Temor y búsqueda de nuevos mercados ante Trump

El sector agrario regional observa con inquietud la ofensiva arancelaria estadounidense impuesta por su presidente, Donald Trump, en un nuevo marco espoleado en los últimos seis meses; los que lleva, en la Casa Blanca. Independientemente del acuerdo arancelario que se acordó el domingo del 15%, dentro del plazo marcado que acaba el 31 de julio, ya era seguro que el momento actual va a marcar un punto de inflexión en el campo. Representantes de distintas entidades ligadas al sector, principalmente en el ámbito de la investigación, ofrecen su visión acerca del modo en el que el actual contexto puede influir en la actividad regional, y sobre las alternativas que se abren para limitar el daño.

«Después de años cultivando relaciones comerciales y afianzando su presencia, la incertidumbre generada por el proteccionismo de EE UU amenaza ese esfuerzo», lamenta el director del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), Andrés Martínez Bastida. El futuro, ante esta tendencia, «se ve con inquietud», coincide el director del otro gran centro de investigación del sector, Pedro Martínez Gómez, al frente del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC): «Los aranceles anunciados por EE UU para los productos agrarios murcianos son una mala noticia para la Región y pueden producir una pérdida de mercado».

El analista de inteligencia estratégica Jesús Navarro, director de la plataforma especializada en detectar tendencias en sectores clave como la agricultura Innsai Monitor, con sede en Valencia, observa « que este tipo de medidas podrían alterar significativamente los flujos comerciales en sectores clave como el hortofrutícola o el vino».

De hecho, el vino, por ejemplo, ya ha visto caer sus ventas un 30% desde que Trump inició su política arancelaria. La imposición de derechos de aduana desde Estados Unidos «es un nuevo golpe para las empresas agroalimentarias españolas», resume el coordinador de la Plataforma Tecnológica de Biotecnología Vegetal (Biovegen), Gonzaga Ruiz de Gauna. Hay que tener en cuenta, explica, que Estados Unidos es el primer destino fuera de Europa de los alimentos y las bebidas españolas. En 2024, estas ventas ascendieron a 3.500 millones de euros, principalmente de aceite de oliva (más de 1.000 millones de euros), que es el bien español más exportado. Solo las empresas de la Región de Murcia ya exportan 360 millones de euros a Estados Unidos al año.

«Va a tener un impacto directo sobre la agricultura europea», abunda el director general de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), Antonio Villarroel. Esta agresiva política comercial, precisa, «afecta especialmente a cultivos destinados a la exportación como el olivar, la vid o el melocotón, que son pilares económicos en regiones rurales de países como España, Francia, Italia o Grecia».

Martínez Bastida coincide en señalar el efecto negativo que la nueva estrategia estadunidense augura para el campo regional. Actualmente, recuerda, desde aquí se exportan a ese país principalmente productos agroalimentarios transformados, como conserva vegetal, zumos, golosinas, vino, bebidas espirituosas, productos lácteos, aceite, derivados cárnicos, condimentos y especias. Lógicamente, «la subida indiscriminada de aranceles repercutirá en la cesta de la compra del consumidor americano», de modo que estos productos serán menos competitivos frente los generados localmente. «Hay un temor claro y justificado de perder mercado en EE UU», resume Villarrroel.

Las puertas entrecerradas del mercado estadounidense llevan al sector a buscar alternativas. «Se están analizando otras opciones», explica el director del Imida. «La administración regional, a través del Instituto de Fomento, está llevando a cabo prospecciones de mercados alternativos», explica, y pone como ejemplo el trabajo que se está realizando en el sudeste asiático, Canadá, África, Reino Unido y China. «En cualquier caso, la Industria Alimentaria de la Región de Murcia tiene una implantación muy sólida en más de cien países y las empresas trabajan en fortalecer esa presencia», destaca.

Ruiz de Gauna cita la disposición de la Unión Europea para abrir mercado en países como la India, «de interés especial para las bodegas», que componen una actividad de notable importancia en la Región y que está sufriendo con especial perjuicio el embate de Trump. La Comisión Europea prevé cerrar acuerdos con este país a finales de año, además de hacerlo con Indonesia y sumar progresos en las negociaciones con Emiratos Árabes Unidos, Malasia y Tailandia, «aunque en este último caso hay rechazo de la industria pesquera por su competencia desleal».

Navarro, de Innsai Monitor, apunta a la posibilidad de «mercados como Asia, el Golfo Pérsico, Latinoamérica o Europa del Este». Pero, advierte, «no se trataría solo de cambiar de destino, sino de adaptarse a las preferencias y exigencias de esos mercados».

