Tiempos raros para una ganadería en crecimiento
La concentración del sector en menos manos, el alto precio de los cereales, la poca rentabilidad y la falta de relevo generacional conviven con los datos de un sector en tránsito cada vez más potente en la Región
La producción ganadera regional, principalmente de porcino, no deja de crecer, al tiempo de que, paradójicamente, algunas de sus dificultades también aumentan. El debate en torno a las macrogranjas, el incremento de los costes y las dificultades para encontrar el relevo generacional que asegure el futuro del sector se encuentran entre las preocupaciones de una actividad que, sin embargo, cada vez tiene más peso en el potente agroalimentario regional, donde ya representa más de un tercio de todo su valor.
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El agro murciano, que supone el 4,3% del PIB regional, ya está copado concretamente en un 35% por la actividad ganadera, que a su vez lidera, con notable diferencia, el porcino. El cerdo es el gran buque insignia de nuestra ganadería, donde suma dos tercios del total del sector, el doble que la media española. El fenómeno clave que se está experimentando, tanto en los debates que han trascendido a la opinión pública como en el reflejo de los propios datos, es la reducción del número de explotaciones, cada vez de mayor tamaño y, por tanto, con muchos más animales. No llegan a ser «las macrogranjas de las características que algún medio de comunicación dice que tienen no sé cuantísimos animales», defiende el ganadero Vicente Carrión, responsable sectorial de la asociación agraria COAG en la Región de Murcia, si bien los registros incluyen más de medio centenar y medio de explotaciones consideradas bajo la famosa denominación. En cualquier caso, no hay dudas de que se tiende hacia una generalización de explotaciones cada vez más grandes. Cruzando los datos del Censo Agrario 2020 del INE, como hizo este periódico en un detallado reportaje del pasado mayo, obtenemos que en poco más de una década (desde 2009) se ha más que triplicado la producción animal de cada instalación porcina en la Región de Murcia.
Datos
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4,3% es el PIB de la Región que representa el sector agroalimentario.
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35% del sector agro regional está copado por la ganadería.
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40.000 explotaciones porcinas había en la Región en los años 60. Ahora rondan el millar
Muy lejos han quedado las casi 40.000 explotaciones porcinas que se contabilizaban en la Región de Murcia a mediados de los años 60. Ahora la cifra apenas ronda el millar, al tiempo que el número de cabezas se ha más que triplicado, al pasar de unas 700.000 entonces a casi 2,5 millones ahora. Dicho de otro modo, la media de cerdos por granja ha pasado de menos de 18 ejemplares, hace poco más de medio siglo, a rondar los 2.000 en la actualidad. Nuestras granjas de cerdo son ahora, de media, más de 110 veces más grandes que las que había en los años sesenta, y se siguen agigantando. Para llegar a ser consideradas macrogranjas deben contar por instalación con más de 2.000 cerdos de cebo; es decir, ejemplares de 50 kilos o más de peso vivos, lo que ahora ocurre con menos de la mitad de todos los gochos de la Región. También se alcanza esa categoría con 750 cerdas. Los registros recogen un total de 175 macrogranjas en la Región.
En poco más de medio siglo, el número de cerdos por granja ha pasado en la Región de menos de 18 a rondar los 2.000 de media
La caída de la rentabilidad por animal está detrás de esta evolución hacia explotaciones más grandes. En este entorno en el que los pequeños propietarios lo tienen más difícil, explica Carrión, «el sistema que se utiliza fundamentalmente en porcino, y también en aves, es el de la integración». Se trata, explica, de grandes explotaciones, de las que «se pueden contar con los dedos de una mano las que hay en Murcia, que son las dueñas de los animales, pero están difuminadas en explotaciones más pequeñas, si bien también se han hecho más grandes». En ellas se crían animales propiedad de una empresa mayor por parte del dueño del establecimiento, que pone su espacio y su trabajo de alimentación y crianza de unos ejemplares que no son suyos. El representante de COAG admite que lo deseable hubiera sido poder mantener las explotaciones bajo la titularidad y la gestión del propietario de las instalaciones, «pero no ha sido posible debido a la situación económica que se ha venido generando por la falta de rentabilidad».
