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Antonio J. Ruiz Munuera

Convulsión de alta costura

Música inesperada ·

Viernes, 18 de agosto 2023, 15:46

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La conocida diseñadora de moda Lina Marcel ha sufrido una de las metamorfosis más rápidas y mediáticas de la alta sociedad andaluza. El pasado jueves entró al juzgado en calidad de prometida y salió del mismo radiante de felicidad e ilusionada por ser la madrina de boda del hombre con el que inicialmente iba a casarse.

Aunque el asunto se llevaba en secreto, era sabido que tras la publicación en prensa rosa de la relación entre el guitarrista Fígaro de Sevilla y la joven Susana Conde, había una demanda judicial relacionada con un compromiso nupcial del músico relacionada con el incumplimiento de una devolución del préstamo de dinero que le hizo la diseñadora meses atrás.

A pesar de que la documentación estaba en manos del juez, el abogado de Lina Marcel manifestó que dicho compromiso se cumpliría ya que las pretensiones de su cliente eran legítimas. Además, el círculo más íntimo de la modista afirmaba que ella adora desde hace tiempo al artista y que el contrato firmado era el salvoconducto de su felicidad. Al parecer, el documento fue redactado y rubricado de noche, en un tablao flamenco a las orillas del Guadalquivir. Fígaro necesitaba dinero para entrar en un negocio de construcción de una urbanización de lujo y lo consiguió firmando de manera distraída el escrito. El proyecto de edificación nunca se llevó a cabo por distintos motivos de orden administrativo y económico, lo que supuso la pérdida del capital invertido para cada uno de los socios.

En la sala del juzgado donde fueron citadas las dos partes, Fígaro alegó que no podía casarse con Lina porque su condición de noble hacía que el consentimiento parental fuese un requisito absolutamente necesario. Explicó que siendo niño, había sido robado en el parque de Maria Luisa y que todavía conserva el paño bordado en oro que le encontraron puesto los ladrones, gracias al cual estaba a punto de averiguar quiénes eran sus padres, dado que se trata de una prenda única y de gran valor por su diseño y componentes artesanales.

La modista, al escuchar el testimonio del guitarrista, perdió durante unos segundos el conocimiento y sólo conseguía balbucear que le mirasen a Fígaro el brazo derecho. La mancha de nacimiento del brazo derecho, insistía una u otra vez. Fígaro se sorprendió de que conociera un detalle tan íntimo que finalmente mostró allí mismo a los presentes.

Lina Marcell se acercó a Fígaro exclamando ¡Oh, Dios! ¡Es él! ¡Es Rafael! ¡Soy tu madre! cayendo de nuevo al suelo sin sentido. Todos los allí citados y el propio señor juez permanecían atónitos ante tan singular situación, cuando el abogado se lanzó hacia el guitarrista y lo abrazó intensamente de una forma paternal y gimiendo ¡Hijo mío! ¡Hijo!.

Con el visto para sentencia del magistrado y una vez recuperados todos de las emociones y la modista de su dichoso letargo, el grupo salió del edificio emocionado y contento por el feliz reencuentro. Fuera del juzgado esperaba Susana Conde, muy nerviosa desde que se enteró del compromiso de matrimonio previamente adquirido por su amado. No entendía nada al contemplar cómo descendía por las escaleras del juzgado la alborotada comitiva con Fígaro y Lina fundidos en un efusivo abrazo. Su felina reacción no se hizo esperar y se lanzó hacia la pareja arañando toda la superficie de piel que tuvo a su alcance y soltando un tremendo puñetazo en la cara al músico.

Esa bofetada de enamorada despertó las simpatías de una ensangrentada Lina que la rodeó entre sus brazos explicándole lo ocurrido, mientras el séquito se dirigía a un conocido restaurante para celebrar un nuevo y sólido compromiso de matrimonio.

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