Lo complejo es Nobel

Lunes, 18 de octubre 2021, 21:21

En uno de los devaneos que cada cierto tiempo se tienen en el mundo científico, como la emblemática posición de Laplace, se llegó a pensar ... y creerse que, con la formulación de la Mecánica de Newton, todo se podía conocer: pasado, presente y futuro. El denominado determinismo filosófico formulaba un marco en el que solamente habría que resolver 'algunos problemillas', a título de ejemplo, que concretaran los casos posibles. La realidad evidenció que solamente se había descorrido una cortina, tras lo cual aparecieron mil y un problemas nuevos que dieron al traste con las endiosadas pretensiones de muchos científicos de la época. Posteriormente, no han faltado algunos episodios más y fue muy significativa la aportación de Gödel al precisar que el lenguaje del pensamiento formal siempre será insuficiente para poder describir un sistema, completamente y sin contradicciones. Siempre ocurre lo mismo; al final el mundo es complejo y las simplificaciones y aproximaciones suelen explicar parcialmente los hechos y, más nos vale manejarnos en la complejidad, que se desvela como una más apropiada aproximación a la realidad.

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Los sistemas reales, complejos, presentan dificultades para identificar las variables que inciden en el comportamiento de aquellos, que son muy abundantes. A partir de cierto límite de complejidad (es una forma de hablar) surge el denominado caos que dificulta, todavía más, el conocimiento, y poder desvelar el comportamiento de un fenómeno que se estudia y se quiere desentrañar su casuística. Trabajar en este campo es lo que se ha premiado con el Nobel a los científicos Syukuro Manabe, Klaus Hasselmann y Giorgio Parisi. Se han ocupado de proponer una serie de principios implicados en el desorden, tanto en sus genuinas fases, como en las fluctuaciones, focalizando desde el nivel atómico hasta el planetario.

La complejidad nos acosa por todas partes. No somos conscientes de su ocurrencia a niveles microscópicos y mucho menos de los interplanetarios, pero sí percibimos la complejidad de las interacciones entre los humanos, como ocurre con los sistemas socioeconómicos, desde las elecciones democráticas a cualquiera de los sistemas que implican tomar decisiones. En los años cincuenta se desarrollaron trabajos encaminados a explicar cómo se puede mantener el equilibrio en sistemas complejos sometidos a la toma de decisiones colectivas, desde la negociación hasta las formas de cooperación entre humanos. Con el incremento del número de participantes, el sistema exhibe un comportamiento caótico, no tanto en la interpretación vulgar del término al que la evolución cultural ha llevado a asignarle un significado errático, cuanto que se vuelve impredecible por la complejidad que conlleva.

Cabe matizar los conceptos complejo y complicado. En el último caso, no necesariamente hay solución, en el primero sí la hay, por muy costosa que se presente. Son destacables los trabajos de Arrow, Gibbard y Satterthwaite, así como el desarrollo de la Dinámica de Sistemas, metodología propuesta por Forrester como forma de enmarcar los problemas complejos y abordarlos desde el rigor de la complejidad. En realidad, una forma de pensar, muy eficaz para abordar problemas complejos y desenvolverse en la propia vida, sin más. La educación general haría bien en ir identificando todas aquellas metodologías que repercuten, con valor añadido, en la formación, actualizando las propuestas educativas más allá del nominal reparto de horas lectivas en el que siempre se «atrancan» ejecutivos y legisladores.

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Si hubiera que resumir el trabajo al que ahora se le otorga relevancia con la concesión del Nobel de Física, es la significativa aportación en la dirección de comprender el mundo en que vivimos, caótico, necesariamente, al conjugar un sinnúmero de variables que excede en mucho a las simplificaciones con las que usualmente nos aproximamos a resolver los problemas. La idealidad que sobrenada en las soluciones propuestas a los problemas reales, permiten disponer de indicativos de por dónde transcurren los hechos, pero siempre hay que tener la cautela de las restricciones que derivan de las aproximaciones efectuadas.

El Nobel de 2021 en Física viene a recordarnos la complejidad de la naturaleza, la ingenuidad de muchas soluciones que se formulan desde la intuición, que se vienen abajo cuando la realidad se impone y sus leyes de la complejidad desbordan los tratamientos que se hicieron. Ahí están las Matemáticas, la Física y la Química, para ayudar a comprender el mundo que nos rodea. Es una esperanza el poder abordar la naturaleza en su intimidad más cercana, donde las cosas son genuinamente complejas. Así creemos que es la realidad.

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