Por el mar corren las liebres...

A pesar de la miseria en la España profunda, la desgracia familiar que puede suceder en cualquier familia, la abyección del poder siempre actuando de modo vil y despreciable con los ciudadanos anónimos, la sibilina actuación de la iglesia tan a menudo al lado del del autoritarismo más casposo, o la suerte adversa, quien triunfa en estas páginas emotivas es la historia de amor de Juan y María, allí en su lejano pueblecito de la provincia de Ávila. Ellos son los padres de Alicia, protagonista en 'Alicia en el país de las maravillas' (2019),de la primera novela de una trilogía sobre la infausta lucha fratricida.

Su historia de amor supera todas las barreras inimaginables: la oposición frontal del padre de ella –la figura de Feliciano es un paradigma extremo pero veraz del cacique rural que actúa a su antojo y es capaz de cometer las más abominables tropelías–, la diferencia social e ideológica de ambos, católica y rica ella, ateo, republicano y pobre él, la distancia física entre los dos en su juventud –María sirviendo en Madrid, para aprender los oficios de la casa– y en su madurez –Juan en campos de concentración de Ávila o Madrid, había que dejar huellas del imperio con la sangre de los vencidos–. Qué paradoja tan sentimental como política y tan repetida: Juan fue secretario de la Casa del Pueblo y María, presidenta de las Hijas de María.

Contumaz y permanente la poética machadiana de las dos Españas, con el apoyo ciego de la Iglesia al bando militar. También simbólico el título, pues la sabiduría popular conoce la verdad y se ríe con la música de las mentiras. Permanecería en el olvido o en alguna cuneta del camino interminable, si Nieves Álvarez, rastreando en documentos y en la memoria de las gentes allegadas, no hubiese construido este artefacto bello y triste, pura literatura, arma cargada de futuro. Pues como ella dice: «Lo que quiero rescatar en esta novela es el amor».