Miguel Falomir: «Entre mis obligaciones, una de las más gozosas, e importantes, es la de hacer de 'misionero' del Prado»

Falomir descubrirá este miércoles en las instalaciones de la Fundación Cajamurcia (Gran Vía, 23, Murcia) algunas curiosidades de las colecciones del Museo del Prado en un acto que arrancará a las 19.30 horas (apertura de puertas a las 19 horas) y que será de entrada libre para cualquier interesado. El Museo del Prado concluirá 2024 con tres millones y medio de visitantes, un nuevo récord, y siendo una de las instituciones culturales españolas más valoradas y reconocidas en todo el mundo.

El público quiere este museo, lo siente como propio; la relación de cada uno con la institución es muy emotiva. Falomir acude a Murcia feliz para hablar de la pinacoteca que alberga tesoros emblemáticos de las valiosísimas Colecciones Reales, germen de la colección del actual Museo del Prado, que comenzaron a tomar forma en el siglo XVI bajo los auspicios del emperador Carlos V y fueron sucesivamente enriquecidas por todos los monarcas que le sucedieron, tanto Austrias como Borbones.

Entre los tesoros destacan, por ejemplo, 'El jardín de las Delicias' de El Bosco; 'El caballero de la mano en el pecho' de El Greco; 'El tránsito de la Virgen', de Mantegna; 'La Sagrada Familia' –conocida como 'La Perla'– de Rafael; 'Carlos V en Mühlberg' de Tiziano; 'El Lavatorio', de Tintoretto; el 'Autorretrato', de Durero; 'Las Meninas', de Velázquez; 'Las tres Gracias', de Rubens, o 'La familia de Carlos IV', de Goya.

Falomir, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valencia, es profesor titular de esta institución. En 1997 fue nombrado Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado. Entre 2008 y 2010 fue Andrew Mellon Professor en el Center for Advanced Study in the Visual Arts de la National Gallery of Art de Washington. Más tarde, en 2015 fue nombrado director adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado, cargo que ostentó hasta su nombramiento como director en 2017.

–Hay nombres estrechamente vinculados al Prado que, sin duda, han contribuido a fortalecer y engrandecer la institución. Algunos de ellos de la propia Región de Murcia: Alfonso Pérez Sánchez, Ramón Gaya, Noelia García Pérez, Noelia Ibáñez, Jaime García-Máiquez [trabaja en el Departamento Técnico del Área de Restauración del Museo del Prado]...

–Cuando en 2019 celebramos el Bicentenario nuestro principal objetivo era enfatizar la idea de que el Prado es de todos los españoles. Esa aspiración se manifiesta de muchas maneras, entre otras, con la procedencia de sus trabajadores en estos doscientos años. Dudo que haya muchas instituciones cuya plantilla refleje mejor la diversidad de nuestro país y sí, varios murcianos han sido importantes en nuestra historia y en nuestro presente.

–El Museo del Prado y la Fundación Amigos Museo del Prado, en colaboración con otras instituciones, suelen brindarnos la oportunidad de conocer las obras de artistas influyentes del arte contemporáneo europeo y de establecer diálogos con representantes de la tradición pictórica española. Artistas separados por los siglos conectados con los espectadores actuales con enfoques disruptivos y visionarios. Las cifras de visitantes denotan que estas apuestas dan en el centro de la diana, ¿no es así?

–He dicho muchas veces que no somos un museo de arte contemporáneo. Los hay muchos y muy buenos en nuestro país. Pero del mismo modo, no podemos ignorar a aquellos artistas contemporáneos para los cuales el Prado fue importante. Son ellos los que nos interesan, pues sirven de mediadores entre obras del pasado y sensibilidades contemporáneas.

–¿Cuál fue su primer contacto con un museo y, en concreto, con El Prado? ¿Sigue viva la llama del primer encandilamiento?

–Visité el Museo del Prado con 6 o 7 años, de la mano de mi tía Concha, que vivía en Madrid. No diré que recuerdo perfectamente la visita porque mentiría, pero sí recuerdo la sala de 'Las Meninas', que alcancé a ver en su anterior ubicación, con los espejos realzando el ilusionismo de la escena. Recuerdo mejor la escenografía que el cuadro en sí.

