Francisco Salmerón: «La primera guerra carlista fue más cruenta que la del 36»
Investigación ·
El doctor en Historia Contemporánea analiza en su último libro el impacto que tuvo en la Región de Murcia el movimiento contrarrevolucionarioCuando pensamos en guerra civil en España, lo primero que se nos viene a la cabeza es la que tuvo lugar entre 1936 y 1939. ... Pero ni mucho menos es la única. El siglo XIX cuenta con varios enfrentamientos fratricidas, entre ellos las tres guerras carlistas, en las que dos ramas de la dinastía Borbón se disputaron el trono tras la muerte de Fernando VII. «Y la primera de ellas, con un nivel de crueldad, ensañamiento y salvajismo superior a la del 36. No se hacía prisioneros, a todos se les ejecutaba», señala el ciezano Francisco J. Salmerón, doctor en Historia Contemporánea, que acaba de publicar el libro 'El carlismo y las guerras carlistas en la provincia de Murcia' (Ediciones R&S).
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Una obra que trata una temática muy poco estudiada y que revela que, aunque la Región fue un territorio mayoritariamente liberal, el movimiento contrarrevolucionario que luchaba con el lema de «Dios, Patria y Rey» tuvo también sus partidarios en este territorio, con focos importantes en Lorca y actos de guerra en Cartagena, Cieza, Jumilla y Yecla, entre otras zonas.
«La segunda guerra carlista (1846-49) apenas tuvo incidencia aquí, pero la primera (1833-40) y la tercera (1872-76) sí contaron con revueltas interiores y ataques desde fuera. Una anécdota que refleja el cambio de situación es que en la Glorieta de Murcia había una estatua de Fernando VII que se derribó y utilizó para fabricar balas y defenderse de las tropas carlistas», explica Salmerón, que tiene estudios previos sobre el Trienio Liberal y la «desconocida» guerra civil de 1822-23, que enfrentó a absolutistas y liberales.
La batalla de Cieza
Probablemente la figura carlista más destacada en la Región fue el jumillano Miguel Lozano, quien en septiembre de 1874, en plena Primera República, comandó una expedición hacia las provincias del sur de la península, con el fin de aliviar la presión sobre los reductos contrarrevolucionarios del norte de España y conseguir recursos económicos a través de los saqueos. En su marcha, Lozano tomó ayuntamientos como Lorca y Abarán, así como la estación de tren de Los Ramos (Murcia), hasta que fue derrotado por los liberales en la batalla de Cieza, que se desarrolló en los llanos de Los Albares, los morrones de Bolvax y la fortaleza del Castillo, tres emblemáticos enclaves ciezanos. Lozano sería fusilado en Albacete en 1874.
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Tras la restauración borbónica con Alfonso XII, el carlismo perdió fuerza, aunque siguió vigente y tuvo un destacado papel en la guerra de 1936-39. Incluso existe hoy en la Región una delegación de la Comunión Tradicionalista. «Si el carlismo se hubiera impuesto , el Antiguo Régimen hubiera durado en España mucho más», concluye Francisco Salmerón.
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