Donald Trump escuchando la interpretación del himno de Estados Unidos antes de la final. REUTERS

Trump llega puntual, pero la final se retrasa 40 minutos

El presidente de EE UU fue silbado cuando su imagen salió por los videomarcadores de la pista Arthur Ashe

Daniel Domínguez

Lunes, 8 de septiembre 2025, 00:26

El espectáculo y el lujo son dos aspectos que marcan el US Open, especialmente, por su atmósfera eléctrica, inversión en experiencias VIP y modernización constante de sus instalaciones. El US Open es una máquina de hacer dinero. Desde ventas de cada pelota utilizada, sin concretar a qué partido pertenece, a un cóctel, Honey Deuce, una mezcla de vodka, limonada y licor de frambuesa con sus características bolitas de melón.

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Por eso, no puede resultar extraño que el Grand Slam de Nueva York sea aquel que brinda una mayor recompensa económica a sus participantes por el esfuerzo realizado. Una cantidad que ha experimentado un aumento considerable este año. Esta vez, los campeones de individuales, tanto en el cuadro femenino como en el masculino, se embolsan 5 millones de dólares, una cantidad récord que representa un aumento del 39% con respecto al año pasado, cuando se impuso Sinner a Fritz.

De esta manera, la bolsa total de premios del US Open, tal y como publicó la organización del torneo, asciende a 90 millones de dólares, un 20% más con respecto a los 75 millones de dólares de 2024. Porque los premios en metálico no solo han experimentado un notable crecimiento para el campeón y el finalista, sino, también, en todas las rondas.

Al margen del dinero que Alcaraz ingresará por su segundo título en Nueva York, la final de ayer estuvo marcada por la presencia de Donald Trump en la pista Arthur Ashe, que no pisaba desde 2015. A pesar de su intento de evitar el abucheo al presidente Donald Trump, el US Open no logró tapar la queja de los neoyorquinos.

Las pantallas de la pista oscurecieron la imagen de Trump cuando salió al palco para escuchar el himno, interpretado por la sargento Carla Loy, de West Point. Como si no estuviera en el recinto. Una vez arrancó el canto de las banderas y las estrellas, con el presidente haciendo el saludo militar, tampoco apareció en las pantallas. Solo una vez avanzado lo enfocaron y los espectadores lo abuchearon de forma sonora. En cuanto desapareció su imagen, volvió el respeto.

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Había mucho temor a que las protestas fueran masivas. Por esa razón, la organización del US Open solicitó a las cadenas de televisión con derecho de retransmisión que se abstuvieran de «exhibir alteraciones o reacciones en respuesta a la asistencia del presidente».Se preveía que el presidente no volviese a aparecer en las pantallas. Pero sí lo hizo, para ser de nuevo abucheado de forma prácticamente unánime. Trump llegó puntual a la cita, pero la final se retrasó 40 minutos por las largas colas que se formaron por entrar, tras endurecerse los controles de acceso al recinto.

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