La tristeza del pianista
Wondratschek cuenta la historia de un músico ruso reconocido por el público, con una cierta dosis de extravagancia y viudo a consecuencia de un accidente absurdo
J. ERNESTO AYALA-DIP
Lunes, 26 de abril 2021, 21:34
Me llega 'Autorretrato con piano ruso', del escritor alemán Wolf Wondratschek. Su nombre no me dice nada. Como se dice ahora cuando alguien demuestra una ... absoluta ignorancia sobre algo que se le pregunta: «Ni idea». Hago una lectura en diagonal para ver cómo respira el libro. Cazo un diálogo en que alguien pregunta a otro (después me entero de que es un diálogo entre el narrador de la novela y el protagonista): ¿con qué tiene que ver la ópera? Y el protagonista, que luego sabré que se llama Suvorin, le contesta: «Con la música». Puede parecer una perogrullada la respuesta, pero no lo es. Es obvio que la ópera tiene que ver con la voz, el vestuario, el libreto, la escenografía. Pero Suvorin sabe que tiene que afirmar que antes que todo eso, la ópera tiene que ver con las notas, con la sintaxis musical, con las tonalidades, en una palabra, con la música, así de sencillo. Al leer este fragmento, decido leerla. La termino a las cuatro de la mañana.
Suvorin es un pianista ruso de ficción, pero cuando terminas de leer su historia descubres que ya lo extrañas, que quieres saber más de su vida. Te hubiera gustado que la novela tuviera unas cientos de páginas más. Suvorin vive en Viena, donde transcurre la acción del libro. Suele acudir al mismo café todos los días. Allí conoce a un joven, el narrador, con el que entabla un diálogo a través del cual sabemos que el pianista estuvo en la Unión Soviética y parece que no lo pasó muy bien.
Fue un pianista reconocido, pero algo extravagante (lo cual no es mucho menos extraño en su gremio). Interpretó la música de Schubert y Beethoven con gran éxito, aunque a él lo que más le hubiera gustado era el silencio después de sus conciertos. Suvorin tenía dos hijos. Y una mujer que murió de un accidente absurdo. De esa muerte, Suvorin no se repuso nunca. Por eso 'Autorretrato con piano ruso', de alguna manera es una novela sobre un duelo infinito y doloroso.
Suvorin tiene algunas teorías algo curiosas, como esa de que los músicos en Rusia necesitaban beber para estar más sobrios para garantizarse así el éxito de sus conciertos. Dejó de creer en Dios cuando llegó a la conclusión de que Dios fue el que hizo que el sol resplandeciente diera en la cara del chofer del autobús hasta enceguecerlo y de esa manera terminó por producirse el choque en que murió su mujer.
Justo unos días antes de abordar esta soberbia novela, había terminado de leer 'Los pianos de Siberia', de la escritora británica Sophy Roberts (este, en el sello Seix Barral). Un ejemplo de ese misterioso y mágico azar que une libros y autores.
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