Los bolsillos pelados

Así que el ejercicio que se acaba ha estado otra vez marcado por una dinámica de estancamiento y de inseguridad que ha tensionado a todos los sectores, provocando una ralentización del crecimiento que se constata claramente en la evolución del PIB. Algo que se aprecia más si cabe en la Región de Murcia. No obstante, por lo menos, el negro nubarrón de la recesión parece disiparse.

Desde principios de año, con el conflicto bélico en marcha, la presión inflacionista se convirtió en la principal preocupación debido a unos precios que no dejaban de escalar de forma generalizada, como consecuencia en primer lugar del sobrecoste de la energía, pero también de otros lastres que venían ya de atrás como el encarecimiento de las materias primas, así como los persistentes cuellos de botella en las cadenas de suministro.

Una mención singular requiere lo acontecido con los combustibles, ante unos costes desorbitados del petróleo que llevaron a la movilización del transporte profesional, y que obligó al Gobierno a adoptar medidas, alcanzando las ayudas a los particulares.

Aun así, el tejido productivo regional ha vuelto a demostrar su capacidad de resiliencia –más allá del perjuicio sufrido–, y el propio nivel de consumo de los hogares ha resistido más lo esperado, aunque haya sido a costa de 'meter mano' a los ahorros. Sin embargo, la cartera no da para todo, como se refleja en el ajuste de la compra de vivienda y de coches.