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Joyas con forma de tomate, pepino y pimiento Pinterest

Así fue el primer concurso de gazpacho

Gastrohistorias ·

En julio de 1886 el periodista Mariano de Cavia anunció la celebración de un certamen de gazpachos con tres categorías y tres curiosos premios.

ana vega pérez de arlucea

Sábado, 18 de julio 2020, 00:20

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Pensando hoy en las modas gastronómicas sin sentido y en lo pelmas que resultan sus promotores, me he acordado de un tema del que les hablé aquí hace un par de años y que aunque fue una obsesión culinaria momentánea y arbitraria, trajo muchas cosas buenas: el furor desatado por el gazpacho en 1885 entre las clases altas permitió que esta receta se popularizara en toda Españay, en cierta manera, que alcanzara el status de plato icónico nacional que tiene ahora. La época dorada del gazpacho señorial fue breve pero intensa. Entre 1885 y 1890 esta sopa fría –hasta entonces propia de labradores y gentes sencillas– conquistó de tal manera los saraos elegantes que «dar un gazpacho» se convirtió en sinónimo de ofrecer una cuchipanda o merendola veraniegas, normalmente al aire libre y de estilo artificiosamente campestre.

El gazpacho, lógicamente, era la estrella de la función y solía figurar en el centro de la mesa, contenido en una especie de gran ponchera (de la cual los invitados podían servirse libremente) y enfriado a conciencia con hielo picado. Las recetas para elaborarlo se fueron refinando y adaptando tanto al delicado paladar de aquel público como a su aristocrático bolsillo: poco o nada de ajo, vinagre de vino de primera categoría e ingredientes selectos fueron cambiando la fórmula original de manera similar a la de los «gazpachos» de fruta de hoy en día.

Para que vean ustedes el primoroso nivel al que llegó la pasión decimonónica por el gazpacho queda la prueba documental del que seguramente fue el primer concurso de gazpacho de la historia, organizado en el verano de 1886 por el célebre periodista Mariano de Cavia (1855-1920). Columnista de El Liberal, Cavia tenía en este diario madrileño una popularísima sección titulada «Plato del día» en la cual el 15 de julio de 1886 anunció la próxima celebración en la capital de un certamen culinario para «colmo de la gazpachofilia, gazpachología o gazpachografía». Numerosos medios se hicieron eco de esta iniciativa de la que desgraciadamente desconocemos el resultado final pero sí las bases. Según Cavia, tres iban a ser los premios a repartir entre los concursantes y también tres las categorías a concurso: el mejor gazpacho clásico recibiría como premio un alfiler de corbata con un diminuto pepino, el mejor «gazpacho romántico» ganaría un bastón con el puño en forma de rojo tomate y el mejor «gazpacho naturalista» sería premiado con un par de gemelos imitando dos pimientos.

Sonaba a broma, pero Cavia se encargó de subrayar la seriedad de la idea y de explicar en qué consistían las distintas clases de gazpacho que serían juzgadas «por siete hijos de las siete viejas ciudades árabes de España, a saber, Sevilla, Córdoba, Granada, Málaga, Murcia, Valencia y Zaragoza» y con suplentes en caso de necesidad naturales de Cádiz, Toledo y Madrid. El gazpacho clásico era el elaborado a la antigua usanza «con estricta sujeción a las reglas castizas y al gusto de la gente del campo», es decir, idealmente con pan de Alcalá de Guadaira y servido en lebrillo de barro. El gazpacho romántico debía respetar las condiciones básicas de la receta tradicional aunque «imprimiendo a la sabrosa mezcla estilo persoanl e ideando combinaciones que unan a la novedad y a la audacia el carácter nacioanl y el sello propio de la tierra». Por último, el premio al mejor gazpacho naturalista sería para quien «sin quitar al conjunto el gusto armónico y general deje brillar espléndidamente cada detalle, y dé al tomate lo que es del tomate, a la sal lo que es de la sal, lo suyo al vinagre y lo propio al aceite, mezclando con el pimiento y el pepino, con el pan y el orégano aquellos elementos que el Zola del gazpacho juzgue necesarios para modernizar este antiquísimo manjar y ponerlo de acuerdo con los gustos cosmopolitas».

El jurado tendría que justificar su decisión a través de dictámenes escritos y en caso de haber votos particulares, se permitiría su defensa pública siempre y cuando no pasaran de ser tres en total. Tanta planificación, unida al anuncio de que durante el transcurso del certamen se recitarían también poemas y sátiras en honor al gazpacho, apunta a que la idea fue fruto de un grupo de amigos y a que se celebró de manera privada, ya que durante aquel resto de verano de 1886 se habló mucho de gazpachos y gazpachistas, pero de momento la hemeroteca no nos ha regalado ninguna noticia sobre los ganadores del concurso. No sería mala idea recuperarlo y, aunque sea sin broches ni gemelos esmaltados, elegir los mejores gazpachos del país.

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