Virginia Martínez

Directora de la OSRM

«Me despedí en silencio, como ha sido mi paso por la Orquesta»

Tras esta década dedicada a la OSRM, Martínez cambia de rumbo y el próximo curso se incorporará al Conservatorio Superior de Música de Murcia como profesora.

–¿Cuándo tomó la decisión de presentarse a las oposiciones al Conservatorio?

–En el momento en el que sale la convocatoria, en septiembre del año pasado. Decidí probar suerte a ver qué pasaba. Sin grandes expectativas, porque nunca me había presentado a una oposición anteriormente. Me encerré a estudiar, literalmente. Por mi personalidad, si no voy al 100% no sé ir. 36 temas y siete exámenes en un mes, del 13 de enero al 14 de febrero, que se resolvió. Ir a tope también me ha pasado factura, seis meses sin dormir, pero tuve el apoyo de mi familia, de mi marido y de mis hijas, Irene y Ana, que se han comportado como campeonas. La mitad de mi nota es de ellos. Estoy muy contenta de esta nueva etapa.

–Antes de pensar en las oposiciones, ¿ya había tomado la decisión de dejar la OSRM?

–La decisión de dejar la Orquesta estaba tomada de antes, incluso, de que salieran las oposiciones. Necesitaba descansar de la responsabilidad de lo que supone la titularidad de una orquesta sinfónica. Me he tomado la titularidad como una tercera hija y estaba también agotada de tener en la cabeza la orquesta 24 horas. No solamente me he dedicado a dirigir los conciertos que me tocaban, sino que he estado pendiente de todo y de todos. Cuando un músico se ponía enfermo, yo me acostaba por la noche pensado cómo estaría y lo llamaba. Cuando mi titularidad tiene los mismos años que mi hija mayor, entré embarazada de 8 meses, si le añades la Orquesta, el agotamiento ha llegado al extremo. Ahora disfrutaré desde la dirección honorífica y también desde el público, pues para mí es una gozada escucharlos.

–¿Cómo fue su despedida de Murcia y Cartagena?

–Fue con 'La canción de la Tierra', de Mahler, y de una manera muy emotiva, He tenido la oportunidad de despedirme de los tres escenarios que han sido para mí más significativos en la Región. La semana que viene hago mi último concierto con la Orquesta Sinfónica, de momento, en ProMúsica Águilas, porque el nombramiento de directora honorífica supone dirigir una serie de conciertos todos los años con la Orquesta. Por lo tanto, voy a estar ligada a ellos siempre y disfrutando desde otra perspectiva. Pero, al fin y al cabo, este será mi último concierto como titular. Pedí a mis compañeros que no me hicieran nada especial porque para mí han sido unas noches cargadas de emociones. Yo tenía que dirigir [en Murcia] y tenía el nudo en la garganta, así que pedí que lo más importante fuera la música. Me despedí en silencio, como mi paso por la Orquesta, discreto y silencioso. Y así me fui, en silencio, con la 'La canción de la Tierra', que acaba con un silencio espectacular y sobrecogedor.

–¿Se queda con algún momento en especial de estos diez años?

–Me gustaría mucho quedarme con alguno, pero me he acostumbrado a tener una orquesta motivada formada por músicos que se dejan el alma, no solamente en los conciertos, también en los ensayos. Es una suerte tremenda, lo mejor que nos puede pasar a los directores. Hay programas que nos han gustado más y otros menos, pero los músicos siempre han sido superprofesionales. Hitos que podemos recordar, por decir alguno, una 'Patética' de Tchaikovsky. Recuerdo uno embarazadísima de Ana, que va a hacer nueve años en noviembre. Ella nació el día de Santa Cecilia, la patrona de la música. Fue una 'Novena' [sinfonía] de Beethoven y yo estaba de ocho meses. Recuerdo que bailó al son de la música y yo, en medio del concierto, le metía las piernecitas.

–¿Cuándo decide que quiere dedicarse a la música y, especialmente, a la dirección?

–Con 13 años empecé con los coros de Molina [de Segura]. De pequeñita empecé a cantar en el coro que dirigía mi tía y a los 13 años hice un curso de dirección coral y enseguida me puse a dirigir los coros de niños, que estaban formados principalmente por mis hermanos y mis amigos. Fue una cosa que nació de una manera muy bonita y personal y poco a poco fue creciendo. Empecé con 13 o 14 niños y acabamos en 90 y pico. Dirigí corales durante siete años y fue en ese tiempo cuando decidí estudiar instrumento y orquesta.

