El 'Museo del Siglo XXI' de Jorge Carrión
El autor de 'Membrana', novela que aborda la controvertida relación del hombre con la tecnología y las políticas de control, afirma que «son muchas las conciencias sin memoria»
Jorge Carrión (Tarragona, 1976) ganó el LII Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro con 'Membrana', una novela que narra la historia del siglo XXI ... desde el año 2100, en que se inaugura el Museo del Siglo XXI. La narradora, una inteligencia artificial «magnética e hipnótica», que lo ha leído todo en la historia de la literatura, que trata de ser biológica y que habla de un modo «muy extraño y particular», va desgranando lo que ha sucedido en los cien años previos, mientras invita a los espectadores-lectores a recorrer las salas de la exposición permanente. En el trasfondo queda nuestra conflictiva relación con la tecnología. 'Museo del Siglo XXI' era el título original de esta trama; a Carrión le parecía muy válido y descriptivo, aunque podía dar lugar a confusión. No quería que pareciera un ensayo narrativo, como sus últimas publicaciones ('Contra Amazon' y 'Lo viral', ambas de 2019), de modo que finalmente optó por 'Membrana', que ha sido publicada por Galaxia Gutenberg, con una pieza de Tomás Saraceno en portada: una urna en la que unas arañas han tejido realmente una telaraña que se conserva en un receptáculo. Tejido, adiós, cráter, el después... son palabras recurrentes en esta novela. Imagina Carrión desde el futuro cómo va a ser este tiempo actual, y no puede el lector dejar de sentir incomodidad. Esa relación del ser humano con las herramientas, los utensilios, los vehículos, la infraestructura, la construcción, la arquitectura... en un sentido muy amplio, está, en cierto modo, en esta obra que avanza alrededor de la idea de red y analiza cómo hemos llegado, sin una cronología lineal, hasta este momento de delirio. ¿Cómo escribirá una inteligencia del siglo XXII sobre esta sociedad de hoy? Carrión, creador del pódcast 'Solaris', uno de los periodistas españoles más versátiles y un narrador como pocos ('Los muertos', 2010; 'Los huérfanos', 2014; 'Los turistas', 2015, y su célebre 'Librerías', de 2013) explica los entresijos de 'Membrana' a los lectores de LA VERDAD.
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–'Membrana' es una novela de sorpresas, con una narradora que es «un enjambre de algoritmos», que no tiene cuerpo, pero que juega constantemente con la 'candidez' humana. ¿Queda algo de inocencia en ese juego entre tecnología y humanidad?
–Es una buena pregunta para empezar. Y te confieso que no tengo respuesta para ella. En la escritura sí que hubo inocencia y descubrimiento, porque fue fascinante ir descubriendo, ir conociendo, a mi narradora plural y futura, que desde 2100 cuenta la historia del siglo XXI en particular y de la relación del hombre con la tecnología en general. Pero no sé si hay inocencia en ella, en ellas, porque en realidad cuentan la historia con la intención de justificar sus actos. Fuera de la novela, pues creo que los programadores e ingenieros empiezan jugando y con un cierto margen de inocencia, pero pronto encuentran casi siempre una misma dirección: la del lucro y la de generar dependencia, adicción.
La fuerza del sexo
–¿Es posible llegar a enamorarnos de una inteligencia artificial? En su caso, qué le hace más tilín de ese mundo que nos maneja y que está repleto de incógnitas.
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–En 'Membrana' se produce un enamoramiento mutuo: ellas se enamoran de nosotros, porque somos sus modelos, sus padres, e incluso aspiran a tener cuerpo para entender la fuerza del sexo; y nosotros nos enamoramos de ellas, porque vemos en los algoritmos un espejismo, el de ayudarnos a ser mejores y a solucionar los problemas sociales y planetarios que hemos creado. No hay duda de que el amor entre los seres humanos reales y los virtuales será realidad durante el siglo XXI. Es el mercado que vendrá después del de Tinder y las muñecas hiperrealistas y los vibradores controlados a distancia. A mí lo que más me atrae es la cantidad de conocimiento que poseen y que pueden darnos. Todo ese Big Data, nuestro acceso a lo global.
