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La agroecología ha llegado para quedarse

Martes, 26 de septiembre 2023, 00:26

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La agroecología surgió en Latinoamérica, hacia finales de la década de 1970, como una respuesta a la crisis ecológica y los problemas sociales y medioambientales generados por la agricultura indiustrializada. Desde su origen, estuvo ligada a movimientos campesinos, ambientalistas y otros que luchan por conseguir la soberanía alimentaria y la justicia social. La finalidad de la agroecología, como ciencia, práctica y movimiento social, es establecer formas de producción y consumo alternativas al modelo productivo agroindustrial, y que apunten hacia una agricultura socialmente más justa, económicamente viable y ecológicamente apropiada.

La introducción de la agroecología en los espacios académicos y políticos no ha sido fácil. Durante las primeras décadas, las personas relacionadas con el incipiente sector fueron ignoradas, cuando no ridiculizadas, por la corriente dominante, y tildadas de ilusas, predicadoras, radicales, charlatanas o calificativos peores. No obstante, los avances científicos de la agroecología han sido muy notorios y, después de años de estudio, a la academia no le ha quedado más opción que aceptarlos, adoptarlos y necesitarlos. Ahora hay un número creciente de programas y titulaciones agroecológicas en las universidades del mundo

Su reconocimiento en el campo de la investigación y la política es más reciente. El punto de inflexión se dio principalmente a través de un informe promovido por el Banco Mundial, las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud en 2009. En él se reconoce al enfoque agroecológico como una alternativa prometedora para resolver los problemas relacionados con el hambre, la pobreza rural y el desarrollo sostenible. Un año después, Oliver de Schutter, por entonces relator especial de las Naciones Unidas para el Derecho a los Alimentos, abogó por su uso para enfrenar la inseguridad alimentaria global y la soberanía alimentaria. La FAO, en 2014, organizó un simposio internacional sobre agroecología para la seguridad alimentaria y la nutrición con una declaración final en la que se le citaba como opción válida y que merecía un apoyo institucional.

El enfoque agroecológico, según la FAO, ocupa también una posición destacada en los debates para el logro de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. Este enfoque subyace también en el pacto de Milán sobre políticas alimentarias urbanas, firmado en 2015; así como en las estrategias 'De la granja a la mesa' y de Biodiversidad para 2030, presentadas en 2020, en el marco del Pacto Verde de la Comisión Europea. Estos instrumentos coinciden en promover sistemas alimentarios sostenibles, resilientes, inclusivos y diversificados, accesibles a todos los habitantes, así como en la necesidad de reducir el desperdicio de alimentos, preservar la biodiversidad y mitigar y adaptarse al cambio climático. Las prácticas agroecológicas, en el plan estratégico de la PAC 2023-2027, constituyen una novedad para la concesión de ayudas relacionadas con el medio ambiente y el clima (ecorregímenes). La agroecología ha pasado de ser una desconocida por parte de las instituciones que gobiernan la agricultura mundial a ser reconocida como una de las posibles alternativas existentes para enfrentar las crisis causadas por la agricultura industrializada. En los últimos años, se han creado cátedras, programas y cursos de agroecología. La agroecología empieza a tener presupuestos asignados, las corporaciones multinacionales y las agencias de cooperación internacional invierten en agroecología, entidades y actores oportunistas, que nunca habían defendido ni hablado de agroecología, se están conviertiendo en portavoces y beneficiarios de los proyectos de investigación, subvenciones para la producción agroecológica y otras oportunidades económicas y políticas que están apareciendo en este nuevo contexto internacional.

Pero este nuevo escenario, que podría representar una oportunidad para un aumento de escala de la agroecológía, constituye una amenaza por su posible institucionalizacón y control por parte de los lobbies del sistema agraolimenario. La cuestión es, ¿qué agroecología se va a enseñar?, ¿y qué productores y consumidores se van a beneficiar de las nuevas políticas públicas?

De acuerdo con algunos especialistas, si se deja en manos de las instituciones y oligopolios de la alimentación, será desprovista de todos sus contenidos, a excepción de los más simples y técnicos, y quedará como un concepto vacío que podría significar cualquier cosa para cualquier persona, como ocurrió hace décadas con el concepto del desarrollo sostenible. Ninguna transición agroecológica tendrá éxito completo sin una gran simbiosis de todo el sector agroecológico (productores, consumidores, movimientos sociales, científicos, técnicos,...), y no se podrá conseguir sin el diseño de políticas públicas que creen un marco favorable.

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