–Se formó en Viena, ¿cómo fue su estancia?

–Fue una etapa durísima. También muy interesante al principio y a la vez ilusionante. Terminó siendo preciosa. Cuando digo durísima es porque es un país complicado para los que somos del sur por el idioma, el tiempo, el poco sol que se ve, el frío y el carácter diferente. Para mí fue muy chocante esa mentalidad al principio pero aprendí tanto... a nivel académico pero mucho más a nivel de experiencia personal, de madurez. Estuve allí cuatro años y tuve la gran suerte de tener a maestros estupendos, además de poder ir a muchos conciertos porque allí había 20 o 30 conciertos al día. Eso es un paraíso.

–¿Qué cualidades debe tener un director de orquesta?

–Creo que en el mundo del arte y la cultura hay que tener un talento innato para realizar algunas de estas profesiones. Además, hay que tener dotes de carisma y mando. No desde el aspecto autoritario sino porque se deben tener muchas habilidades sociales. Tenemos que tener en cuenta que estamos trabajando con un equipo humano, con sensaciones y emociones. Saber gestionar eso es lo más complicado. Realmente la técnica de la dirección es relativamente sencilla, lo complicado es saber cómo manejar a todo un grupo humano.

–¿Qué cualidades y qué carencias ve a la OSRM frente a otras formaciones regionales?

–Siempre he dicho que la Orquesta tiene una cualidad que le diferencia de todas, y es que es muy versátil, capaz de adaptarse a cualquier batuta, a cualquier solista y a cualquier circunstancia. Somos de las orquestas pioneras en España en muchísimos proyectos. No solo nos dedicamos a hacer música clásica de abono en el Auditorio, sino que hemos hecho conciertos en la playa, conciertos en familia, conciertos canallas, un concierto de 360 grados en el Teatro Circo... fuimos la primera orquesta española que lo hizo y eso quiere decir que la Orquesta de Murcia se puede considerar muy innovadora en muchos aspectos. Todos los directores invitados que han venido han alabado la capacidad de adaptación de esta orquesta.

–¿Qué consejo le daría a su sucesora o sucesor?

–Yo soy poco de consejos, el único que podría dar es que uno sea siempre fiel a sus principios, pero no solamente en el aspecto profesional, sino también en su vida.

–¿Se le ha quedado alguna espinita clavada?

–El repertorio sinfónico es tan amplio que necesitaría infinitas vidas para llevarlo a cabo. Además, se sigue componiendo. Me hubiera gustado hacer más zarzuela, que la adoro, y más ópera. También otras obras que he dirigido y querría repetir. Es interesante porque no diriges igual según el momento vital y la madurez.

–José Miguel Rodilla, exdirector de la Orquesta Sinfónica, recientemente jubilado, mencionó en una entrevista de LA VERDAD la difícil relación que había tenido con los políticos de la Región. ¿Qué opina de sus declaraciones?

–A José Miguel le tengo admiración y respeto. Él lo sabe, él fue la primera persona a la que llamé, después de mi marido, para decirle que iba a ser la nueva titular de la Orquesta Sinfónica después de que él se fuera. Se merece respeto porque ha sido un gran director y titular de la Orquesta Sinfónica de Murcia durante 16 años. Yo fui la persona que invitó a dirigir en mitad de una temporada. Creo que era justo que él estuviera en la que era su orquesta. Lo invité personalmente por teléfono.

Por otra parte, la relación que cada uno tenga con los políticos no la puedo calibrar. Yo sí que puedo hablar de mi experiencia y no puedo pedirle más a mi Región. He tenido todos los reconocimientos posibles. La frase de que nadie es profeta en su tierra nunca se ha cumplido conmigo. He recibido premios, tengo un auditorio con mi nombre. A día de hoy casi ningún director de una orquesta española había podido ejercer su profesión durante tantos años en su tierra. Se lo he agradecido todo al presidente de la Comunidad, Fernando López Miras.

Cuando anuncié mi marcha me dirigí a él como Fernando y no solamente como presidente sino como persona que ha apostado conmigo de una manera excepcional. Eso es algo que yo le voy a agradecer siempre. A él, a todo su equipo y a todos los consejeros de Cultura que hemos tenido durante estos años.