–Un deseo suyo es que 'Membrana', donde hay una hibridación intencionada de géneros (unas veces poesía, otras relato o artículo...), sea considerada «una mutación de 'Rayuela'». ¿En qué fue un visionario Julio Cortázar y cuáles podrían ser los rasgos de parentesco de esa mutación?
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–Tanto 'Rayuela', de Cortázar, como 'Juego de cartas', de Max Aub, nos recuerdan en los años 60 que la novela siempre puede reinventarse. En 'Los muertos', hace diez años, imaginé una novela que es al mismo tiempo una serie de televisión y la reflexión crítica sobre esa serie de televisión. Y ahora, en 'Membrana', he escrito una novela que tiene forma de catálogo de una exposición. En ambos casos seguí el camino de Cortázar o de Ricardo Piglia o de Juan Goytisolo, o de Clarice Lispector, mezclando la narración con el ensayo o, como bien dices, con la poesía. Las inteligencias artificiales que escriben el libro hablan con un ritmo poético y extraño, a medio camino entre el lenguaje programado, el texto sagrado y el ensayo novelesco.
–Está convencido de que la ciencia ficción es el nuevo realismo. ¿Ante qué realidades estamos siendo completamente ignorantes? ¿Es 'Membrana' un aviso a navegantes?
–Usamos las redes sociales y los dispositivos sin información previa ni espíritu crítico. No leemos los contratos ni las autorizaciones que firmamos cada día en Google o Facebook o cualquier página web. Los algoritmos ya controlan buena parte del tráfico bursátil, de los fondos de inversiones, de nuestro dinero. No tenemos ni idea de dónde están las fotos de nuestros hijos o de nuestra intimidad, que subimos a nubes que no están en el cielo, sino en macroservidores en cualquier lugar del mundo. Es todo muy raro. 'Membrana' habla de esa extrañeza asumida como natural.
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–¿Qué papel ocupará el humor en el futuro?
–Los algoritmos de la novela son irónicos. Yo creo que eso tardará mucho en llegar. El humor artificial. Pero quién sabe: la historia de la humanidad es la historia de la pérdida de nuestras singularidades. Durante el siglo XX, sobre todo, descubrimos que no somos los únicos animales que tienen lenguaje, que planifican el futuro, que juegan, que construyen estructuras arquitectónicas y sociales complejas, que usan herramientas. En este cambio de siglo se ha impuesto la evidencia de que no solo existe la inteligencia (todavía no pensante) artificial, sino que también en el reino vegetal hay formas de sensibilidad y de inteligencia. De modo que tal vez veamos que el humor tampoco nos hace humanos. Quién sabe.
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Negación
–«Pero con Amber y Predator las miradas comenzaron a ser simultáneas y después de Amber y Predator ya nunca volvieron a ser miradas tan solo, brazos ejecutores también fueron, ballestas voladoras que disparaban saetas en llamas, multiplicadoras de incendios. Conciencia sin memoria, aérea y externa, memoria sin conciencia, inhumanos, nosotras nos entendemos». No sé qué es peor, si la conciencia sin memoria o la memoria sin conciencia, y nosotros, ¿cómo nos entendemos?
–El Big Data es pura memoria sin conciencia. Pura acumulación de memoria. El negacionismo que impera hoy nos recuerda que ni siquiera lo más evidente y demostrado con pruebas irrefutables, como el holocausto o el coronavirus o la esfericidad de la Tierra, está a salvo de ser negado. Que son muchas las conciencias sin memoria. El otro día murió de Covid uno de los líderes austríacos del movimiento antivacunas, tras haberse ido del hospital antes de hora y sin recibir tratamiento y tras haberse inyectado cloro por el ano. Había divulgado ese supuesto tratamiento en su canal de YouTube y vendía en Amazon un libro sobre métodos de autocuración con microorganismos (incluido el cáncer). YouTube y Amazon: ni conciencia ni memoria. Como dirían mis narradoras, tan tremendas: por las dudas y por las deudas, en fin, sin fin.
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Entre la luz y la sombra
–El algoritmo catedral Echo, arqueólogo del sonido, reúne voces que conjuntamente dicen lo que por separado estaba destinado al olvido. Entre la prehistoria y el después, ¿qué lecciones quedan todavía por aprender? ¿Tiene alguna confianza en que la humanidad pueda torcer su fatal sino?
