Pedro Martínez Gómez: «Será muy posible presentar a la Región como abanderada mundial de la sostenibilidad»
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el pasado enero, ha traído una serie de cambios que van más allá del orden arancelario internacional. Sus posturas también inciden en la ciencia, incluida la que se practica en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), donde distintas investigaciones que implican a centros del otro lado del Atlántico se están viendo afectadas.
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–¿Cómo están influyendo las nuevas políticas comerciales de Trump a la agricultura regional?
–En general, los aranceles anunciados por EE UU para los productos agrarios murcianos son una mala noticia para la Región. El Cebas-CSIC de Murcia tiene un gran compromiso con la agricultura murciana y sus empresas. En estos momentos tenemos en vigor más de 80 proyectos con diferentes empresas de la Región que implican unos cuatro millones de euros. Las pérdidas de exportaciones a EE UU de algunas de estas empresas que colaboran con el centro también pueden afectar a estos contratos de apoyo tecnológico ligados a la producción.
–¿Hay temor de que se pierda mercado en EE UU?
–Efectivamente, sin ser un experto en materia de comercio internacional, los aranceles anunciados por EE UU para los productos agrarios murcianos son una mala noticia para la Región y pueden producir una pérdida de mercado.
–¿Qué alternativas existen al mercado estadounidense?
–La agricultura murciana ha demostrado una gran resiliencia desde el punto de vista de la producción y la adaptación a las condiciones medioambientales en el nuevo contexto de calentamiento global y de reducción de las precipitaciones. Además, esta resiliencia se ha venido manteniendo a nivel económico y comercial. Nuestra agricultura ha ido adaptándose a una economía cada vez más global y cambiante. Esta resiliencia va a ser, a mi juicio, de gran importancia para sortear estos aranceles en el contexto de la globalización de mercados actual para los productos agrarios.
–Aparte del tema arancelario, la nueva administración de EEUU aboga por una agricultura menos sometida a cuestiones medioambientales y regulatorias, en línea contraria a la tendencia en Europa. ¿Qué opinión tiene sobre este punto?
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–Este aspecto nos afecta más a nosotros como instituto de investigación centrado en la sostenibilidad económica y medioambiental del agroecosistema mediterráneo. Uno de los pilares de nuestra investigación es la conservación de los recursos naturales (agua y suelo) ligados a la producción agraria. En esta línea de investigación alienada con la 'Visión europea para la agricultura y la alimentación 2026-2029, la campaña 'Safe2Ea't 2025', la 'Directiva sobre monitoreo del suelo' y los objetivos de Horizonte Europa, la colaboración con EEUU desde el Cebas ha sido muy fructífera en los últimos años. En estos momentos, esta colaboración se está reduciendo en los estudios sobre las cuestiones medioambientales ligadas a la producción agraria.
–¿Podemos decir que Europa busca una agricultura más sostenible mientras EE UU vuelve a prácticas quizá menos respetuosas pero más rentables?
–Desde Europa se aboga por un paradigma 'One Health' [traducido del inglés por la expresión una sola salud'], que reconoce la intrincada interdependencia entre la salud de los recursos ambientales (suelo y agua), las plantas, los alimentos y los seres humanos. De hecho, desde un punto de vista etimológico los términos economía y ecología poseen un origen común: 'oîkos', [que significa] hogar. Economía, del griego 'oikonomía', viene de 'oîkos', hogar y 'némein', administrar. Significa conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de un hogar. Por otro lado, ecología es un neologismo del siglo XX, que emplea las palabras 'oîkos' y 'logía', estudio, que alude a la ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio. Por tanto, economía y ecología no sólo no son términos antagónicos, sino que son dos formas diferentes de tratar la misma cosa, el hogar común que es nuestra tierra o nuestra región.
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–¿Qué le parece más indicado: la nueva vía adoptada por EE UU o la europea?
–Desde el Cebas-CSIC de Murcia estamos totalmente alineados con la estrategia de investigación europea sobre el medio natural y la agricultura incluyendo, como ya he comentado, la 'Visión europea para la agricultura y la alimentación 2026-2029, la campaña 'Safe2Ea't 2025', la estrategia 'De la granja a la mesa', la 'Directiva sobre monitoreo del suelo' y los objetivos más amplios de Horizonte Europa. En definitiva, buscamos mejorar la calidad de vida de los ciudadanos con soluciones científicas y tecnológicas para avanzar en la adaptación climática, la infraestructura verde, la protección de la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la salud ambiental.
–¿Cómo nos afecta ese abandono del compromiso de la sostenibilidad por parte de EE UU: nos perjudica porque es más difícil competir o es una oportunidad porque Europa se convierte en el abanderado mundial de la sostenibilidad?
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–En mi opinión, ambas cuestiones son dos caras de la misma moneda. Si bien, como he comentado, la colaboración con los institutos de investigación estadounidenses en material de sostenibilidad ambiental de los agroecosistemas puede verse afectada, esta situación abre muchas posibilidades de presentar la ciencia europea, y yo me atrevería a decir que a la murciana también, como abanderada mundial de la sostenibilidad. Podemos aseverar que el agroecosistema mediterráneo es uno de los más vulnerables de nuestro planeta. Aquí se enfrentan importantes desafíos como la degradación del suelo, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad que amenazan la seguridad alimentaria, y que únicamente se pueden afrontar desde la ciencia y el conocimiento.
–¿Cómo deberíamos actuar ante la nueva realidad?
–Desde el Cebas seguimos insistiendo en un enfoque holístico de la producción agraria en nuestra región, para desarrollar soluciones de investigación que no solo sean científicamente sólidas, sino también social y ambientalmente sostenibles. Buscamos impulsar transiciones más sostenibles para los sistemas agroalimentarios, para lo que evaluamos los impactos ambientales y socioeconómicos de innovaciones clave, como la agroecología, la agricultura regenerativa, la agricultura de precisión, la reutilización del agua y la restauración de la biodiversidad.
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