Pérez-Reverte: «Hay cosas que me gustaría no haber aprendido»

Hay certezas, dice el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), que, de poder elegir, él hubiera preferido «no tener». Lecciones, cuenta, que ha ido aprendiendo con el tiempo y que poco a poco han ido apartándole de la inocencia e ingenuidad con las que caminaba por el mundo cuando contaba con veinte o treinta años.

Entonces, reconoce el autor, miembro desde 2003 de la Real Academia Española (RAE), escribía «con intuiciones», y el impulso de narrar estaba guiado por la «esperanza». Ahora sus obras, afirma seguro, son novelas «con pasado»; hechas a base de «conclusiones».

Con ellas arma Pérez-Reverte 'El italiano', su última publicación y el libro que este jueves presentó en Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, acompañado por el catedrático de la Universidad de Murcia, José María Pozuelo Yvancos, con quien por la tarde mantuvo un encuentro dentro del ciclo 'Literatura y memoria. Narrativa de la guerra civil', que también organiza la fundación; y por el gerente de esta, Pascual Martínez.

'El italiano', explicó, es una historia inspirada en hechos reales que su padre le contó cuando era joven: «Uno nunca sabe lo que siembra», reflexionó el escritor, autor de una obra «muy mediterránea» que es, en realidad, «un canto» al mar frente al que creció.

Publicada por Alfaguara, la novela enfrenta a una joven librera, Elena Arbués, con un buzo italiano, Teseo Lombardo, a quien esta rescata una madrugada de entre 1942 y 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. El amor hilvanará sus vidas, un amor que por primera vez Pérez-Reverte retrata en sus novelas con un final «cerrado». «Quizá me hago mayor y me permito mirar hacia atrás con una cierta lucidez. Cuando era joven no sabía cómo terminaba el amor, mi propio amor o mis propios amores. De joven caminas en un territorio incierto, a veces hostil, y desconoces cómo van a acabar los pasos que das. Cuando ya tienes 70 años, los cumplo en unos días, sabes perfectamente a dónde te van a llevar esos pasos».

Las certezas son, sin embargo para Pérez-Reverte, «desoladoras». Al menos, algunas de ellas. Escribir, confesó el autor de la exitosa saga de Alatriste, es más «divertido» desde la «intuición». «Cuando miro la vida política, social, veo un montón de cosas que me gustaría no saber, no haber aprendido. Antes me deslumbraba lo que veía, la gente que conocía, tenía más fe en las personas, más esperanza en el mundo, en el futuro, en la sociedad, en la amistad, en el amor, en todo; creía que el mundo iba a mejor y me esperaban sorpresas agradables en la vida que quería descubrir. Ahora, cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que por supuesto las hubo, pero también otras desagradables. Conozco ahora al ser humano mejor que cuando tenía veinte años. Y en ese sentido añoro esa inocencia que todavía me permitía amar cosas que después aprendí a despreciar», reveló el autor.

Preguntado por su opinión acerca de la delicada situación que vive el Mar Menor, Pérez-Reverte aseguró no tener un parecer distinto al del resto de ciudadanos. «Es un disparate», fruto, calificó el autor, de «la ambición y la estupidez humanas», unidas, añadió, «a la dejadez por parte de las autoridades que han mirado para otro lado». Pero el Mar Menor, insistió, no es un caso único ni más disparatado de lo que «ocurre en otros muchos lugares».

Tampoco la pandemia que todavía nos azota es más, a ojos del escritor, «que una guerra mundial u otra de las epidemias ya pasadas». «Por la vida que llevé –Pérez-Reverte fue corresponsal de guerra durante dos décadas–, aprendí que el mundo es un lugar incierto lleno de trampas peligrosas, y que pandemias, tsunamis, terremotos, guerras, accidentes y catástrofes ocurren periódicamente». «El problema es que Europa y todo Occidente ha olvidado que estas cosas existen. Pensamos que estamos a salvo de todo y que seremos siempre jóvenes, guapos y vitaminados, mientras la realidad nos demuestra que el ser humano vive en un territorio hostil muy peligroso», aseveró.