Pascual García: «Si un amor es intenso, resulta difícil que no haya una buena dosis de dolor»
El autor moratallero presenta hoy en ExLibris 'Estación de los besos incompletos', su última novela, con la que cierra «una etapa oscura»
'Estación de los besos incompletos' es «el final de una etapa oscura». Una etapa llena de desencuentros y sabores amargos, de pesadumbre e inquietud, ... de rostro serio y sin luz en la que Pascual García (Moratalla, 1962) ha ido «exorcizando» sus propios «demonios». «Durante muchos libros me dediqué a ello», cuenta el autor, quien en este tiempo sombrío ha dado forma, entre otros títulos, a los libros de poesía 'Poemas del desamor verdadero', Premio Dionisia García de la Universidad de Murcia (UMU); y 'Un hombre solo', editado por el sello murciano La Fea Burguesía. 'La estación de los besos incompletos' es otro relato de amor doliente, pero el último, asegura: «Lo que tiene de luminoso es que es el final».
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Catedrático de Lengua y Literatura, profesor y articulista en LA VERDAD, García participa hoy –18.00 horas– en la IV Semana Internacional de las Letras de Murcia, ExLibris, donde presentará su reciente novela, editada por Fran Serrano en MurciaLibro. Será en el salón de actos del Arqueológico de Murcia, y en compañía del catedrático emérito de la UMU Francisco J. Díez de Revenga.
–¿Qué narra en 'Estación de los besos incompletos'?
–Es un viaje particular, casi a ninguna parte. El protagonista de la novela va en busca de su mujer, que se ha marchado indignada porque lo ha sorprendido con una amante en su casa, pero no sabe si va finalmente a encontrarla. Durante el viaje, él va contando su experiencia, y al mismo tiempo se suceden narraciones paralelas sobre conflictos amorosos que, en principio, no tienen nada que ver con la novela, pero su argumento sí está relacionado.
«En el fondo, uno escribe para descargarse, para justificarse y, tal vez, para intentar saber qué es lo que le ha pasado»
–Dice en la sinopsis de su libro que quizá la tarea más ardua que puede abordar una persona sea la de enfrentarse a sus propias sombras; ¿usted lo ha hecho para escribir este relato?
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–Todas las novelas que me interesan tienen que ver con un mundo de sombras del propio escritor. Siempre es una experiencia muy intensa, y en mi caso ha sido así, pero lo que ocurre en la novela no es mi historia personal. Hay una relación, sí, entre uno o varios conflictos, pero no en los hechos. 'La estación de los besos incompletos' es una historia de decepciones y de fracasos sentimentales; uno, en el fondo, escribe para descargarse, para justificarse y, tal vez, para intentar saber qué es lo que le ha pasado.
–¿También para conocerse?
–Sí, claro, es un proceso de conocimiento fundamental. Mientras expresas aquello que vas sintiendo entiendes cosas que te han pasado. Y al lector le ocurre algo parecido, por eso hay esa simbiosis entre el lector y el escritor. Aunque no siempre ocurre con todos los autores, solo con los que nos cuentan la historia que queremos leer.
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–¿Cómo se queda uno después de enfrentarse a sus propios demonios?
–La primera redacción de la novela fue la más complicada y en la que más me impliqué. La sentí como una experiencia propia. De hecho, esperaba a ver qué ocurría en el argumento para, a veces, resolver mis propios problemas sentimentales. Las siguientes redacciones estuvieron más relacionadas con la maduración de la trama y la corrección de algunos detalles.
–¿Qué tenía especial interés en contar a través de este libro?
–En la novela hay un viaje hacia el fracaso, y en ella se aborda el por qué de ese fracaso. Es como si buscara la solución a un determinado problema y su solución se fuera dilatando en una especie de túnel con una fuga infinita.
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«Ahora estoy en el momento de pasarlo bien, con la sensación de que el tiempo es infinito»
–¿En todo amor hay también dolor?
–El amor incluye el dolor, eso lo descubre uno con el tiempo. Si realmente es un amor intenso, resulta muy difícil que no haya una buena dosis de dolor, aunque la vida también nos enseña cómo amar de una forma mucho más limpia, clara y transparente.
Zozobra, inquietud y miedo
–Además de descarga y liberación emocional, ¿qué le aporta la escritura?
–Durante gran tiempo me aportó mucha zozobra, mucha inquietud y mucho miedo, pero hace ya bastantes años que la escritura me da mucha felicidad. Ha sido un cambio radical, que no sé si tiene que ver con mi maduración o con la experiencia. Ahora podría decir que escribo para ser feliz. Me aporta conocimiento sobre mí mismo, placer y la posibilidad de expresar lo que estoy sintiendo y viviendo.
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–¿A qué etapa de su vida corresponde esta novela?
–Al final de una etapa oscura de mi vida sentimental y vital en la que padecí muchísimo, pero lo que tiene de luminoso es que es el final de un camino tenebroso.
–¿Y ahora?
–Ahora estoy en el momento de pasarlo bien, con la sensación de que el tiempo es infinito y de que tengo toda la eternidad por delante. Es algo muy particular, una especie de calma. Lo que estoy escribiendo ya no tiene nada que ver en absoluto con todo lo anterior. Supongo que ahí lo que estaba haciendo era exorcizar demonios. Durante muchos libros me dediqué a ello.
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