En Madrid. Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) fue distinguido en 2013 con el Premio Nacional de las Letras Españolas. IGNACIO GIL
Ababol | Literatura

Luis Goytisolo en el cosmos de 'Antagonía'

Aprovechando la falta de libertad que padeció en los estertores del franquismo, construye un mundo en el que el acto de la lectura, la escritura y la reflexión sobre ambos adquieren un valor simbólico

Sábado, 18 de noviembre 2023, 08:33

Algún día alguien deberá indagar detenidamente la relación que parece existir entre el estallido de la creatividad y la pérdida de la libertad (o el ... enclaustramiento, ya sea forzoso o, al revés, voluntario).

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Pensemos en Miguel de Cervantes, cuya primera parte del 'Quijote' (1605) se engendró en una cárcel, un lugar «donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación» (y, a día de hoy, a qué reclusión se estaría aquí refiriendo el Manco de Lepanto sigue siendo un misterio). O pensemos en Michel de Montaigne, cuyos 'Ensayos' (1580) fueron escritos en la torre de su propio castillo, muy lejos del mundanal ruido, para dar rienda suelta a infinidad de argumentos y reflexiones, partiendo siempre de la socrática pregunta central: «¿Qué sé yo?» (el «yo» del autor sería la materia de su mismo libro). Pensemos también en lo que provocó en Giacomo Casanova el encarcelamiento en los Piombi de Venecia, en relación con sus memorias, o en el espeluznante testimonio que nos ofrece Friedrich Reck-Malleczewen en su 'Diario de un desesperado' (1947), redactado en la soledad de su hogar mientras los nazis y la violencia de Hitler iban segando las primeras víctimas, hasta determinar su propia muerte en el campo de concentración de Dachau.

Hay un vínculo estrecho entre la estrechez del vivir en un lugar encerrado y la eclosión del acto creativo. Es lo que comprobamos al leer 'Antagonía' de Luis Goytisolo, una tetralogía que el escritor escribe desde los años 60 y que se plasmará en sendos títulos: 'Recuento' (1973); 'Los verdes de mayo hasta el mar' (1976); 'La cólera de Aquiles' (1979) y, finalmente, 'Teoría del conocimiento' (1981).

Como Goytisolo recordará también en 'Cosas que pasan' (2009) y dirá en múltiples entrevistas, la estructura de la obra le vino a la mente mientras sufría el régimen de aislamiento total en la cárcel de Carabanchel, en Madrid, por sus actividades antifranquistas y su cercanía con el &ndashentonces ilegal&ndash Partido Comunista Español. Fue en esa ocasión (cinco semanas) cuando escribió el plan de la entera tetralogía «sobre hojas de papel higiénico febrilmente», asomándose de vez en cuando al mundo exterior para contemplar tan solo fragmentos del Palacio de Oriente, del Jardín del Moro y de la Almudena.

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Literatura de la memoria

'Recuento' nos presenta al protagonista de la tetralogía, Raúl Ferrer Gaminde, desde su infancia &ndashen el estallido de la guerra civil&ndash hasta su adultez. Se trata de casi 600 páginas de literatura de la memoria: personal y colectiva, y encuadrada desde un punto de vista crítico y a veces incluso satírico, sobre los cambios que va sufriendo la sociedad española vista desde el eje de Barcelona, coprotagonista de la obra, personaje mutante y descrito a través de un despliegue absorbente de técnicas narrativas y metáforas inusuales. En esta parte de la tetralogía el narrador externo y omnisciente nos hace partícipes de los recuerdos personales de Raúl, de sus vaivenes entre el deseo de hacerse escritor y el compromiso político asumido en el nombre la ideología marxista, hasta la crisis que sufre en la cárcel en relación tanto con la política como con Nuria Oller, su novia de aquel momento. Es en la cárcel donde, exactamente como le pasó a Luis Goytisolo, Raúl entiende que la escritura va a convertirse en su vía de escape, en la única salvación para poder tomar distancia de los hechos vividos y recrearlos dentro de un mundo ficticio dotado de múltiples claves de interpretación.

El acto de escribir

'Los verdes de mayo' hasta el mar pone el acto creativo en el centro mismo de la trama fragmentada: el lector irá descubriendo de forma chocante los intentos creativos de Raúl, sus reflexiones sobre el acto de escribir, los borradores de ese 'work in progress' que tarda en plasmarse. La realidad externa influye en el acto mismo de la escritura y el texto se hace espejo en el que se reflejan las heterogéneas versiones de un libro que debería representar la «visión del mundo» de su autor.

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Huida y amor

En 'La cólera de Aquiles' el narrador cambia de forma inesperada y radical: quien habla ahora es Matilde Moret, la prima de Raúl, estudiante entre París y Barcelona, hija de la burguesía catalana de la que intenta huir sin éxito y escritora en ciernes que utiliza la ficción para intentar explicar su relación amorosa con Raúl: 'El edicto de Milán' se titula esa novela en la que Matilde reinventa su realidad y reflexiona sobre Eros y sobre los mecanismos que parecen guiar nuestros pasos cuando de pasión amorosa se trata.

'Teoría del conocimiento' es la novela de Raúl, el fruto de los esfuerzos que ya leímos en Los verdes de mayo hasta el mar: dividida en tres partes, esta obra contiene las voces de Carlos, un escritor voyeur que redacta un diario en el que trastoca cotidianamente la realidad; de Ricardo Echave, alter ego de Raúl, y, por ende, del mismo Luis Goytisolo; de El Viejo, el pater familias que está a punto de morir y que dicta sus memorias con la intención de legarle a la posteridad una «teoría del conocimiento» que sirva para que la Humanidad no pierda el norte en una sociedad ignorante y totalmente volcada al olvido del pasado.

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La ironía, la sátira, un estilo incomparable caracterizado por unas comparaciones «homéricas» y unas frases que pueden llegar a durar varias páginas caracterizan una novela que no tiene parangón en la narrativa española del siglo XX. En 'Antagonía', tomando la inspiración de los clásicos del pasado (Hesíodo y su 'Teogonía', Dante y su 'Commedia', Proust y su 'Recherche'), y aprovechando la falta de libertad que padeció durante los estertores del franquismo, construye un cosmos en el que el acto de la lectura, el de la escritura y el de la reflexión sobre ambos adquieren un valor simbólico que determinará cada una de las partes de las que se compone la obra.

Al lector le es asignado el rol de intérprete de las múltiples señales que el narrador le va ofreciendo para vivir temporalmente en ese cosmos que es también caos. Y preguntarse, por ejemplo, qué significado tendrá el oficial montado en un caballo blanco que aparece en el íncipit de la novela y que volverá a aparecer en la última página de la misma: entre las detonaciones, el humo y el «relampagueo de los cañonazos», hete ahí «un oficial montado en un caballo blanco galopando arriba y abajo con el sable desenvainado, caracoleando; un oficial montado en un caballo blanco». Es el mismo oficial con el mismo caballo que aparecerá, como si de un recuerdo fugaz se tratara, en el último instante de vida de El Viejo, cuando se apresta a exhalar su último aliento antes de morir y callar para siempre.

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