Fotografía: Pepe H. Tipografía: Nacho Rodríguez
Una palabra tuya

Ana ya no está, su madre sí

Domingo, 6 de octubre 2024, 08:38

Si alguien entiende algo que arroje la primera piedra, si alguien no se estremece con la muerte de Ana, que por entonces disfrutaba de la ... plenitud de su incipiente juventud, que se lo haga mirar en Urgencias. Todos hemos disfrutado de las fiestas de los pueblos, todos hemos estado enamorados, hemos visto amanecer de regreso a casa...; pero, de momento, usted y yo seguimos vivos.

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Viajemos a 2015. Estamos en una carretera de la Región de Murcia, en el término municipal de Abanilla. Un hombre joven conduce su vehículo, son más de las seis de la mañana. Lo malo es que se dé la maldita casualidad de que lo haga ebrio. No es que tuviese intención de provocar una tragedia, no es eso, pero tampoco había hecho lo correcto para poner de su parte todo lo necesario para evitarla. No fue una buena idea conducir en ese estado, no lo es nunca; y, en cuanto a que bebiese todo lo que le diese la gana antes de ponerse al volante, que también fue decisión suya, nada que objetar si luego se hubiese ido a dormir la mona a casa, a la de sus padres o a la suya propia, a pie, o en taxi o en Uber o en Cabify, o en el coche de un amigo sobrio o teletransportándose, cualquier cosa menos haberse arriesgado a lo que finalmente ocurrió. Tampoco su vida a partir de entonces, aunque él siga aquí para contarlo, pudo ser ya un camino de rosas.

El hombre se llama Elías, como el profeta, pero hubiese sido mejor que no hubiesen tenido conocimiento, ni de su existencia ni de su nombre, las personas con cuyo dolor están teniendo que pagar las consecuencias de sus actos: unos jóvenes que regresaban a pie de disfrutar todo lo posible en las fiestas de Mahoya, se cruzaron en el camino, con muy mala fortuna, con él. Los arrolló. Ana falleció sobre el asfalto, otros quedaron malheridos y todos se llevaron un susto de muerte, incluido el conductor que los atropelló, que se dio a la fuga. Sentir miedo es humano; el profeta Elías también lo sintió en una ocasión, temió por su vida y encaminó sus pasos hacia la ciudad de Beerseba. Cuando recapacitó, el conductor, que había cumplido los 22 años, se entregó. En un primer momento, la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Cieza dictaminó que se le retirasen, qué menos, el permiso de conducir y el pasaporte, y que compareciese mensualmente en el Juzgado; quedó en libertad, imputado por un delito de homicidio imprudente, delito de lesiones por imprudencia y omisión del deber de socorro.

En 2022, el Juzgado de lo Penal número 1 de Murcia lo condenó, y a tomar viento la presunción de inocencia, a dos años y cinco meses de cárcel. Tampoco es que sea mucho tiempo llegado el caso, tampoco nadie puede devolverles a Ana a los suyos, tampoco es que los que quedaron muy malheridos hayan podido rehacer sus vidas como si nada. La pesadilla fue real. Esa imagen de Ana, que sufrió un traumatismo craneoencefálico severo con múltiples fracturas... sobre el asfalto.

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Su novio iba con ella, se llama Ismael, lo condujeron entre la vida y la muerte al Hospital Virgen de la Arrixaca, y sobrevivió aunque padece secuelas; las peores, las psicológicas. Todo estaba listo para un hermoso amanecer cuando se produjo el siniestro. Hubiesen llegado todos a casa sanos y salvo si Elías no hubiese invadido el arcén, tras perder el control de su vehículo, por el que caminaban. Pasaron siete años hasta que se dictó sentencia, reconociendo la misma que «la causa ha sufrido dilaciones indebidas»; ¡coño, y tanto! La sentencia disponía la entrega de Elías a la madre de Ana de 103.339,94 euros en concepto de indemnización. Siempre se ha dicho que las penas con pan son menos, seguro que usted y yo preferimos no tener que comprobarlo y que esa mujer daría su vida para que su hija siguiera aquí.

La madre de Ana recurrió la sentencia, solicitó ampliar la investigación del suceso, argumentó que como Elías reconoció los hechos tras su entrega, «se impidió judicialmente la práctica de prueba alguna», aunque en ese momento el abogado de la familia de la joven protestó. También solicitó el incremento de la indemnización: 231.987,64 euros.

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Bien, llegamos al presente. La Audiencia Provincial ha anulado la sentencia, dando la razón a la madre de Ana estimando su recurso y ordenando realizar más pruebas. Debe retomarse el juicio «en dicho momento procesal por parte del mismo juez». Debe reanudarse la vista oral atendiendo a las pruebas que solicite la madre de Ana, que era novia de Ismael, una chica muy joven, que un día de 2015 caminaba por una carretera, de vuelta de unas fiestas populares, cuando Elías, que conducía ebrio, acabó con su vida sobre el asfalto. El profeta Elías se quedó dormido debajo de un enebro, no querría yo conocer los sueños que en estos años han visitado a todos los que ese atropello de 2015 les hirió en lo profundo. Si es que no debió ocurrir.

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