Alejandro Vergara: «Si sigue creciendo el turismo, habrá que pedir hora para ir al museo»
El historiador del arte, jefe de Colección de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, debate hoy en el Gaya sobre '¿Qué es la calidad en el arte?'
Un amigo de Alejandro Vergara Sharp le comentó un día lo mucho que le había gustado un cuadro colgado en el Museo del Prado, que ... resultó ser una (mala) copia de un autor flamenco de esa maravillosa torre de Babel de Pieter Bruegel. Y Vergara le dijo que tenía argumentos de sobra para rebatirle la calidad de esa obra. Que no era tan buena esa pintura como su amigo le decía. Esa fue la piedra de toque que dio lugar a '¿Qué es la calidad en el arte' (Tres Hermanas), el libro en el que Alejandro Vergara (Washington DC, Estados Unidos, 1960), jefe de Colección de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, defiende que un buen conocimiento de la historia del arte nos proporciona elementos de juicio que hacen que nuestra argumentación no sea simplemente subjetiva. Sobre esa pregunta de difícil respuesta en una simple página girará esta tarde la charla que Vergara ofrecerá en el Museo Ramón Gaya, a partir de las 19 horas, junto a Noelia Ibáñez, historiadora del arte nacida en Beniel y que también trabaja en el Museo del Prado. En su caso, como jefa de Atención al Visitante.
–Difícil, entonces, dar una respuesta breve a una pregunta tan amplia como la que plantea usted en el título de su libro.
–Claro. Recuerde además que el subtítulo del libro es 'una reflexión basada en la pintura europea de los siglos XV a XVIII'. Esto viene a ser una forma de habitar las preguntas que suscita el arte. E intentar contestarlas en tiempo real. ¿Por qué este cuadro es bueno o es malo? ¿Por qué un cuadro es mejor que otro? Tratar de responder a cómo se aprecia la calidad en el arte. Que no es tan distinto de cómo juzgar una entrevista como esta, o una camisa que te hayas comprado, o el último concierto que hayas escuchado. Lo que hago es volver al pasado y responder a esas preguntas atendiendo a los criterios de los artistas del momento, de manera asequible. Sin dejar de lado la subjetividad del espectador, ¿eh? La calidad, según la visión de gente como Leonardo da Vinci o Velázquez, podemos entender a qué se referían. Pero es verdad que uno de los callejones en los que me encontré fue que, si solo atendemos a la calidad en el arte como una cuestión técnica, nos dejamos muchas cosas fuera. Es solo una de las muchas cualidades que se pueden valorar en una obra de arte. Pero, si algo tiene muchas cualidades, también tendrá más calidad. Aún así, sigo en un callejón sin salida [risas].
–Cualidades le sobraban a Ramón Gaya, el artista que más ha tratado el Museo del Prado en sus pinturas y en sus textos.
–Gaya es un referente de la tradición figurativa y realista en la pintura española y europea, de una generación que ha sido muy sabia a la hora de encontrar la pincelada, el tono, la densidad, el color... para expresar realidades distintas. Y con herramientas muy diversas que además van descubriendo para expresar su propia personalidad.
'¿Qué es la calidad en el arte?'
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Editorial. Tres Hermanas.
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Autor. Alejandro Vergara Sharp.
–¿Cree que el Museo del Prado y otras grandes pinacotecas aún permiten esa experiencia contemplativa que Gaya consideraba esencial para la pintura? ¿O el turismo la ha alterado irremediablemente?
–Ahora mismo es una de las preguntas fundamentales que tenemos que hacernos los amantes del arte respecto al Prado y a la sociedad en general. Estamos muy saturados en el Prado y en todos los museos europeos. Es difícil entrar ahora a ver la pintura más destacada de un museo y no ver una aglomeración de gente, que levantan la mano para hacer una foto con el móvil, que incluso se hacen un 'selfie'. En el Prado no está permitido, precisamente para proteger la experiencia de la contemplación del arte. Pero es verdad que hay muchísima gente. Si sigue creciendo el turismo, habrá que pedir hora para ir al museo, y se limita el cupo de gente. El Prado recibe ahora más de tres millones de personas al año, y eso en las salas más conocidas es demasiada gente. Yo lo que recomendaría a la gente es que busque salas que no están llenas, que se fíe del museo. Disfrutar de esos otros cuadros. La última vez que fui a Florencia iba con mucho ánimo de disfrutar a Boticelli, y no pude. Salí muy frustrado de mi visita. No pude verlo más que entre cabezas. Somos mucha gente en el mundo, y es un asunto que tendremos que resolver.
«La última vez que fui a Florencia iba con mucho ánimo de ver a Boticelli, y salí muy frustrado; solo pude verlo entre cabezas»
–¿Los museos están perdiendo sentido como meros espacios expositivos?
–Yo creo no, si se refiere a espacios en los que simplemente se conserve y se muestre el arte de diferentes épocas que la tradición considera importante. Aunque solo hiciéramos eso, yo creo que estamos haciendo mucho. Pero nosotros y otros muchos museos hacemos muchas cosas más que suponen intermediación entre la institución y el público. Nosotros, todas las mañanas, hacemos un 'Instagram' en directo diez minutos antes de abrir el museo sobre diferentes temáticas. Eso lo ven cientos de miles de personas, a veces hasta millones. Y solo eso ya es una forma de difundir y educar.
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