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Diario de escritura (LXXIII)

Tiempo por venir ·

Domingo, 6 de diciembre 2020, 08:31

Lunes 23 de noviembre

Te levantas temprano y continúas leyendo la tesis doctoral que examinas el jueves. Avanzas más rápido de lo que creías. A veces también sucede que acabas haciendo más cosas de las que habías pensado. Como esta mañana. Tesis, tutorías de TFG, mails, recados, burocracia.

Terminas de leer 'Ese famoso abismo'. Cada vez te cuesta más leer a Vila-Matas sin levantarte de inmediato a escribir. Cada línea te espolea y te contagia la pasión por la escritura. Ya lo has dicho en alguna ocasión: su pensamiento exuda literatura. Cada párrafo que lees tienta tu escritura. Quisieras dejar el libro a un lado para comenzar a escribir y, sin embargo, no puedes hacerlo. Esa tensión del deseo literario te inquieta y te seduce a partes iguales. Subrayas varias veces: «Quien lee lápiz en mano está convencido de ser capaz de escribir un libro mejor que el libro que está leyendo. El modificador toma notas, subraya, lucha contra el texto, escribiendo al margen (...) Es un diálogo vivo».

Te quemas el paladar probando unas croquetas. Intuyes que vas a tener para varios días.

Martes 24 de noviembre

Está recibiendo bastante atención el ensayito sobre la siesta, más de la que habías pensado. Por supuesto, te alegras, pero, por otro lado, te apena pensar en 'El arte a contratiempo', desapercibido y eclipsado por ese pequeño libro azul. El trabajo serio de diez años frente al divertimento de unos meses. Te consuelas pensando en que su tiempo es diferente y no está sujeto a la dinámica de las novedades.

Dos horas de clase. El concepto de trauma. Imágenes impactantes y desagradables. Hablas de lo abyecto y del cadáver. Hay debate. Sientes que se va produciendo la conexión con la clase. Con mascarilla y distancia ha tardado más de la cuenta.

En el Cuartel de Artillería, Foro de la Cultura. Cada uno habla de su sector cultural. A ti te toca hablar del estado de la literatura. No hablas de creación, sino del campo literario. De lo difícil –o imposible– que es para un autor vivir de sus libros. La poesía, decía Aleixandre, apenas da para merendar. La novela no da para mucho más. Para la cerveza y los gin-tonics. En tu caso, eso ya es mucho. Más allá de la broma, comentas el papel extraño que tiene la literatura en las políticas culturales, dividida entre la educación y la cultura. Piensas que las editoriales tendrían que ser consideradas industrias culturales. Y que las ayudas institucionales regionales en ese caso serían muy simples: compra de libros a las editoriales murcianas, a través de las librerías murcianas para nutrir las bibliotecas murcianas.

Luego, camináis todos hasta Art Nueve, donde Jesús Alcaide monta la exposición 'Otro doble hermético'. Compráis unas cervezas en un chino y os las tomáis mientras los demás trabajan. Pasa la policía y se os queda mirando. Nunca te han multado y tendría gracia que hoy te estrenases.

Vuelves a casa y ves un capítulo de 'Un mundo feliz'. Te informas algo más sobre el libro de Huxley y te sorprende cómo llegó a imaginar ciertos aspectos de un futuro que hace tiempo que ya está aquí.

Miércoles 25 de noviembre

En el rectorado, entrega de los premios de TFG contra la violencia machista. Una tutorizada ha ganado un accésit. Es un motivo de orgullo.

En clase hoy no estás lúcido. Te cuesta trabajo respirar con la mascarilla.

Después, hablas para la Hemeroteca de LA VERDAD de la portada del día de tu nacimiento. Cinco días antes de las primeras elecciones democráticas. Tu madre siempre contaba que fue a votar recién parida.

Muere Maradona. En tu memoria siempre es el más grande. Tienes la camiseta que compraste en tu viaje de estudios del colegio. Están los goles, la magia, pero sobre todo está el recuerdo. El mundial, en la casa de la huerta, con tus hermanos y, especialmente, con tu padre. Para él Maradona, aparte de la magia del fútbol, constituía también una especie de vínculo con la familia que se había ido a Argentina. Ver jugar a Maradona era sentir a sus hermanos pegados a la televisión, todos juntos, en una suerte de comunidad en la distancia.

