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Dos operarios trasladan el cuadro de Gaya, ayer, desde su museo en Murcia. Andrés Molina/ AGM

'La maja vestida' de Gaya viaja a Bruselas

Nueva misión pedagógica. Dos operarios hacen de chóferes y acomodarán a la dama goyesca en la exposición temporal 'Luz y sombra. Goya y el realismo español', que se celebrará en el Museo Bozar entre el 8 de octubre y el 1 de febrero de 2026

Alberto Alcázar

Martes, 23 de septiembre 2025, 01:14

La copia de la 'La maja vestida' de Francisco de Goya que realizó el pintor murciano Ramón Gaya madrugó el lunes, a las ocho de ... la mañana, para emprender un largo viaje de casi 2.000 kilómentos hasta el Palais des Beaux-Arts, Bozar, de Bruselas (Bélgica). El cuadro se encargó con un espíritu viajero para formar parte del Museo del Pueblo, que puso en marcha Manuel Bartolomé Cossío, entonces presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas de la II República. «Uno de los acontecimientos más bonitos y solidarios de nuestra historia» que desparramó el arte y la cultura por lo más remoto y deprimido de la geografía española, recuerda Rafael Fuster, director del Museo Ramón Gaya, que despidió junto a LA VERDAD a 'la maja' –y menos mal que abrigada— en una fresca mañana en Murcia.

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Dos operarios hacen de chóferes y acomodarán a la dama goyesca en la exposición temporal 'Luz y sombra. Goya y el realismo español', que se celebrará en el Museo Bozar entre el 8 de octubre de este año y el 1 de febrero de 2026 en la capital belga. Del camión, con un remolque desproporcionado para el cuadro de 75 x 149 centímetros –más pequeño que el original de 94,7 x 188– sacan una caja de madera. La armadura está especialmente diseñada a medida y forrada con una gruesa capa de material ignífugo. Unos cuantos taladrazos que hacen falta para abrirla retumban en todo el museo, desierto de visitantes. Aunque sea temprano, también es lunes, el único día cerrado al público. «En principio, las medidas de la caja serán correctas, ¿no?», ríe nervioso el director.

Desembalaje en El Prado

José Barroso, uno de los transportistas, sonríe al reencontrarse de nuevo con una vieja conocida: «En los primeros trabajos que hice cuando empecé, por el 1998, con 22 años, me mandaron a desembalar en el Museo del Prado los Goya... ¡pero los Goya auténticos! 'La maja vestida' y 'La maja desnuda' cuando vinieron de Nueva York», se hincha de orgullo.

La copia marcha en un viaje de casi 2.000 kilómetros hasta Bruselas para una exposición que homenajea a Francisco de Goya

En la sala 'Misiones Pedagógicas/Guerra Civil', en la primera planta del museo, se queda sola la otra copia 'misionera' de Gaya que atesora el museo y con quien 'la maja' compartía pared, 'Los fusilamientos del 3 de mayo'. En menos de lo que se tarda en bajar al espacio para muestras temporales, el equipo ha desplegado allí un par de caballetes de hierro, la caja de herramientas y un enorme rollo de papel tisú «para proteger el cuadro de humedades y pequeños roces que pueda sufrir durante el viaje», aclara Barroso.

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«Episodio importantísimo»

La pieza ya se había acomodado en su nueva vida contemplativa dentro del Gaya desde que llegara hace menos de un año como depósito del Museo D'Art de Catalunya (MNAC). Aquel acontecimiento el 12 de diciembre de 2024 confirmó a la Región de Murcia como uno de los tres únicos lugares del país donde se custodia la obra pictórica del Museo Ambulante. «Para nuestro museo es crucial tener las copias de Gaya porque, con ellas, podemos narrar un episodio importantísimo de su vida y de la historia de España».

