Un viajero llamado Flaubert
Este libro es el relato de cómo el escritor francés se documentó sobre el terreno para construir 'Salambó'
J. ERNESTO AYALA-DIP
Lunes, 31 de mayo 2021, 20:51
Hugo Von Hofmannstahl dijo que de la misma manera que 'Madame Bovary' es la maravillosamente construida catástrofe de una vida, 'Salambó' lo es de una ... ciudad. Para la escritura de esta novela histórica, Flaubert consultó más de cien obras, antiguas y modernas. En primer lugar lee a Polibio, del cual incluso llegó a integrar fragmentos casi textuales de su 'Historia'. Luego consulta a Apiano, Tito Livio, Plutarco, Jenofonte, incluso San Agustín. Echa mano también de los dieciocho tomos de la Biblia traducidos por Cahen. 'Salambó', libro del cual el mismo Flaubert llegó a decir que «manifiesta un inmenso desprecio por la humanidad», recrea, con la característica precisión quirúrgica y paciencia constructiva del autor francés, el alzamiento de los mercenarios contra Cartago, inmediatamente después de finalizada la primera Guerra Púnica.
Si hago esta introducción es porque cuando leí esta novela, escrita después de 'Madame Bovary', hace ya muchos años, creí que Flaubert la había escrito sin salir nunca de Francia. Luego supe, tras mi enorme error, que entre 1848 y 1850 había viajado en busca del mítico y mitificado Egipto, y el resto del Oriente Próximo. Lo hizo con su amigo Maxime Du Camp. Precisamente de esto habla 'Flaubert y el viaje a Oriente. La fuente de todos los sueños', del historiador y ensayista Fernando Peña (Castellón, 1971).
La mención de más arriba sobre las consultas de fuentes que realiza Flaubert para escribir 'Salambó' me la inspira el mismo Fernando Peña, cuando cita los libros que lee el autor de 'Madame Bovary' para documentarse y a la vez hacer su descubrimiento in situ del Oriente que necesita ajustar a sus sueños. Este excelente libro es muy necesario para entender mucho mejor y en profundidad no solo toda la obra del autor francés, sino incluso para conocer cómo se gesta su escritura, su mirada de la representación novelística y cómo se afianza para siempre su decisión de entregar el resto de su existencia a la ficción.
Peña intercala información detallada de las escalas del viaje de Flaubert, que además lo hace con Maxime Du Camp, poeta y sobre todo fundador de la edición de libros de viajes con fotos, realizadas por él mismo. Queda claro que a Flaubert el sitio que más le impactó fue Egipto, y sobre todo el Nilo (a diferencia de la decepción que le causó Jerusalén); su admiración por su cultura y sus vestigios monumentales va en este libro acompañada de fragmentos de cartas (a amigos y, sobre todo, a su madre) y partes de su diario de viaje. No es menos importante en este texto imprescindible cómo su autor señala que Flaubert quería visitar sitios que muy pronto la marabunta turística modificaría para siempre.
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