Enrique Vila-Matas, en una de sus últimas visitas a Murcia. José Luis Ros Caval

'Canon de cámara oscura': dudar de la ilusión

Compuesto de dos partes, con 120 fragmentos, Enrique Vila-Matas opta por tramas que se cruzan y se reposicionan entre la oscuridad y la superficie. Hay un guiño irónico para los que imitan a los inimitables

Carmen María Pujante Segura

Catedrática de la UMU y crítica literaria

Sábado, 21 de junio 2025, 07:34

Solo a los lectores que están de paso por la literatura de Enrique Vila-Matas les pillará por sorpresa el inventario, la retahíla, el pódium ... de escritores que reúne en su reciente libro, 'Canon de cámara oscura'. Para quien no lo sepa aún, el suyo, después de décadas siendo leído y reconocido por la crítica no solo española, es un canon desplazado, periférico, personal e intransferible. A él es fiel así pasen los trabajos (literarios) y los días (setenta y uno), que es el argumento y la duración de su última entrega.

Publicidad

Vara de medir y, por extensión, regla, modelo o medida, significaba la palabra en la Grecia clásica, aquella en la que se postularon el canon de Policleto y otras acepciones: lo ideal en la escultura humana, según el primero, era que siete cabezas constituyeran la medida canónica del cuerpo, como lo ideal en el arte, comprendiendo el de la literatura, era que se procediese mediante la imitación o mímesis de una suerte de lista o catálogo canónico compuesto por los mejores autores. De ahí pasará al latín «canon» con otras acepciones como la de «impuesto» (que nos sonará actualmente, por ejemplo, en relación con el negocio de la música), así como con otros matices semánticos como el religioso (según el cual, por ejemplo, los libros canónicos son los aceptados como sagrados o modélicos por la Iglesia).

'Canon de cámara oscura', Enrique Vila-Matas | 218 páginas Seix Barral

Harold Bloom, conocedor de esta riqueza etimológica, rescataba el concepto en su afamada y polémica obra de 1994, aquella en la que establecía un canon literario occidental de acuerdo con valores de cariz puramente estético, como si la teoría (o mejor, la postulación crítica pero no por ello menos personal) no fuera contradicha de forma natural por el cambio, ya sabemos por Heráclito, lo único permanente. Lo sabemos, los cánones cambian y conviven, conviven en el tiempo aquellos de universales aspiraciones con los de vocación estrictamente personal.

¿Me explico?

¿Un canon?

Sí, pero intempestivo, ligeramente inactual. Porque yo creo que en pocos años, si lees todos los días, estará muy pronto a tu alcance hacer un canon equivocado, como el que hacen todos, pero más esquinado que el que hacen todos.

Publicidad

¿Y por qué mal iluminado?

Precisamente por eso, porque el tuyo tampoco tendrá muchas luces. (p. 19)

Podemos seguir refrescando etimologías y, por tanto, haciendo revivir el griego antiguo, en el que aludía a una bóveda o un cuarto abovedado. La palabra «cámara» conserva en su paso al latín ese significado para, posteriormente, a partir del latín medieval, cuando se usa para referirse a la estancia solo accesible a unos privilegiados de palacio, indicar la pieza principal de una casa, una habitación o un compartimento cerrado, entre otros tantos significados actualmente.

El narrador protagonista de 'Canon de cámara oscura', que responde al nombre de Vidal Escabia, se recoge en una habitación de su casa, a media luz, casi a oscuras, para leer sus libros preferidos, canónicos, mientras, fuera, la vida sigue, también la de su hija. Lo que él lee cada uno de esos setenta y un días de recogimiento y de experimento, como escritor que es, no puede no desviar, redirigir el curso de su propia vida.

Publicidad

Invita a sospechar del personaje principal, que al inicio se presenta como un androide, un Denver-7, que se ha infiltrado en Barcelona

Aunque no haya nada más oscuro que la noche del alma, ni nada más tenebroso que una habitación sin luz, lo cierto es que la oscuridad, con los prefijos y sufijos de la lengua latina, siempre ha sido el obstáculo de la claridad, física pero también metafórica en tanto que sinónimo de inteligibilidad, seguridad o certeza. Y, sin embargo, sabemos que una cámara oscura designa la habitación con iluminación tenue en la que se produce esa especie de milagro que es el de revelar fotografías o películas, además de ese artefacto consistente en una caja opaca en la que, al entrar luz, se reproduce una imagen invertida de los objetos, como si fuese, podemos añadir, una ficción.

Se nos hace así dudar de la ilusión, igual que en 'Canon de la cámara oscura' se nos invita a sospechar de ese personaje principal, que al inicio se presenta como un androide, concretamente un Denver-7, que se ha infiltrado en Barcelona. Es con ese pistoletazo argumental con el que comienza la escena primera de esta obra de Vila-Matas, una trama que virará hacia el significado de la espera de aquella hija que se encuentra en el extranjero.

Publicidad

El canon de Vidal Escabias es el de Vila-Matas, aunque con las debidas actualizaciones de ese canon 'in progress'

Habitaciones

Por tanto, el protagonista de esta obra se puede añadir al canon de los personajes vilamatasianos. Igualmente, ese espacio de la habitación se ha de sumar al elenco de habitaciones propias presentes en las obras de Vila-Matas, sobre todo las de hoteles repartidos por el mundo. Del mismo modo, en la oscuridad no dejan de surgir sorpresas, agradables o no, como puede ser la de una araña. Pero, en cualquier caso, el canon de Vidal Escabias es el canon de Vila-Matas, aunque con las debidas actualizaciones de ese canon 'in progress' gracias a merecidas incorporaciones como la de Gennaro Serio con 'Notturno di Gibilterra' (2020) o la de Francisco Jarauta con 'Poéticas del fragmento' (2024).

Compuesto de dos partes, con un total de 120 fragmentos, las de 'Canon de cámara oscura' son tramas que se cruzan y se reposicionan entre la oscuridad y la superficie. Hay guiño irónico para los que imitan a los inimitables. Hay red infinita de películas, canciones y libros (Dante, Beckett, Sterne, Joyce, Zambrano, Duras… y Cervantes, claro). Hay hendiduras por donde se pueden colar nuevos libros. Hay un mismo canon, pero una obra diferente.

Publicidad

Practiquemos nosotros también, pues, la bibliomancia, esa práctica adivinatoria, popular allá en la Edad Media, que el narrador conoce gracias a un texto de Olga Merino (pág. 140): abramos cualquier libro por una página al azar e interpretemos lo leído adaptándolo al yo y nuestra circunstancia. Me perdonarán que no cuente lo que he acabado haciendo yo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad