Un momento del espectáculo en el Villa de Molina. A. R.

Bailar entre la luz y el exilio

Crítica de danza ·

La última creación de Ángel Rojas aborda la migración, identidad y pertenencia en una coreografía que no se limita en géneros o estilos

Domingo, 2 de febrero 2025, 08:12

Después de más de treinta años de carrera, a Ángel Rojas (Madrid, 1974) le quedan pocos palos que tocar. Quizás por ello, en esta última ... etapa ha decidido centrarse en lo que le es esencial y cercano. El pasado 31 de enero, su compañía llegaba al Teatro Villa de Molina con su obra 'Fronteras en el aire', un mensaje de vindicación de los derechos de las personas migrantes, y de amor hacia su cultura. Rojas reúne a doce bailarines —entre ellos la inigualable Helena Martín— y tres músicos en directo, en una travesía dancística que, como un día, transita entre el jolgorio y el calor del día y la incertidumbre y sombras de la noche. Enérgica y estéticamente, el espectáculo está más cerca de la escena contemporánea que del flamenco tradicional. Al hilo de desdibujar las fronteras geográficas, Rojas hace esto mismo con su coreografía, en busca de movimientos expansivos y lánguidos, contracciones en lugar de pellizcos, y puños cerrados en vez de dedos que acaricien el aire. No es una propuesta tradicional ni transgresora, sino algo a caballo. Un enfoque que Rojas ya exploró en 'Ya no seremos', pero que aquí peca a veces de repetitivo, con una saturación de carreras a cámara lenta y ciertas improvisaciones deslavazadas. La escena dibuja imágenes que, en su sencillez, conectan con algo muy humano. En el primer cuadro, los timbales y el cajón flamenco crepitan como chispas de una hoguera, mientras los bailarines a su alrededor, con las palmas al cielo, se convierten en el calor de la celebración y la ceremonia. Después, Helena Martín, rodeada del elenco en el suelo, se deja caer para ser sujetada por las manos de todos, mientras se funde con ellos en una sola unidad que respira y siente al unísono. Un claro simbolismo de la fuerza de la comunidad y el temor a perderla. La música, compuesta por José Ruiz 'Bandolero' y Joni Jiménez, con la poderosa voz de Alana Sinkey (Guinea Bissau), es el gran pilar emocional y narrativo de la obra. En el elenco destacan las presencias de Ángela Carbajo, David Palacios, Jorge Morera y Lucía Ramírez. Carbajo atrapa con su fortaleza y expresividad; Ramírez con su versatilidad; Morera deslumbra en su solo acrobático y antigravitatorio; y Palacios, con su delicadeza y precisión. En la última escena, Helena Martín y Alana Sinkey viajaron a través del hilo de luz que servía de frontera y de límite entre público y escenario. Con sinuosidad y dulzura, ambas atraviesan esta línea para encontrarse en el centro, cara a cara y en pie, tal y como dejaron al Teatro Villa de Molina, que despidió a la compañía con una ovación, sellando una velada donde el cuerpo flamenco y los ritmos españoles y africanos se entrelazaron para recordar que las fronteras son sencillamente caminos en los que la gente puede encontrarse.

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