El alto precio de los cereales, a partir de los que se fabrica el pienso, ha contribuido especialmente a la reorganización del sector en menos manos, «porque tienes que hacer compras de volúmenes muy importantes para conseguir buen precio», precisa el representante sectorial.
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En el ovino y el caprino, sobre todo, se acusan además con especial relevancia las dificultades para encontrar un relevo generacional que asegure su futuro en la Región. Carrión lo achaca ante todo a la escasa rentabilidad de una actividad «que no es algo que a los jóvenes les llame la atención como para continuar con ese trabajo del padre o del abuelo, y entonces se acaban dedicando a otra cosa».
A la menor rentabilidad y las dificultades para incorporar a los jóvenes, el representante de los ganaderos suma la presión que las normativas están imponiendo a un sector que siente cómo las nuevas tendencias de consumo de carne y cuidado de los animales le van cercando. «El tema está muy oscuro», repite varias veces al ser preguntado sobre sus augurios para dentro de diez o veinte años. Carrión cita también la influencia de «los comentarios que hace algún ministro sobre el consumo, y la repercusión que tiene eso en la sociedad; los grupos que hay de animalistas, y todo eso acompañado del tema de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionado con la ganadería». De ahí el sombrío augurio, que el ganadero extiende a la salud, «porque las proteínas son imprescindibles para seguir viviendo, y el cuerpo no asimila igual las proteínas vegetales que las de origen animal».
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El sector ganadero regional, en el que a diferencia del agrícola no ha triunfado la vertiente ecologista (por las dificultades de ofrecer buenos precios, según Carrión) se encamina hacia un futuro incierto, en el que lo seguro es que se van a producir cambios, «que parece que es lo que se pretende», añade el ganadero. El tiempo hará balance del resultado.
Entre cuatro especies anda el juego
El porcino copa el 61% de la estructura de la producción animal de la Región de Murcia, el bovino alcanza el 11% y entre el ovino y el caprino suman el 8% del total. Aparte queda la producción de leche, que equivale al 8,3% de toda esta estructura de producción. De modo que tenemos que casi el 90% de toda la producción ganadera murciana está copada por estos cuatro tipos, con las granjas de cerdos como grandes protagonistas. Muy detrás quedan otras producciones animales, como las de las aves y conejos.
La actividad más importante es la porcina. Desde el año 2000, la cabaña murciana de cerdos no ha parado de crecer, hasta el punto de que en 2021 ya se alcanzaban casi los 2,5 millones de cabezas en las explotaciones de la Región, frente a los apenas 1,7 millones de comienzos de siglo. Sin embargo, ahora, con una mayor oferta, el rendimiento de la producción es menor. En 2021 se le calculó un valor de algo menos de 477 millones de euros, 15 millones de euros menos que un año antes, cuando, de hecho, la producción en toneladas fue un 2% menor.
En bovino, y también durante los últimos 22 años, el aumento de su cabaña ha sido aún mayor, más del doble, al pasar de contar con menos de 35.000 ejemplares en 2000 a más de 77.600 en 2021. Aquí también ha descendido el valor de la producción anual en el último ejercicio, al pasar de casi 87,6 millones de euros en 2020 a apenas 85,3 millones en 2021, si bien en este caso sí ha descendido la producción de carne (un 10% en un año).
En el caso del caprino, la evolución de su cabaña, al igual que la de cerdos, también ha sido pronunciada desde comienzos de siglo (de menos de 150.000 cabezas en 2000 a más de 213.000 ahora). Mientras que la cabaña de ovino experimentó un cierto retroceso en los diez primeros años del nuevo siglo (de 912.000 cabezas la cantidad se redujo a menos de 530.000 en 2010), si bien luego se ha ido recuperando a lo largo de los años (ahora ya supera las 660.000).
El crecimiento de las exportaciones a los países árabes está detrás de esta recuperación. A diferencia de lo ocurrido en el porcino, el valor de la producción de caprino y ovino sí se ha incrementado en 2021, al subir en conjunto un 15%, de modo que ha superado los 62 millones de euros.
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