Leticia Ybarra o cuando el pensamiento está pegado al hueso
Golpe a golpe. En su último libro, habla de emociones intensas y disociaciones de conciencia
CARLOS AGANZO
Lunes, 24 de mayo 2021, 21:04
Pertenece, por edad, a la generación de los poetas de internet. Pero su poesía está muy lejos de cualquier tendencia al uso. Al menos de ... cualquier tendencia española al uso. Conecta, más bien, con esas corrientes de la conciencia del inconsciente que sacuden América como un calambre, desde Argentina hasta los Estados Unidos. O con esa nueva poesía de Francia o de Alemania que aquí es una desconocida. A esta singularidad contribuye no poco la variedad de los materiales con los que construye sus poemas, consecuencia de su trabajo como creadora plástica y comisaria de encuentros, ciclos y festivales. Además de su conciencia de la escritura como construcción mental. A veces terapéutica, a veces incendiaria, siempre desveladora desde su aparente con-fusión. La poesía de Leticia Ybarra (Madrid, 1991) no encuentra fácilmente casillas donde etiquetarse ni estanterías donde colocarse.
Sin duda su concepción poética de la cultura, del arte, de la vida, es clave para la interpretación de su trabajo en el departamento de Literatura y Pensamiento de La Casa Encendida de Madrid, o de su labor en ciclos y festivales como el Gelatina o 'Atravesar el bosque encantado'. Pero esta vez Caniche Editorial, en una edición cuidada hasta el milímetro, permite que la multiplicidad de fuentes de inspiración que la escritora maneja cada día –arte plástico, vídeos, cine, poemas, música, vídeo...– se presten a 'enjaularse', a reducirse de alguna manera en el formato del libro de papel. Un soporte que sigue todavía sin encontrar recambio justo a su capacidad de comunicación.
Edición cuidada, que incluye un puñado de dibujos-poema de la autora (casi 'poeturas', al estilo de Francisco Pino), que complementan la escritura de un libro radicalmente contemporáneo. Un libro fragmentario, en ocasiones casi astillado, donde el estilo literario también se rompe y se desbarajusta, para adaptarse por completo a las exigencias expresivas de cada poema: versos líquidos, prosas profanas, entrecomillados, subrayados, negritas, versales..., una no música, de pie deliberadamente quebrado, que rehúye todo ritmo que no sea interior, intuitivo, sanguíneo.
De entre todos los fantasmas, el de la madre es el que tiene una presencia más pura en esta obra
Cuerpo y composición
¿De qué habla, desde su propio título provocador, 'Fantasmita eres pegamento'? De no pocas cosas, en verdad. Habla de las lindes y los deslindes del cuerpo físico –manos, piernas, músculos, venas, boca, muñecas, bíceps, cúbito, húmero, huesos, pelo, sexo...–. Del mismo cuerpo como composición, como construcción o estructura. Y de las incógnitas que ese cuerpo proyecta en el sentido de la femineidad, de la maternidad, de la propia fecundidad de la mujer del siglo XXI. De su compatibilidad con esa nueva humanidad que surge más allá de lo posmoderno y que nos inquiere desde lo 'queer', ese anglicismo que usamos para hablar de lo diferente, lo incógnito, lo indefinido, lo no sujeto a ninguna de las convenciones culturales vigentes hasta la fecha.
Y habla también, a través de esa parte del cuerpo que son las redes nerviosas, de las emociones intensas, las disociaciones de conciencia o las sensaciones viscerales que se producen en el cerebro poético. De la capacidad de restaurar sistemas nerviosos dañados por el abandono. De la médula espinal como «modelo a escala del trauma biogenético». De ese algo a medio camino entre lo orgánico y lo maquinal que somos las personas. Física y química, como diría San Agustín. O mejor pensamiento «más pegado al hueso». Tal vez el código de barras del ser humano.
Continuidad de los sueños
Y habla además de los sueños. De esa extraña continuidad de los sueños que de ordinario deriva en la construcción de mundos paralelos. De paisajes oníricos, con sus incongruencias, sus obsesiones, su misterio... y sus desvelamientos. De la posibilidad de descubrir «muchas cosas en una/ y a la vez en varios sitios». De una cierta mística de los universos mentales. También de la traicionera verdad de la memoria. Y de esas cicatrices de la infancia que oscilan entre personajes como Humpty Dumpty y los payasos asesinos o la impronta sinuosa de las canciones de cuna, con las que las madres, como decía Lorca, además de dormirnos nos inoculan sus temores, sus insatisfacciones, su melancolía.
Y también, y sobre todo, el libro de Leticia Ybarra habla sobre los fantasmas y los muertos. Muertos clásicos, como Orfeo y Eurídice, atrapados en el río del olvido. Muertos entregados a la tierra o a las aguas, que transforman lo duro en blando y lo blando en evanescente. Aquellos que están inhumados y desde su boca abierta alientan árboles o flores nuevas. Aquellos otros que se resisten a la inmortalidad de la piedra o el cemento. Los que siguen cantando después de que les corten la cabeza...
De entre todos estos fantasmas, el de la madre es, sin duda, el que tiene una presencia más pura en este libro. Una figura delgada, adherida a las paredes. Un jirón de memoria que roza las cañerías o se disuelve en las goteras. Una presencia real que permanece en el limbo de los que viven dentro de nosotros, porque viven dentro de nuestra memoria. Y que viven en la memoria porque se han instalado de manera definitiva en nuestro cerebro. Las pérdidas, que nos invitan a convertirnos en bolsas en un cubo de basura que espera la llegada del camión. Pero también los fantasmas y los fantasmitas del amor, que son la proyección más exacta de nosotros mismos, aunque se presenten en las mil formas extrañas, inexactas, irreverentes, inconfesables de los sueños.
Una cabeza que arde y un corazón que se disloca. En el fondo también, o en la superficie, la más pura expresión del desasosiego, de la extraña ornamentación, de la incuria, de esa «inquietud que atraviesa los días» que es nuestra existencia cotidiana. La urgencia por encontrar, a través de la poesía, un «mapa mental» que nos sirva «para navegar por el mundo». Escritura en plena ignición.
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