Otra vía, no geográfica, puede aprovecharse del distinto concepto de producción entre ambos lados del Atlántico. Mientras, «bajo la nueva Administración, Estados Unidos apuesta por una agricultura con menos restricciones medioambientales y regulatorias», en palabras del director del Imida, Europa abunda en obtener unas «unas rentas agrarias sin menoscabo de la sostenibilidad medioambiental».

En este marco de búsqueda de nuevos mercados y preocupación por la sostenibilidad, la agricultura regional podría encontrar una salida interesante, en línea con lo que sugiere el director del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva y Alimentación (CTNC), con sede en Molina de Segura, Pablo Flores. «Murcia, con su ecosistema de innovación agroalimentaria, podría fortalecer alianzas con la UE y mercados con regulaciones estrictas (Canadá, Japón...) para mantener la cuota de mercado», detalla. Paradójicamente, «si EE UU abandona la agenda verde y Europa la refuerza», conjetura, «se podría generar una oportunidad en el sector europeo». Curiosamente, sostiene, esta dispar posición sobre la necesidad de mantener unas explotaciones sostenibles, finalmente, «podría mejorar la reputación de nuestras empresas».

Para el director del Cebas-CSIC, la capacidad de resiliencia demostrada por el agro regional, para adaptarse a las condiciones medioambientales, por ejemplo, «va a ser a mi juicio de gran importancia» para salir adelante en el nuevo contexto. Martínez Gómez coincide con Flores al señalar que «esta situación abre muchas posibilidades de presentar la ciencia europea, y yo me atrevería a decir que a la murciana también, como abanderada mundial de la sostenibilidad».

También se cuenta con «experiencia en este tipo de crisis» generadas por la pérdida de un mercado clave, apunta Ruiz de Gauna, en alusión al 'Brexit' como ejemplo. Ahora Reino Unido, pese a su salida de la UE, es «el primer mercado de los vinos envasados no espumosos [no españoles], con 83,4 millones de litros exportados en el interanual a marzo de 2025».

Lo que demuestran estas tensiones comerciales, añade Antonio Villarroel, es «que nuestra agricultura debe contar con políticas de respaldo más ágiles y orientadas a la resiliencia exterior, para que los agricultores no sean quienes paguen el precio de las disputas geopolíticas». En su caso apuesta por «medidas correctoras» como respuesta al nuevo reto, «pero también por la necesidad urgente de diversificar mercados y reforzar acuerdos con otras regiones, como por ejemplo Mercosur».

La UE «debería reducir también su pesada burocracia frente a la mayor agilidad de EEUU», alerta Martínez Bastida. El director del Imida está convencido de que la «contrastada capacidad de adaptación a los cambios» de la notable industria alimentaria de la Región de Murcia «será clave para convertir los retos actuales en una nueva oportunidad». A juicio del coordinador de Biovegen, en el nuevo marco, «seguir evolucionando hacia una agricultura inteligente, de precisión, sostenible y rentable vía conocimiento es la única vía de competitividad».

A corto plazo, ante una ofensiva arancelaria «que puede hacer que nuestros productos sean reemplazados por alternativas más baratas», resume el director general de Anove, «la prioridad es proteger esos mercados mediante diplomacia activa, acuerdos comerciales alternativos y apoyo a la internacionalización del sector agrícola europeo».

Ante las barreras comerciales impuestas por Estados Unidos, la agricultura europea está intensificando su estrategia de diversificación hacia mercados alternativos. «Existen oportunidades reales en varias regiones clave», como señala Antonio Villarroel, director general de Anove, donde se agrupan las empresas que desarrollan las nuevas variedades vegetales con las que el sector se va adaptando a los cambios en un mercado que permanentemente están tratando de anticipar:

América Latina. El acuerdo con Mercosur (aunque aún no ratificado) abre la posibilidad de mejorar el acceso a países como Brasil, Argentina o Chile, con una clase media creciente y demanda de productos agroalimentarios europeos de calidad.

Asia-Pacífco. Mercados como China, Corea del Sur, Japón y el sudeste asiático están mostrando un interés creciente por productos agrícolas europeos, especialmente vino, aceite de oliva, frutas frescas y procesadas, y productos con denominación de origen.

Oriente Medio y Norte de África . Se trata de una región importadora neta de alimentos, donde los productos europeos gozan de prestigio. Países como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Marruecos presentan oportunidades, especialmente en cultivos hortofrutícolas, cereales y aceite.

Ucrania y países del Este. La reciente reactivación del Acuerdo de Asociación con Ucrania, y otros países de la vecindad oriental, podría abrir nuevos canales para productos agrícolas, además de ofrecer cooperación en tecnología agraria y logística.

Sin embargo, advierte Villarroel, para aprovechar estos mercados se requiere una estrategia coordinada de promoción, acuerdos fitosanitarios bilaterales, adaptación a exigencias locales y apoyo institucional para facilitar el acceso de las pequeñas y medianas explotaciones.

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