–El Prado es uno de los museos más visitados del mundo y también está a la vanguardia en el uso de las nuevas tecnologías para llegar a todos los públicos. Es un ejemplo y motor de la cultura en todo el territorio nacional. ¿Cuál cree usted que ha sido su mejor contribución al funcionamiento y difusión del Prado, la «Roca española» de la que hablaba Gaya? De usted se dijo hace unos años que estaba siendo el artífice de la «renovación científica» de la pinacoteca.

–No lo sé. Eso deben decirlo los demás. Hay líneas de trabajo novedosas. Algunas las has mencionado: 'El Prado en femenino' o el arte contemporáneo. Añadiría la incorporación al museo del arte virreinal y la escultura policromada. Y acaso la más importante: enfatizar el carácter nacional del museo mediante una presencia más activa en todo el país a través de iniciativas como 'De gira por España' y 'El arte que conecta', y con una revisión y potenciación de nuestros depósitos a través de 'El Prado extendido'. Siendo como soy muy consciente de la situación privilegiada del Prado, creo que es nuestra obligación colaborar y en la medida de lo posible ayudar a otras instituciones.

–Recientemente usted escribió en 'El País' un artículo, 'Visitantes de museos: cantidad y variedad', donde señala que abrir el Museo del Prado gratuitamente el primer sábado por la noche de cada mes ha sido un éxito, con un público nacional e inmigrante que acude en familia y por primera vez. Estudiar el público que visita El Prado es parte de ese éxito, ¿qué datos le siguen sorprendiendo a usted?

–Más que sorprender, me ilusionan algunas tendencias que parecen consolidarse: cada vez hay más público nacional, más joven y más asiduo. No me llama la atención que la mayoría sea femenino, porque las mujeres son las grandes consumidoras de cultura en nuestro país, aunque últimamente parece que se animan algo más los hombres.

–El espectador queda deslumbrado desde que pone un pie en el Museo del Prado, pero desconoce muchas cosas. En realidad, el museo es como abrir las puertas de una ciudad, hay días en que hay más visitantes que en muchos pueblos de España.

–La afluencia es cada vez mayor, en efecto, y estamos cerca de alcanzar ese punto en que se rompe el equilibrio entre el número de visitantes y la contemplación gozosa de la obra de arte. Es un reto con difícil solución.

–Una de las iniciativas que siempre se recuerda es aquella de las Misiones Pedagógicas, que tuvo un crucial papel en el llamado «Museo del Pueblo», o «Museo ambulante» o «circulante». El Prado llegó así a muchos lugares de España que no podían acceder a la institución. Hoy también hay muchas obras cedidas, prestadas o en depósito en otros museos e instituciones españolas. En el caso de la Región de Murcia, ¿podría incrementarse ese número? ¿Hay peticiones por parte de la Comunidad Autónoma para exhibir más obras que estén en los almacenes del Prado?

–Como he dicho antes, uno de nuestros principales proyectos es 'El Prado extendido', que se propone reordenar y en algún caso incrementar los depósitos existentes atendiendo no como hasta ahora a las necesidades del Prado, sino a las de las instituciones que los acogen. Está funcionando muy bien y algunos museos, como los de Alicante y Oviedo, han multiplicado sus depósitos. Y por supuesto, estaremos encantados de hacer lo mismo en Murcia.

–¿Cómo acoge cada invitación a hablar del Prado? El público ama este museo, lo siente como algo propio. En su caso, ¿cómo cree que recordará con el tiempo este paso por una institución tan valorada y tan sentida?

–Creo que entre mis obligaciones, una de las que más gozosas –e importantes– es la de hacer de 'misionero' del Prado. Me gusta acudir allá donde quieren saber más de nosotros, ya sea una ciudad, una universidad o un colegio. Es muy gratificante y uno de los recuerdos mejores que guardaré de mi paso por la dirección del museo.

