Cuando el cultivo hidropónico apuntaba de la Región a la Luna
Ahora hace 55 años, en vísperas de la llegada del primer ser humano a otro cuerpo celeste, el Cebas ya avanzaba en unas cosechas sin suelo que aún no acaban de despegar y que el hallazgo de agua en los polos lunares vuelve a redirigir hacia el espacio
Prescindir del suelo bajo los cultivos reduce en más de la mitad la necesidad de agua, aunque multiplica hasta por dos el coste de poner en marcha la plantación. Quizá esta circunstancia es la que esté limitando una mayor aplicación de esta modalidad a la agricultura regional, pese a que aquí comenzó en gran medida el desarrollo de este sistema que genera además producciones más cuantiosas en un entorno mucho más controlado. Sea por lo que sea, la producción hidropónica, que es como se denomina esta técnica, no acaba de cuajar en esta comunidad autónoma, y eso aun cuando aquí también tienen su sede algunas de las empresas punteras de este tipo de agricultura. Curiosamente, hace más de medio siglo, la percepción no solo era la de que la hidroponía estaba lista para despegar, sino que incluso ya existían planes para que llegase a la Luna.
LA VERDAD recogió a finales de mayo de 1969, hace exactamente 55 años, las expectativas que esta técnica, que ya comenzaba a echar raíces en la Región, abría ante la inminente llegada del primer ser humano a un cuerpo celeste distinto a que habitamos. «Los astronautas construirán, en la Luna, un huerto sin tierra, parecido al que existe en Murcia». Así tituló el periódico entonces una pieza firmada por García Martínez en la que se dio cuenta de estos avances en los que «el Cebas trabaja», como recogió el antetítulo de auella información,
El Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura, adscrita al Consejo Superior de Investigaciones Científica (de ahí su actual denominación de Cebas-CSIC) sigue a día de hoy ensayando cultivos sin suelo como una de las líneas de investigación que desarrolla en su finca experimental de La Matanza, a 18 kilómetros de la Región de Murcia. Más de cinco décadas antes ya se probaba en esta misma institución con un sistema que entonces se veía rentable en «frutos muy cotizados, en los que la calidad y la oportunidad de la recolección juegan un papel decisivo».
Aquella actividad pionera del desarrollo agrario regional despertó el interés de especialistas de otras geografías. Así, García Martínez dejó testimonio del grupo de ingenieros bilbaínos que visitaron esos días el Cebas y «expresaron su intención de emplear el cultivo hidropónico en los forrajes del ganado, a base de sembrar en un extremo de lo que podría llamarse 'máquina o tren de producción', para obtener, en el otro extremo, el producto segado y dispuesto para su consumo por las vacas». El uso de esta modalidad agraria para alimentación animal también es a día de hoy una de las ramas en las que se sigue investigando La catedrática Fuensanta Carreres, del departamento de Producción Animal de la Universidad de Murcia, UMU, desarrolla ahora un proyecto para la obtención de «un alimento altamente nutritivo para el ganado producido mediante hidroponía en instalaciones inteligentes, eficientes y sostenibles».
Técnicamente, casi cualquier cosa que crezca en la tierra puede hacerlo sobre sustratos de fibra de coco o lana de roca, que son los que generalmente se utilizan en estas plantaciones. Únicamente se resisten a esta agronomía los tubérculos (en la Región tenemos patatas, batatas y boniatos) y los árboles, necesitados de tierra para crecer en su interior, en el primer caso, o para anclar sus raíces, en el segundo. De ahí que en vísperas de que el primer zapato humano hollase la superficie lunar fuese sencillo imaginar el alto potencial del sistema en el futuro espacial.
Lo que el entonces secretario general del Cebas, Francisco Costa Yagüe, le contó al periodista García Martínez, es que los cultivos que en 1969 se auguraba que acabarían produciéndose «en la Luna –donde no existe tierra ni atmósfera–, una vez que los cosmonautas que ahora viajan en torno al satélite se decidan a hallarlo, tendrán que ser hidropónicos», concluyó el cronista.
Ahora, justo 55 años después, la hidroponía aún no se ha instaurado tanto como podría parecer entonces en un entorno tan, en teoría, apropiado como el de la Región de Murcia, con abundancia de suelos agotados y salinizados, acuíferos contaminados por nitratos, escasez de agua y prohibición de desinfectantes. Ni tampoco los seres humanos se han asentado en la Luna hasta el punto de lograr cultivar en ella. Pero sobre este punto nuevas expectativas vuelven a abrir vías de esperanza. Hace unos años, en 2018, se confirmó la existencia de agua en la Luna, en forma de hielo en sus polos.
Y ahora se prepara la vuelta al satélite natural, prevista para el año que viene, en el que, si todo anda bien, la primera mujer pondrá su pie en nuestro satélite. Quizá sea ese el momento oportuno para que la agricultura comience su historia fuera de la Tierra, de manos de las mujeres, como hizo en nuestro planeta durante el Neolítico, según atestiguan los castigados huesos de brazos y piernas femeninos encontrados de la época que apuntan al duro trabajo que comenzaron entonces a desarrollar en el campo. Puede que ahora sí se acaben cumpliendo las expectativas de plantaciones hidropónicas en la Luna que apuntaba el maestro García Martínez.