Pero en Maradona también están las sombras. Nadie niega eso. Y también tiene que ser contado. Fue el mejor en el fútbol. La magia. Los sueños. Eso es lo que tú recuerdas. Pero lo demás también está ahí. Y, por supuesto, debe configurar el modo en que se lo recuerde. Porque nadie es más que nadie en la vida. El ídolo también fue persona. Y esa persona no fue ni mucho menos ejemplar. Es necesario mirar a contraluz. Distinguir la luz y la oscuridad.

El problema, en cualquier caso, es pensar que los futbolistas –pero también vale para los escritores o los artistas– han de ser ejemplo de algo más allá de lo que hacen en el campo.

Jueves 26 de noviembre

Tesis doctoral toda la mañana. De nuevo, por Zoom. Al acabar, rellenas los documentos –eres el secretario– y los envías firmados electrónicamente a la Universidad de Salamanca.

Terminas a las dos, con el tiempo justo para llegar a la comida en la que felicitáis a Jota. Coméis en la Cueva de la Cerveza y luego tomáis un gin-tonic en el Bosque Animado. Seguís un rato allí y después pasáis por la inauguración de Art Nueve. El comisario ha recuperado el sentido de una exposición célebre de Manel Clot, uno de los críticos fundamentales de los noventa. La alegoría, la vanitas, el barroco, la alquimia, lo ilegible..., que aparece de nuevo en las obras de los artistas escogidos. Te fascinan especialmente las obras de Sergio Porlán y Javier Pividal. Sutiles, elegantes, bellas y, a su manera, perversas.

Continuáis un poco más. Rafa pone la alarma del móvil. A las diez y media hay que irse. El toque de queda os salva de darlo todo esta noche.

Viernes 27 de noviembre

Presentáis en Estrella de Levante el concurso de relatos Generación Estrella-Club Renacimiento. Antes, en el Párraga se presenta 'Estudio abierto', también con el apoyo de Estrella. Están allí los músicos que admiras. Luego, vienen a la presentación del concurso y prácticamente habláis para ellos. Yayo lo ha organizado todo.

Almorzáis en una terraza en el Cabezo de Torres sorteando la lluvia. Durante la comida, igual que antes, durante la rueda de prensa, y después, durante las copas, solo puedes pensar una cosa: el privilegio de tener amigos a los que admiras tanto. Y la suerte de que todo esto suceda en Murcia.

Raquel te recoge por la tarde y te lleva a Alcantarilla. Allí tienes que hablar como escritor invitado del jurado del Premio Jara Carrillo. Haces lo que puedes. La mascarilla lo disimula todo. Después, compráis unos tacos y unas quesadillas y veis un episodio de 'Un mundo feliz'. El día ha sido perfecto.

Sábado 28 de noviembre

Lees los suplementos y haces el informe de lectura de un artículo para una revista académica.

Por la tarde, en la Filmoteca, veis 'El año del descubrimiento'. Has leído maravillas sobre la película de Luis López Carrasco. Y tienen razón: es una obra excepcional. A través del relato de la quema de la Asamblea Regional en 1992, la película hace evidente el conflicto social, económico, político y afectivo de un tiempo que aún no ha terminado del todo. El pasado reverbera en el presente y los tiempos se tocan y chocan entre sí. La crisis del pasado es también la crisis del presente. Como dice uno de los personajes, lo hemos olvidado, pero seguimos viviendo ahí.

De camino a casa, compráis pasteles y empanadillas. Os encanta vivir en la ciudad. Más de lo que habíais imaginado.

Domingo 29 de noviembre

Hoy es el día. Por fin regresas a la novela. Es lo primero que haces tras desayunar. Apagas el móvil, cierras la wifi y pones sobre el escritorio el taco de folios del primer borrador. Hoy vas a comenzar a leerlos y a volver a recorrer lo que escribiste.

Conforme avanzas, los sentimientos se mezclan. La alegría por volver, pero también el desencanto. No tanto porque aún falta mucho trabajo, sino porque hay algo que no acaba de marchar. Demasiadas tramas y vaivenes. Demasiadas líneas de fuga que en sí mismas podrían funcionar pero que en el conjunto no cuajan. Necesitas mover escenas, quitar capítulos y personajes, trabajar sobre todo el conflicto y la tensión. Aún no es cuestión de tono, sino de estructura.

Te acuestas apesadumbrado. Sabes que hay algo que tienes que arreglar y aún no vislumbras cómo hacerlo. Lo único que tienes claro es que ha regresado la obsesión. Te llevas el cuaderno a la mesita. A partir de ahora, las noches serán para esta historia.

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