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Sabido es que Murcia es una región con grandes artistas, como, por ejemplo, Rafael Tegeo, presente en la colección permanente del Prado. Actualmente se le dedica en Caravaca de la Cruz una amplia exposición, 'El siglo de Tegeo', comisariada por Nacho Ruiz y promovida por la Fundación Camino de la Cruz, en la antigua Iglesia de la Compañía, con cuatro obras prestadas por El Prado [en concreto, los retratos de 'María de la Cruz Benítez' (1827), 'Ángela Tegeo' (1833), 'Antonia Cabo con su hermana y con su hijo, Mariano Barrio Cabo' (1839 ca.) y 'Mariano Facundo Barrio García' (1839 ca.)]. Un ejemplo de ese afán de colaboración que tiene El Prado con todos los territorios españoles e iniciativas de toda índole. Como curiosidad, Falomir ha dirigido dos tesis doctorales: la de la murciana Noelia García Pérez, 'Mencía de Mendoza y el patronazgo artístico femenino en el Renacimiento español', en la Universidad de Murcia, en 2004, y la de Matilde Miquel Joan, 'Talleres y mercado de pintura en Valencia (1370-1430)', Universidad de Valencia, en 2006. Noelia García Pérez, directora científica de 'El Prado en femenino', con la que el Aula de Cultura de LA VERDAD arrancó en enero el año 2024, invitó entonces a fijar la atención en el papel de las mujeres como promotoras y benefactoras de las artes, especialmente en el caso de María de Hungría e Isabel Clara Eugenia, pero también como artistas, con una carrera muy limitada en la Edad Moderna, con especial mención a Sofonisba Anguissola: «Soy afortunada por hablar de estas mujeres que siempre han estado ahí, lo que pasa es que durante mucho tiempo la historia la contaron hombres desde un enfoque muy patriarcal. ¡Y hay tanto por hacer!».

Según García Pérez, las mujeres son protagonistas por derecho propio en la historia: «Las promotoras artísticas, las patronas de las artes, las que impulsaron el Museo del Prado y contribuyeron poderosamente a formar sus colecciones». El Prado, de hecho, «es seguramente el museo del mundo en el que las mujeres han sido más decisivas en su creación. Estaba destinado a ser un gabinete de ciencias naturales, pero fue Bárbara de Braganza la que hizo que acabara siendo un real museo de pintura. Otra mujer, la reina Isabel II, consiguió que a la muerte de su padre, Fernando VII, no se dividieran las colecciones e indemnizó por ello a su madre y a su hermana. Son muchas más mujeres las que han contribuido desde distintas casas reales a configurar el museo», recordó. Todas ellas con biografías novelescas, increíbles.

Otro puntal del Prado es la murciana Noelia Ibáñez, jefa de Área de Atención al Visitante del Museo Nacional del Prado, y, además, miembro del Patronato del Museo Ramón Gaya de Murcia y del Consejo Asesor del 1.200 aniversario de la Ciudad de Murcia. También ella guió a LA VERDAD este 2024 por el Museo del Prado en un recorrido por algunas de sus salas más fascinantes. La historiadora del arte benielense es una de las responsables de que la institución tenga 26 millones de euros de ingresos al año y de lo que tenga que ver con el público. El Prado forma parte de una red de museos que incluyen, por ejemplo, el MoMA y el MET de Nueva York, la National Gallery de Washington, el British Museum y la Tate de Londres, el Louvre de París... que se reúne en Australia cada dos años. «Cuando hicimos el reencuentro con el público tras la pandemia –recuerda Noelia Ibáñez– salió esta onda de que El Prado cura el alma, y, en efecto, El Prado es un lugar muy inspirador. Aunque no entiendas de pintura. Cuando paseas por el Retiro tal vez no conozcas los nombres de cada árbol, pero te agrada, pasas un rato feliz y contento, y esto te llena, y en El Prado sucede lo mismo. Para el visitante es calma y bienestar. Lo bueno que tiene es que cada sala parece un museo distinto. Hay que saber dónde estamos y quiénes somos».

Desde enero de 2012 el Museo del Prado abre todos los días del año, excepto tres únicos festivos: 1 de mayo, Día del Trabajo; 1 de enero, Año Nuevo; 25 de diciembre, Navidad. Esto mejora su prestación de servicio público y refuerza aún más su posición como el museo público europeo con mayor horario de apertura. Para que todo el mundo experimente aquello que tanto echó de menos Gaya en el exilio y quedó recogido en 'Roca española (El Prado de Ramón Gaya)', editado por Manuel Borrás en Pre-Textos, recopilado por Rafael Fuster.