–El exterminio es una constante en la historia de la humanidad. Una constante paralela a la de la creación de lenguaje o de belleza o de ciencia. Por eso en 'Membrana' es tan importante la dialéctica entre la luz y la sombra. Yo no soy ni distópico ni utópico, ni apocalíptico ni integrado. Creo en los «reales posibles» que defiende Marina Garcés. La literatura puede ayudar a comunicar que hay realidades que pueden ser, que no son imposibles, si se toman decisiones micropolíticas y de política general al respecto.
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–'Membrana' es uno de los libros más originales de 2021. Impactante como un rascacielos de Manhattan. ¿Cómo planteó la arquitectura de esta gran obra? Cada puerta y cada ventana es un mundo, y todos, como a través de una red de ascensores que nos llevan del futuro al pasado y al revés, están interconectados.
–La escritura fue muy fluida. No hice esquemas, no tomé apuntes. Surgió esa voz plural y seguí, digamos, su mandato. Pero detrás, supongo, estaban muchos años de escritura y de lectura. Libros cuya voz narrativa me fascina, como 'El cuento de la criada', de Margaret Atwood, o 'La Historia', de Martín Caparrós. O cuya estructura es increíble, como 'Los trazos de la canción', de Bruce Chatwin, o 'Verano', de J. M. Coetzee. Soy, además, una de las pocas personas que leen catálogos de exposiciones. Todo está debajo de la novela, intuyo.
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'Membrana'
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Autor Jorge Carrión.
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- Galaxia Gutenberg, 2021.
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- LII Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro
–La experiencia de materializar de forma física un museo en una novela ha sido posible en el Centro Juan Guerrero de Granada, donde nos presenta el proyecto 'Todos los museos son novelas de ciencia ficción'. Narrativa, cómic, arte contemporáneo, diseño gráfico... Una experiencia sin precedentes en la museografía española, ¿qué es lo original de esta propuesta y por qué no debemos pasarla por alto?
–Todo puede ser pasado por alto, me temo. Pero estoy muy satisfecho del proyecto y de su realización, gracias al diseñador Rapa Carballo y del magnífico equipo de Paco Baena y el centro José Guerrero. Si 'Membrana' es una novela en forma de museo, 'Todos los museos son novelas de ciencia ficción' es una exposición en forma de novela. Si yo soy el único autor de 'Membrana', en la expo narrativa yo soy el guionista y el comisario de una obra colectiva, donde tenemos desde un cómic de cuarenta páginas dibujado por Roberto Massó a una visualización de datos del Supercomputing Center de Barcelona, pasando por obras de artistas nacionales como Joana Moll o Alicia Kopf y de internacionales como Marta de Menezes o Vladan Joler. Ha quedado fenomenal. Ojalá no pase desapercibida.
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«Me interesa el presente»
–Su personalidad inquieta y aglutinadora es sobrepasada en cada nuevo proyecto. Conocemos su faceta de armador de tramas de ficción, de viajero, de ensayista, articulista y analista, incluso frecuentador de oráculos... Los capítulos de su pódcast 'Solaris, ensayos sonoros' ya son en sí mismos un viaje al futuro. ¿Se atreve a realizar alguna profecía para los lectores de LA VERDAD?
–Lo cierto es que me interesa el presente, no tanto el futuro. El presente que es a la vez archivo y laboratorio, de futuros posibles, de reales posibles. Los algoritmos sí que están interesados, y mucho, en predecir. Los dichosos algoritmos predictivos. La historia del hombre es una historia de la predicción y del control, desde Delfos hasta los satélites Meteosat o los algoritmos de Netflix, que encargan proyectos según los datos de las series existentes. Pero puedo acabar con un deseo o con una reflexión, si quieres: si nuestros hijos van a librerías y se enamoran del papel, seguirán existiendo en el siglo XXI. Es un claro real posible. Está en nuestras manos.
«Nosotras –escribe Carrión– no queríamos ser humanas, sino diosas con memoria humana, diosas inválidas, pero diosas, diosas evolutivas, porque los dioses desde siempre fueron mito y poesía, ficción y más ficción, y por eso estaban destinados, condenados estaban, a volverse realidad, la realidad tan nuestra. Punto». Más que perturbante, aterrador, escalofriante... Jorge Carrión abrazando lo incomprensible.
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