Juan Ramón, el filón de un Nobel
La casa museo del escritor en Moguer descubre a LA VERDAD algunos de sus tesoros como los 172.000 documentos digitalizados del archivo de Puerto Rico
La Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez de Moguer (Huelva) contiene numerosas referencias a la Región de Murcia y a algunos de sus hijos más ... señeros como Juan Guerrero Ruiz, secretario y mejor amigo del premio Nobel de Literatura del año 1956, y los pintores Ramón Gaya, Luis Garay y Juan Bonafé. Todos ellos están, de una u otra forma, presentes en el dormitorio de Zenobia Camprubí (1887-1956) y Juan Ramón Jiménez (1881-1958), una estancia recreada con muebles originales de la pareja, que parte al exilio en 1937 (Cuba, Estados Unidos, Puerto Rico) en el momento más oscuro de la historia de España: la Guerra Civil. Dos retratos de Bonafé de Zenobia y Juan Ramón aparecen a un lado de la cama; junto a la puerta, semiocultos tras un armario, figuran 'La barca varada', una acuarela de Gaya, y 'Playa', de Garay; y a la izquierda del catre, en un combo de cuatro fotografías –como la del matrimonio, en 1916–, vemos a Juan Guerrero Ruiz y a su hijo Arturo con el eterno Juan Ramón.
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No abundan los visitantes murcianos en esta institución, que se nutre fundamentalmente de gente del perímetro formado por Badajoz, Sevilla y Cádiz. Ahora el visitante es puramente cultural; interesado en conocer los espacios de creación del Nobel moguereño y su archivo, un tesoro a disposición de los investigadores cumpliendo la generosa voluntad de sus herederos, representados por Carmen Hernández-Pinzón. El director de la casa-museo, Antonio Ramírez Almanza, que lleva 20 años al frente de esta carabela del saber, cuenta a LA VERDAD que durante un tiempo estuvo interesado en conseguir de los herederos de Juan Guerrero Ruiz la escultura que le hizo a Juan Ramón la artista Marga Gil Roësset, que deja un diario en la portería de la casa del escritor, al que admira ciegamente, y destruye toda su obra escultórica antes de suicidarse. «Ella quería hacer un busto de Zenobia [traductora de Tagore] y otro de Juan Ramón. El de Zenobia lo tenía hecho, pero no lo destruyó. Lo pudieron recuperar por indicación de Juan Ramón, y se lo quedó Juan Guerrero. Yo siempre he tenido interés en un personaje tan singular como es Marga Gil, que se suicida con tan solo 24 años y que podía haber sido una figura muy relevante de la escultura española. Montamos una exposición en el Círculo de Bellas Artes, y me llevó tiempo hurgando quién podía tener esa escultura, y contacté con gente de la familia de Guerrero. El interés no era quedarnos con la escultura, sino que nos la prestasen para hacer un vaciado, pero nunca supimos mucho más. Hace unos meses, un amigo que da clases en un pueblo de Mérida me dijo que había una sobrina nieta de Juan Guerrero allí, pero ahí quedó la cosa, vino la pandemia...».
«Siempre estuvo ahí»
Del fondo de Juan Guerrero Ruiz se encuentran depositadas en la casa museo fotografías –como la que tomó de Juan Ramón apoyado en un pino en el parque del Retiro de Madrid–, correspondencia –la carta de propuesta de Federico de Onís para dirigir el Instituto de España en Columbia– y numerosas publicaciones. «Es muy difícil que aquí no se hable en un momento determinado al turista de la figura de Juan Guerrero Ruiz», reconoce Antonio Ramírez, convencido de que la relación de amistad entre Juan Ramón y Juan Guerrero todavía tiene muchos frentes pendientes de explorar. «Estamos hablando de una amistad y de una fidelidad en el tiempo, desde que se conocieron recién llegado Juan Ramón a Madrid en 1913. Juan Guerrero viene a escribir su diario, que luego da lugar a 'Juan Ramón de viva voz', y esa relación se prolonga hasta el final de su vida. Juan Guerrero siempre estuvo ahí». Una de las novedades que descubre el director de la casa museo es que ya disponen de los fondos digitalizados de Puerto Rico, «donde aparecen archivos de Juan Guerrero, que pide, en ese afán de coleccionismo impresionante, a José Ballester, director de LA VERDAD, que le envíe todo lo publicado sobre Juan Ramón en prensa. Hay una carta en la que se habla de miles de recortes. No había periódico de España del que se le escapase un comentario publicado sobre Juan Ramón. La gran relación entre Juan Ramón y Juan Guerrero no se ha escrito todavía, hay cosas, pero dispersas».
