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Mesa para cinco

Ciudad y salud

Existe un consenso internacional en torno a un inaplazable cambio de modelo urbano

Hace unos días la Marea Blanca de Murcia convocó un encuentro entre expertos, representantes de diversas asociaciones vecinales y candidatos políticos para tratar la compleja ... y muchas veces relegada relación entre ciudad y todo aquello que es capaz de generar bienestar físico, mental y social, además de evitar el riesgo de padecer enfermedades.

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Esta intensa reunión puso sobre la mesa que el ambiente urbano tiene un impacto directo y muy significativo sobre la salud ya que ésta depende en gran medida de las circunstancias en las que las personas desarrollamos nuestras vidas. Y es evidente que entre esas circunstancias se encuentra el entorno en el que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo exponiéndonos a ciertas sustancias, fomentando o dificultando la realización de determinadas actividades, alimentando compañías o soledades, etc.

Pero hablar de urbanismo y salud no es algo nuevo, de hecho, el urbanismo moderno surgió a mediados del siglo XIX precisamente como respuesta a los gravísimos problemas de salud publica que originó la Revolución Industrial. Con el tiempo, este enfoque sociosanitario del urbanismo se ha ido perdiendo conforme se ha considerado superada la problemática. Si bien hay algunas excepciones como la ambiciosa apuesta que hicieron los Países Bajos por el transporte público y el uso de la bicicleta en los años 70, cuando, entre otras cuestiones, la tasa de mortalidad ocasionada por el automóvil se hizo inasumible. No obstante, en el siglo XXI volvemos a enfrentarnos a cuestiones preocupantes y generalizadas, como el incremento de enfermedades broncopulmonares, la obesidad o la soledad no deseada, causadas directamente por la forma urbana y el uso que hacemos de ella. Esta evidencia está suscitando un consenso internacional en torno a un inaplazable cambio de modelo urbano que permita la convivencia equilibrada entre sistemas de producción, salud y sostenibilidad.

Para lograrlo, creo que todos estaremos de acuerdo en que es necesario abordar este asunto de la salud más allá de los indispensables servicios sanitarios y afrontar el tema de manera interseccional, posibilitando la puesta en marcha conjunta y coordinada de políticas y acciones facilitadoras de una vida sana. En estos términos, es crucial la implicación de las entidades locales en la creación de entornos y dinámicas urbanas capaces de influir en que la población tome decisiones saludables, disminuyan los niveles de contaminación ambiental y mitiguen las consecuencias de los episodios de temperaturas extremas, además de contribuir a frenar el cambio climático. Algo que los expertos vertebran en tres grandes ejes que se concretan en: fomentar una vida activa promocionando la movilidad a pie y en bicicleta así como las actividades de tiempo libre dinámicas y para todas las edades, con dotación de columpios, pistas deportivas, circuitos de calistenia y geronto-gimnasia, ejes verdes, parques metropolitanos, piscinas públicas, etc... Asimismo, también aconsejan firmemente la necesidad de expandir la naturaleza en las ciudades como medio eficaz para paliar el calor o la contaminación ambiental pero también como bálsamo contra la tristeza y estímulo para la socialización. Y, en este mismo sentido, recomiendan construir espacios de convivencia para combatir la soledad no deseada y alimentar los cuidados colectivos con los que las personas nos ocupamos las unas de las otras.

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Mi intervención en el encuentro del que les hablaba al principio acabó con una anécdota que había presenciado justo el día anterior cuando, al pasar por una de las zonas de bancos rodeados de vegetación que hay en mi barrio en la que cada tarde se reúne un grupo de mujeres de edad muy avanzada, escuché cómo una de ellas agradecía a las demás que se hubieran acercado a su casa para animarla a salir. Por lo visto, la señora llevaba varios días sin aparecer por la reunión vespertina porque se encontraba un poco «mustia», pero unirse al grupo esa tarde le había sentado muy bien y, después de dar ese pequeño paseo hasta el banco y charlar un rato al aire libre, volvía a sentirse animada y con ganas de repetir esos pasos al día siguiente. No me dirán ustedes que esto no es también una cuestión de salud pública.

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