Homenaje a «la jefa» de la arqueología en la UMU
Antiguos discípulos de la doctora Ana María Muñoz Amilibia, creadora de la Escuela de Murcia, la recuerdan en una publicación plena de anécdotas y fotografías de sus vivencias
Ana María Muñoz Amilibia (San Sebastián, 1932-Madrid, 2020) es una leyenda de la arqueología. Lo fue para sus alumnos de la Universidad de Murcia, institución a la que estuvo vinculada quince años como catedrática de Arqueología, Epigrafía y Numismática, aunque la relación de fraternidad con sus alumnos duró toda la vida. Hasta el punto de que con 80 años, cuando ya le habían aconsejado que aparcara la conducción, le dijo seriamente a José Miguel García Cano, director del Museo de la Universidad de Murcia, que prefería que no la invitaran más a ningún acto porque estaba convencida de que si lo hacían volvería a echarse a la carretera. No fue nada miedosa «la jefa», como la llamaban «algunos de los más atrevidos», afirma Sebastián Ramallo, catedrático de Arqueología de la UMU, que ha coordinado junto a García Cano una publicación, 'Homenaje a la Dra. Ana María Muñoz Amilibia de sus discípulos de la Universidad de Murcia'. En este volumen, prologado por el rector, José Luján, escriben 31 de sus antiguos alumnos. En la Región dirigió siete tesis doctorales (Arturo Pérez Almoguera, Pedro A. Lillo Carpio, José Pérez Ballester, Sebastián F. Ramallo Asensio, María Milagrosa Ros Sala, Manuela Ayala Juan, José Miguel García Cano) y 21 tesis de licenciatura. Muñoz Amilibia creó la Escuela de Arqueología de Murcia, donde se incorporó en 1975, cuando solo había 10 universidades en España. «No le importó –coinciden Ramallo y García Cano– que no hubiera biblioteca especializada, laboratorios o proyectos de investigación en curso, se dispuso a empezar de cero».
Publicidad
En efecto, si la arqueología está presente en toda la Región, es gracias a la aportación de Muñoz Amilibia, mediante «excavaciones programadas, intervenciones de urgencia, prospecciones, nuevos museos municipales, cursos de extensión universitaria, conferencias...». Fue directora del Departamento de Arqueología y del Servicio de Publicaciones, y vicedecana de la Facultad de Letras.
«Era la única mujer en ese momento catedrática de Arqueología en España y cuando murió [se estrelló su avión en el mar de la Liguria] el profesor Lamboglia, italiano, muy vinculado a las cerámicas romanas republicanas, y como era amigo de ella se hizo un pasquín que colocamos, como la típica fotocopia, con celo por toda la facultad, en homenaje»
josé miguel garcía cano
En esta monografía, editada por la UMU, en colaboración con la Fundación Cajamurcia, gracias a Pascual Martínez –también antiguo alumno–, están las vivencias personales de las tres primeras promociones de arqueólogos que se formaron junto a «la jefa». Cuando se fue de Murcia, la UMU también le hizo un homenaje científico, y al jubilarse también sus discípulos murcianos la reclamaron. Incluso la invitaban a bodas. En el libro hay un álbum fotográfico de muchas de sus visitas a yacimientos de la Región y anécdotas de trabajo de esos primeros momentos. «La doctora Muñoz Amilibia –confirma Ramallo, que fue alumno de ella en primero– afianzó nuestras vocaciones. Ella representaba algo distinto a todo lo demás». Vino a Murcia a formar escuela, y todos los miércoles a las siete de la tarde daba una charla en el departamento. «Era otro trato, con un conferenciante que en principio era ella, pero que luego daban los profesores ya licenciados, y cuando empezamos a salir a excavaciones, con el Instituto Arqueológico Alemán, a Ampurias... nos obligaba a dar charlas informales con diapositivas y profesores para compartir lo que habíamos aprendido», recuerda García Cano en conversación animada con LA VERDAD.
Era bisnieta de José María Muñoz, filántropo que ayudó a los afectados por las riadas de Santa Teresa
La doctora Muñoz Amilibia solía asistir como invitada a las más importantes reuniones científicas, estaba al tanto de las últimas excavaciones que se hacían en la Península Ibérica. «Era la única mujer en ese momento catedrática de Arqueología en España y cuando murió [se estrelló su avión en el mar de la Liguria] el profesor Lamboglia, italiano, muy vinculado a las cerámicas romanas republicanas, y como era amigo de ella se hizo un pasquín que colocamos, como la típica fotocopia, con celo por toda la facultad, en homenaje», rememora Gómez Cano. Era distinta al resto de profesores incluso a la hora de impartir la docencia, anota Ramallo. «Por eso a muchos nos enganchó. Hablaba sin notas, de cabeza, con unas fichas, llenaba la pizarra de nombres». Muñoz Amilibia era una dominadora de la historia antigua y de la arqueología, además de su interés por el Neolítico –su tesis doctoral–, «pero se metía en el problema, en el estado actual de las cosas. Era muy receptiva a nuevas propuestas y te orientaba de forma muy precisa».
De una reunión con ella partió la primera propuesta de investigar los restos de Cartagena que desembocaron en el hallazgo del Teatro Romano, cuenta Sebastián Ramallo
Aunque se formó en Barcelona y acabó en la UNED, la UMU fue su universidad más querida. «Sus maestros eran todos de Barcelona, y se fue a Madrid por cuestiones familiares, pero si no ella hubiera seguido en Murcia», señala García Cano. «Tú podías discrepar con ella, le dabas los datos arqueológicos, ella se los estudiaba y te daba una contrapropuesta. Y siempre con un respeto enorme, nunca imponía».
Publicidad
Legado invaluable
Sus «auténticas lecciones de historia y arqueología», recuerda Manuel Lechuga, actual director del Museo Arqueológico de Murcia, estaban «cimentadas en la maestría y los conocimientos de una sólida y amplia formación humanística forjada junto a los grandes maestros de la arqueología nacional». Visiones muy coincidentes de los buenos momentos vividos en yacimientos como el Cabezo del Plomo de Mazarrón o Coimbra del Barranco Ancho, en Molinicos de Moratalla, la Muralla de Murcia (calle del Pilar)... Incluso de una reunión con ella partió la primera propuesta de investigar los restos de Cartagena que desembocaron en el hallazgo del Teatro Romano. Todo su legado (libros, diapositivas, material de trabajo) lo donó al Museo de la Universidad, donde llevan varios meses catalogando. «De prehistoriadores franceses hay una correspondencia fluida, montones de separatas y libros dedicados. Gente de primerísimo nivel, y ella, con sus aportaciones al neolítico, estaba siempre en la lista de invitados a congresos», apunta García Cano, convencido de lo factible que sería hacer una tesis doctoral sobre ella.
La doctora Amilibia era bisnieta de José María Muñoz, filántropo alicantino con estatua en el Malecón, venerado por ayudar a los afectados de la riada de Santa Teresa.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión