Antonio Aparicio, ganador de la Espiga de Plata

Abrió plaza el carmelitano David Pardo, que no dudó en ir a la puerta de chiqueros para recibir a portagola al primer novillo del festejo. Dos largas cambiadas le enjaretó. Puso voluntad y garra en una faena iniciada en redondo con las dos rodillas en tierra y que se alargó demasiado y que acabó con una media ladeada y una segunda estocada entera.

El ceheginero Salvador Ruiz «El Marqués» fue macizando poco a poco su faena. Una ligada y sentida tanda de naturales y otra con la diestra tuvieron un ritmo que se perdió al final del trasteo. Pinchó antes de cobrar una estocada entera. Falló con el descabello.

En tercer lugar actuó Toni Marín, de Alcantarilla. Tuvo enfrente un novillo correoso, que pidió mando. Brindó al público e inició su faena de rodillas. Luego firmó dos tandas en los terrenos de afuera en los que el astado repitió y el muchacho pudo componer la figura, abierto el compás. El final de faena, con la res en los terrenos de tablas y a la defensiva resultó más costoso para el novillero. Tras la estocada pasó un suplicio con el descabello.

Tras el descanso fue el turno de Antonio Aparicio. El de Torre Pacheco se mostró como un novillero de valor seco y muleta poderosa, que logró dominar al becerros de más picante del encierro de Nazario. Desde los estatutarios finales gasta las luquesinas del final estuvo por encima de su oponente. Tuvo el animal muerte de bravo y Aparicio paseó la primera oreja de la tarde.

Le faltó transmisión al quinto, que correspondió a Jorge Infer. Mostró buenas formas el murciano en un trasteo correcto, aunque largo. Con la espada acertó al tercer intento y se atascó con el verduguillo.

Jesús Montiel firmó ante el sexto el saludo de capote más lucido de la festejo. Fue el de Nazario un astado de embestida franca, que fue hasta al final en cada muletazo de una faena en la que el de Calasparra suplió su falta de oficio con naturalidad y verticalidad en su toretoreo. Una buena estocada precedida de un pinchazo puso broche al festejo ya de noche. Paseó una oreja y se le pidió otra.

Finalizada la novillada, el jurado decidió que el triunfador y ganador de la Espiga de Plata fuera Antonio Aparicio.