Las esquinas de una vida
LECTURAS CON SAFITA. El segundo poemario de Marisa López Soria aparece después de un cuarto de siglo, tras el ya mítico y sorprendente 'En consideración te escribo', galardonado con el Premio Emma Egea de 1995
SOREN PEÑALVER
Lunes, 5 de julio 2021, 20:49
El retraso con que un libro llegara a mis manos, tiene fácil explicación: el extraño y larguísimo año, pautado por la incertidumbre y el temor, ... que hemos y no hemos pasado todavía del todo en este planeta.
'Muy señores míos' (Editorial Difácil, 2020) me ha hecho recordar al gran escritor austriaco Stefan Zweig; en concreto, sus palabras dedicadas al 'Misterio de la creación artística' (conferencia pronunciada en Buenos Aires el otoño de 1940), que comienza, de forma categórica, diciendo: «De todos los misterios del universo, ninguno más profundo que el de la creación... La concepción de un artista es un proceso interior. Tiene lugar en el espacio aislado e impenetrable de su cerebro, de su cuerpo...». A los más de ochenta años de su trágica muerte, Zweig (Viena, 1881-Petrópolis, Brasil, 1942) sigue de vigorosa actualidad. Sus palabras me parecen adecuadas ante este libro de la escritora y poeta Marisa López Soria; su segundo poemario, que aparece después de un cuarto de siglo, tras el ya mítico y sorprendente 'En consideración te escribo', pese a que fuera galardonado con el Premio Emma Egea de 1995.
Marisa López Soria ha ido elaborando, verso a verso, poema a poema, 'Muy señores míos'; es especial, nos parece, la primera parte del mismo, 'La otra orilla', que la prologuista, Raquel Lanseros, dice es «un viaje simbólico y real a través del tiempo y del espacio, desgranando con maestría el universo emocional de la autora ante la muerte y la pérdida...». Y sí, 'La otra orilla' es un haz de treinta y cinco estancias, evocadoras y nostálgicas, dedicadas al padre, un hombre de bella catadura y noble alma: Marcelo López («tu nombre romano»). A quien llegué a conocer junto a su esposa, la gran Josefina Soria, de la que la hija pone unos misteriosos versos como pórtico al libro: «Tus hombres cantan, sueñan heroicos. / Hombres absortos en la memoria del fuego y azogue en la palabra...». Adecuados versos para la dedicatoria de 'Muy señores míos': «A mi padre. / A Frédéric, de lo mucho».
La elegía dedicada al padre es un libro aparte. Y uno no se cansa de frecuentar su «emoción y pensamiento»
Marisa López Soria es cotidiana al evocar al ser amado, sin dar un mínimo aspaviento a la palabra, que surge sencillamente: «Es extraño dar voz un misterio rotundo. / Acostumbrado. El caso es que hoy / te tropecé varado en la plata de una fotografía. / Sin reserva, sin prisas miro / —tu sombrero, la sonrisa, ese gesto— / el hombre bueno con su parte de culpa, aquel / que me duele encontrar —jamás, nunca, por siempre— / en una banda oscura que intento iluminar. / Palabras solo tengo, sin pretensiones, / y la incisión de enigmas —el quid, el corazón, elfondo— / me permito aliviarla con artimañas: / figuras, signos, códigos incapaces, / y mucha fantasía» (II, pág. 14).
La elegía dedicada al padre es un libro aparte. Y uno no se cansa de frecuentar su «emoción y pensamiento» y su «pensamiento y emoción» (parafraseando a Unamuno). Y nos falta espacio, ahora, para aproximarnos a la hondura y la belleza de su lenguaje.
'Muy señores míos' me ha hecho recordar al gran escritor austriaco Stefan Zweig, en concreto, sus palabras sobre el 'Misterio de la creación artística'
'Trampantojo (Poemas reos)' y 'París', la segunda y tercera secciones del poemario, son muestras de consideración aparte: poemas, en general breves, de una ágil maestría en función a un juego de música y palabras, que es la poesía. Al azar, elegimos 'Motín de besos', que comienza así: «En la despensa, almacenados. / Es porvenir, futuro. / Vivan los novios y el arroz. / Quinientos kilos, más / sonada de pucheros, confetis, cacerolas. / Todo será para el gran día...».
Querida y admirada Marisa: no estamos dispuestos a una larga espera de tu nueva poesía.
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