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Diego Chico de Guzmán,que adquirió la fincaen 1829. La Junquera
Historias de los pioneros

La aristocracia de la agricultura más sotenible

La familia Chico de Guzmán ·

adquirió la finca caravaqueña La Junquera hace casi 200 años. Ahora es un espacio pionero de la práctica regenerativa, que no solo busca mantener, sino mejorar el suelo, el agua y la biodiversidad

Martes, 6 de junio 2023, 00:18

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La particular nobleza con la que se manejan los cultivos en la finca caravaqueña de La Junquera está creando una agricultura que en este caso se puede calificar de aristocrática, sin punto de exageración. Primero, porque estos terrenos fueron adquiridos por el conde de Campillos Diego Chico de Guzmán Figueroa en 1829, y desde entonces siguen en manos de la misma familia. Y, sobre todo, desde un punto de vista más propio de los actuales tiempos, debido a que aquí se ensayan unas prácticas agronómicas que la sitúan en lo más alto de la sostenibilidad. Esta es la finca donde hace poco más de un lustro comenzó a practicarse la denominada agricultura regenerativa en la Región de Murcia, una modalidad que no solo busca mantener un equilibrio con el entorno, sino que, de hecho ,va más allá y persigue mejorar claramente el suelo, el agua y la biodiversidad donde se practica.

«Hay que evitar ver la agricultura como si fuera minería, donde se extraen todos los recursos en poco tiempo y después solo quedan rocas», resume el tataranieto de aquel Chico de Guzmán que hace casi 200 años adquirió estas tierras subastadas durante la desamortización de Riego. Alfonso Chico de Guzmán, el actual responsable de las 1.800 hectáreas, trata de impedir que sus hijos «hereden un desierto paisajístico y social», lo que le ha impulsado a dedicar 1.100 hectáreas a estas prácticas. Ahora ya es una de las mayores fincar regenerativas de toda Europa.

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De momento, las prácticas regenerativas que se practican aquí están muy enfocadas a la mejora del suelo, la captación de agua y el fomento de la biodiversidad, a través de sistemas como la habilitación de zanjas de infiltración, charcas y cubiertas vegetales; «el manejo holístico de las vacas; la producción de compost y la instalación de setos», por ejemplo.

Las zanjas de infiltración, por poner el caso, son unas aperturas al borde de los bancales que evitan las escorrentías y la erosión del suelo, al tiempo que acumulan las aguas de lluvia con la ayuda de pequeñas presas. En cuanto a las charcas, Chico de Guzmán se refiere al sistema de remansos de sedimentos que han creado para retener las avenidas y acumular el agua. «Algunas de estas charcas se han estabilizado y mantienen el agua durante prácticamente todo el año, generando en su entorno un hábitat palustre de gran interés para la flora y fauna silvestre».

Otra de las técnicas que se ensayan en la Junquera es el mantenimiento de las cubiertas vegetales en las plantaciones de frutales, de modo que se favorece la diversidad y el secuestro de carbono, que no se escapa a la atmósfera como ocurre cuando se remueve el suelo durante la labranza. Sobre este procedimiento, en La Junquera han llegado a la conclusión de que conviene levantar las cubiertas en primavera, para evitar la competencia por el agua frente al cultivo. Quizá la solución sea dejar la cubierta vegetal en bandas estrechas entre las líneas de cultivos. La recuperación de la riqueza de los terrenos es una máxima de esta agricultura, pero lógicamente la búsqueda de una rentabilidad que la haga viable, también.

Ahora, asegura el propietario, esos retornos son mucho más altos, aunque lo atribuye también al resto de actividades que desarrollan en la finca, muy relacionadas todas con la recuperación del lugar. En La Junquera también se divulga, por ejemplo, principalmente en la denominada Academia, en la que se imparten clases, charlas y asesoramiento a estudiantes, agricultores y emprendedores del sector, muchos de ellos holandeses.

Entre los planes de Alfonso Chico figura conseguir que la finca se constituya en todo un «hervidero de empresas familiares y artesanales en las que se llegue a transformar el máximo de los productos generados en el territorio». El propietario asegura que devolver la vida a la finca y al territorio donde vive es su máxima aspiración.

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