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Voló de Murcia hace ya casi una eternidad. Pero hace pocos años, en 2023, cayó en nuestras manos un libro titulado Obrador (editorial Dilema, 2023), ... una selección de cinco poemarios, elegidos de entre los diez que tienen como autor a Pedro Provencio Chumillas (1943), un poeta de Alhama de Murcia que hoy vive en Madrid. Para muchos lectores antiguos ese libro ha sido la repatriación de sus palabras, también antiguas. Las hemos leído con atención y después de 'pasadas' por los fogones de la memoria, la admiración que le dispensamos en su día se ha convertido en entusiasmo. Obrador es una joya que merece ser pensada y sentida. Así, el entusiasmo deviene sutil resentimiento, cuando observamos que Pedro Provencio no aparece citado con la frecuencia que su obra poética merece, siendo como es nuestra región un aquelarre de maratones de lectura, presentación de libros, recitales poéticos, festivales, conferencias y un montón de actos culturales.
Esa forma de desaparecer (él asocia la 'tachadura' con el silencio y la ausencia) creemos que debe redimirse con el reencuentro de unos versos que han pulsado nuestra capacidad de sorpresa. Sobre la perseverancia de la poesía en nuestras conciencias, se da por satisfecho con una breve permanencia de sensaciones, con el recuerdo de un resoplido, de un relámpago. Cuenta Pedro Provencio que en la presentación de uno de sus poemarios, una asistente intervino y le manifestó al poeta: «Lo que más me ha gustado de tu poesía son esos dos últimos versos que has leído». «Con eso ya soy feliz», replicó el conferenciante, aludiendo a la importancia de un sencillo remanso emocional, al margen de la extensión o de las opiniones sesudas de la concurrencia. A mí, personalmente, me inspira un profundo silencio como límite la lectura de los siguientes versos:
«Por las bocas de las alcantarillas / se oye «amén, aleluya». / Todas las emisoras de la ciudad / transmiten gritos de torturados. / Desde el mundo real llega una onda expansiva / que revitaliza los volcanes extinguidos. / «A medias vivo –¿quién lo dice?–, a medias resucitado». La economía se paraliza. / Es la hora prevista desde el origen de los tiempos / aún no sabemos para qué, pero es la hora». (De '104 días', editorial Germania, 2003).
En el anterior poema aparece el sintagma 'onda expansiva', que dio título a otro poemario, escrito como homenaje a las víctimas del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 ('Onda expansiva', Amargord, 2012). Cada poema lleva como título el nombre y los apellidos de los que sufrieron dicho atentado, a los que el poeta presta su voz. Lo importante de estos poemas es el punto de vista de las víctimas, que quedaron «con un gesto interrumpido de ir a decir algo». Así, los autores son las víctimas.
Además de poeta, Pedro Provencio es autor de antologías, traducciones y ensayos. Comprometido con su tiempo, sobrepasa las anécdotas que le proporciona la inmediatez y construye unas secuencias de imágenes intelectualizadas y diría que abstraídas de la automatización del lenguaje, es decir, poetizadas: «Aquí está el cerco, / Acaba de cerrarse, justo a tiempo / de evitar que te quedes dentro o fuera. // Se han cumplido tus cálculos: / giran las huellas pero no los pasos, / y si se reconocen no se encuentran. // Sigue adelante, / ahora que para ti se ha hecho habitable / la perpetua frontera // entre la dispersión y la presencia».
La poesía de Pedro Provencio es, desde mi punto de vista, una necesidad rescatable de la elipsis a la que la tenemos sometida quienes transitamos por las salas que ocupan nuestro paisaje cultural.
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