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La Tempestad bajo dirección de Silvia Márquez Chulilla. Javier Carrión / AGM

Una noche bachiana en plural: La Tempestad y el arte del clave en el Auditorio Víctor Villegas

Raíces y partituras ·

Una velada única en Murcia dedicada a los conciertos para clave de Johann Sebastian Bach, interpretados con maestría por La Tempestad bajo la dirección y clave de Silvia Márquez Chulilla

Jaume Darbra

Crítico musical

Miércoles, 1 de octubre 2025, 13:10

El concierto de este martes en el ciclo 'Auditorio', en el Auditorio regional Víctor Villegas, en Murcia, protagonizado por La Tempestad bajo dirección de Silvia ... Márquez Chulilla, ofreció una experiencia musical de gran valor centrada en la integral de conciertos para dos, tres y cuatro claves de Johann Sebastian Bach. La presencia de cuatro destacados clavecinistas (Alfonso Sebastián, Javier Artigas, Javier Núñez y la propia Márquez Chulilla) permitió abordar una de las mayores rarezas del repertorio barroco, en un formato tan desafiante como espectacular.

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La primera parte arrancó con el Concierto para tres claves en Do mayor, BWV 1064, con un 'Allegro' lleno de energía y graves intensos que vibraron junto a los tres claves. Artigas aportó una presencia elegante y precisa que completó el entramado sonoro, logrando contrastes dinámicos disfrutables y naturales. En el 'Adagio', los tres clavecinistas alcanzaron tal compenetración que la música pareció surgir de un solo instrumento, logrando un fraseo homogéneo y envolvente. Sin perder flujo, el paso al Concierto para dos claves en Do menor, BWV 1060, mantuvo el pulso escénico: en el 'Allegro', una afinación ligeramente desviada aportó magia y realismo, resaltando el interrogatorio musical entre los clavecinistas. El segundo movimiento, 'Largo overo Adagio', fue algo más plano, pero el dinamismo y la delicadeza de Núñez trajeron frescura y vitalidad.

Márquez contextualizó la segunda parte evocando el Café Zimmermann de Leipzig y presentando los conciertos como si fueran auténticas jamsessions entre los músicos cercanos a Bach

La transición al Concierto para tres claves en Re menor, BWV 1063, fue impecable. El primer movimiento demostró el control absoluto del grupo en pulso y articulación, destacando las hemiolias y una Márquez desbordante de musicalidad. Jorge Muñoz, contrabajo y Guillermo Turina, violonchelo, imprimieron soltura a la base armónica, facilitando la expresividad y libertad del trío solista. En el tercer movimiento, 'Allegro', sobresalió la destreza casi mecánica de Márquez y el temple sabio de Núñez, logrando un cierre de primera mitad maduro y vibrante.

Tras la pausa, Márquez contextualizó la segunda parte evocando el Café Zimmermann de Leipzig y presentando los conciertos como si fueran auténticas 'jam sessions' entre los músicos cercanos a Bach. Esta imagen histórica proporcionó el marco perfecto tanto para el Concierto para dos claves en Do menor, BWV 1062, como para el Concierto en Do mayor, BWV 1061, donde reinó el contraste: el primer movimiento fue un ágil diálogo entre clave y cuerda; el segundo, 'Adagio overo Largo', desplegó una atmósfera íntima y contemplativa con «efecto» de instrumento continuo, y el tercero, 'Fuga', brilló por la teatralidad y los gestos desenfadados de Sebastián, llenando la sala de frescura.

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La calidez y nivel del concierto resultaron en claro contraste con la imagen de una sala semivacía y la notable ausencia de oyentes jóvenes

El broche final, el regreso del Concierto para tres claves en La menor, BWV 1065, transformó el auditorio en una auténtica fiesta colectiva: La Tempestad demostró cohesión y arrojo, con energía digna de una banda de rock. Como bis, regalaron de nuevo el tercer movimiento, 'Allegro', de esta pieza, elevando la atmósfera y dejando patente su entrega.

En último término, la calidez y nivel del concierto resultaron en claro contraste con la imagen de una sala semivacía y la notable ausencia de oyentes jóvenes. No deja de ser sugerente imaginar que, con mejores condiciones de acceso y políticas específicas de precios reducidos para estudiantes, propuestas de este calibre podrían captar nuevas generaciones y convertir eventos así en hitos culturales concurridos y necesarios. Pese a ello, la entrega del ensemble fue incuestionable y la vivencia artística, recordable.

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