven y esa fue la razón de que el CD actual tenga doce centímetros de diámetro.
La Novena de Beethoven es la última de las sinfonías que compuso el músico y ha tenido una importancia capital en la historia de la música. Fue la primera vez que la voz de cuatro solistas y de un coro se incorporaron a la partitura como si se trataran de otros instrumentos, con el fin de transmitir un mensaje de libertad, fraternidad e igualdad a la humanidad, a una humanidad que como el compositor de esta obra, era sorda ante este grito humanístico. A pesar de ello, la Novena sigue siendo una sinfonía muy presente en nuestras vidas y es actualmente el himno oficial de la Unión Europea.
Este fin de semana se programa la última página sinfónica de Beethoven en los auditorios de Murcia, Cartagena y Águilas, con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia en escena, bajo la dirección de su directora titular Virginia Martínez.
Hoy dirigimos de nuevo nuestra atención a la sección de violas de la OSRM y conversamos con Zóar Mellado Ruiz, el músico solista de este instrumento que se sienta en el primer atril desde hace algo más de tres años. Este violista de veintiocho años nacido y formado como músico en Alicante, ciudad donde reside, se despierta cada día que hay ensayos para desayunar rápidamente y dirigirse en monopatín a la estación del tren que lo trae hasta Murcia.
Zóar conoce bien las obras de Beethoven porque ha tenido una amplia experiencia como músico de orquesta desde muy joven, recibiendo el influjo de muchas formaciones y de profesores internacionales que han forjado su carácter musical: «Nunca me he ceñido a una manera de tocar y esto me ha permitido desarrollarme como músico. Tener diferentes formas de pensar, de interpretar y de transmitir te permite tener una visión global de todo. Tocar es una improvisación constante sobre los sentimientos que tienes en un lugar y momento concreto».
Para interpretar la Novena de Beethoven hace falta algo más que el control técnico del instrumento, en palabras de Mellado: «Hace falta energía, concentración y ganas. No puedes estar sentado viendo lo que pasa alrededor. Hay que estar constantemente participando y entregándote ya que es cómo verdaderamente disfrutas la sinfonía».
La Sinfonía Coral de Beethoven consta de cuatro movimientos de los cuales el primero podría equipararse a la resistencia heroica contra las condiciones adversas. Zóar nos explica que comienza de una forma misteriosa y en él predomina un ritmo binario constante sobre el que aparecen ritmos ternarios: «El carácter binario representaría la dualidad del ser humano para escoger entre dos opciones en una situación concreta. El ritmo ternario, en la época de Beethoven representaba a lo divino».
El segundo movimiento tiene un carácter más enérgico y optimista, con una figuración rítmica muy reconocible para el oyente. Esto, según nuestro invitado, sorprende un poco ya que debería tratarse de un movimiento lento según la costumbre, «pero Beethoven trataba de dar la vuelta a todos los esquemas compositivos conocidos hasta ese momento».
El tercer movimiento Adagio es muy lírico, tranquilo y contemplativo. Muchos autores hablan de una visión onírica de la anhelada felicidad humana y en este sentido, Zóar Mellado explica que precisamente este momento de intimidad y calma crea la tensión suficiente para que el impacto del cuarto movimiento sea mayor. Con el Adagio, Beethoven nos prepara para algo grande y que culmina en el último movimiento».
«Cuando llega el cuarto movimiento, no puede sonar mejor, porque uno necesita escuchar la voz», nos cuenta este violista. Al comienzo, se produce un rechazo gradual de cada uno de los temas presentados en los tres movimientos previos, hasta que finalmente surge la «Oda a la alegría» como un mensaje universal dirigido a la humanidad: «Beethoven logra integrar la voz en la orquesta ofreciendo lo que el oyente necesita. El compositor rompe con lo que había hasta ese momento porque era necesario transmitir lo importante que es la idea de que los seres humanos se respeten y se amen para así alcanzar la alegría y felicidad. Desgraciadamente, el hombre no ha aprendido la lección».
El maestro de Bonn consigue dar unidad a la Novena Sinfonía usando motivos equivalentes a lo largo de toda la sinfonía, a modo de pequeñas partículas rítmicas: «Con éstas, Beethoven consigue su magia compositiva. Además, en esta obra los músicos tienen el sentimiento de que todo el mundo está participando de algo mayor y aunque hay diferentes frases musicales que recorren las distintas secciones, estamos ante un gran tutti orquestal donde todos son tan necesarios como las distintas partes de un mismo cuerpo humano».
Cuando Zóar no está ensayando o estudiando, aprovecha su tiempo libre para hacer natación, pasear con su mujer, leer y especialmente cocinar: «Es otra forma de crear y de interpretar lo que uno tiene dentro, solo que además está muy bueno y te lo comes. Es importante tener vida fuera de la orquesta».