Instrucciones de Rafael Fuster para el traslado de la obra, que fue realizada por Gaya en los años de la República. Andrés Molina/ AGM

La velocidad con que los trabajadores descuelgan 'La maja vestida' es gracias a las comprobaciones que dejó finiquitadas el director de Restauración de la Comunidad Autónoma de Murcia, Javier Bernal, cuando llegó en diciembre de 2024. Una restauradora del MNAC daba instrucciones por videollamada para corroborar las condiciones del cuadro y, por supuesto, que la estancia estuviera a la altura de una venus: «Y que los focos daban la temperatura adecuada, que el conducto del habitáculo absorbía el aire, que contaba con humidificadores... que todo estaba estable», enumeraba el director del Gaya.

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«Gracias a que tenemos las copias de Gaya, podemos explicar un episodio importantísimo de su vida y de la historia de España», reconoce Fuster

Rafael Fuster rastrea a última hora las 'fealdades' registradas de la obra con la linterna del móvil. «Aquí la rotura que se restauró. Y aquí pegado, fíjate, un pelito del pincel de Ramón Gaya». Entre los dos hombres envuelven el cuadro como si fuera para regalo. Desfilan varios «ponte ahí», «dobla aquí», seguido del bricolaje de la cinta de pegar y los pliegues del papel con una meticulosidad rítmica. «¿La guardamos ya? Es el momento de la verdad», dicen los operarios mientras los retratos de la sala parecen clavar la mirada en el momento. «Habéis cogido bien las medidas», se oye desde el cuadro. Sellan la caja con una simple pero importantísima brida azul, el precinto, «para que, cuando llegue a su lugar, se compruebe que la obra no ha sido manipulada», concluye Barroso. Los gastos del transporte corren siempre a cargo de la empresa que organiza la muestra temporal, que reclama el préstamo. De hecho, no se carga nada más en los camiones, indican los operarios.

A pesar de todo lo que ha corrido 'La maja' de Gaya, tiene una apariencia impecable. Desde que fue encargada a principios de 1932 por Cossío y el poeta Pedro Salinas, padeció las humedades de Galicia, el sol de los campos andaluces y las heladas de ambas Castillas hasta el estallido de la Guerra Civil, que forzó a muchos de los artistas, entre ellos a Gaya, al exilio.

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«Dar, servir y no servirse»

Sin embargo, el pintor nunca abandonó el alma de viajero ilustrado del que se impregnó en los años 30. En México imitó un museo portátil rodeándose de láminas de cuadros. «Fue también una parte decisiva para comprender qué significa la cultura: dar, servir y no servirse», evoca Rafael Fuster al calorcito de un café, ya más despreocupado de la obra que acaba de subirse al camión. Aunque pareciera un vehículo al uso, cuenta con suspensión neumática para suavizar el traqueteo y controla la temperatura del remolque alrededor de los 20º, vigilado en todo momento por cámaras. 'La maja vestida' viajará sola hasta Barcelona. Allí cargarán otras dos obras para la misma exposición que aún disfrutarán de muchísimo espacio en el remolque hasta la capital de la Unión Europea.

Museo Circulante

Ese legado de misionero cultural que dejó Gaya se conserva y extiende en la pinacoteca dedica al conocido pintor y discreto pero igualmente brillante escritor que se codeó con la Generación del 27. «El museo saca muchas obras de arte al cabo del año, bien para muestras temporales, algunas de ellas organizadas por nosotros con el proyecto Museo Circulante siglo XXI, con el que hemos ido a Orihuela, a la Biblioteca Regional de Murcia, a la Universidad de Murcia, al Barón de Benifayó en San Pedro del Pinatar... Pero también, por ejemplo, al Thyssen de Madrid», recuerda Rafael Fuster. Todas ellas ofrecen una nueva perspectiva de Ramón Gaya, nuevos contextos sobre la obra y la biografía de un artista que terminó por asumir en su vida una frase que bien valdría un lema en Bruselas: «Lo que yo entiendo por mi casa es Europa».

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