«Estamos hablando de una amistad y una fidelidad en el tiempo, desde que se conocen en Madrid en 1913»
Sí hay trabajos del catedrático emérito de la Universidad de Murcia Francisco Javier Díez de Revenga –por ejemplo de la relación con Ballester–, «pero es que no hay tanto juanrramoniano», dice Antonio Ramírez, «porque Juan Ramón es una figura que o se le odia o se le tiene en lo más alto, aún siendo como es el padre de la poesía moderna. Pero un buen trabajo sobre Juan Ramón y Juan Guerrero Ruiz todavía no se ha hecho, y existen fondos, todos digitalizados, de modo que si existe interés por parte de los investigadores aquí tenemos las puertas abiertas». Solo de Puerto Rico, donde mueren el Nobel y su esposa, la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez ha traído 172.000 documentos, «y quedan aún unos 30.000 en proceso de digitalización. Está casi todo aquí lo relativo a muebles y bibliotecas hasta 1936, y la documentación y originales de Juan Ramón están en el Archivo Histórico Nacional, porque la familia optó por llevar allí los originales, pero a excepción de eso todo está digitalizado en esta casa».
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Decía García Lorca sobre el murciano Juan Guerrero Ruiz (1893-1955) que era «el Cónsul general de la poesía» española. Fue, según la Real Academia Española de Historia, «una figura clave en los movimientos literarios surgidos en relación con la Generación del 27, desde 1913», cuando conoce a Juan Ramón Jiménez. Guerrero Ruiz, licenciado en Derecho, fue secretario general de los ayuntamientos de Murcia, Alicante y Madrid. Fue el responsable de la Página Literaria de LA VERDAD (1923), coordinador del Suplemento Literario (1923-1926) y, finalmente, creador de Verso y Prosa (1927-1928). Además, «fundó la Editorial Hispánica, creó la colección de poesía Adonais y el Premio del mismo nombre, y permaneció como vínculo de relación entre los escritores que quedaron en España y los que marcharon al exilio, especialmente Juan Ramón Jiménez», incide la RAH.
Juan Ramón ha sufrido, en opinión del director de la casa museo, «todos los avatares de un autor clásico»: «A él se le quiere situar siempre en el Modernismo, cuando en realidad él es Juan Ramón, y se le sitúa en la Generación del 14, y es el padre de la Generación del 27, a la que él arropa a todos. Vivir, convivir con Juan Ramón, era imposible también. Yo no lo defiendo desde un posicionamiento localista, pero él dice las cosas tal como eran, no se ocultaba para nada, y todos los poetas del 27 le tienen absoluto fervor, le dedican sus primeros libros, ahí están. Después empiezan los problemas con Bergamín, el follón con Jorge Guillén... historias menores antes las que él no se calla».
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La casa museo ofrece a los investigadores 172.000 documentos que han digitalizado del archivo del Nobel conservados en Puerto Rico, donde murió
En el archivo de la casa museo, por ejemplo, hay un ejemplar de LA VERDAD del domingo 2 de mayo de 1926, perfectamente conservado, donde se recoge la primera conferencia de Pedro Salinas en la Universidad de Murcia. Hay 14.000 entradas de poemas firmados por Juan Ramón, de los que más de un 10% aún siguen inéditos. «Cuando lee 'La voz a ti debida' de Pedro Salinas, borra el título y escribe 'La voz a mí debida'», cuenta el director del museo, «y no es porque fuera un ególatra, sino que el uso de los posesivos ya aparece previamente en la obra de Juan Ramón».
La figura del Nobel ha empezado a desaparecer lánguidamente de las lecturas recomendadas en colegios españoles. «Ya no se conoce su figura de Despeñaperros hacia arriba», lamenta Ramírez. Sin embargo, en la otra orilla, en América Latina, vibra aún la historia de 'Platero y yo' (1914), su obra –en prosa– más conocida, aunque no la única, desde su debut en la poesía con 'Almas de violeta' y 'Ninfeas' (1900). Hay que acercarse a Moguer, tierra de los Niño, tan vinculada al Descubrimiento de América, para disfrutar de un espacio único, aún con el fuego y el sentimiento de un literato universal.
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