Al encuentro de Francisca Sánchez y Rubén Darío
Los cartageneros Carmen Conde y Antonio Oliver se encargaron de la gestión de los derechos literarios del autor nicaragüense gracias a la lealtad inquebrantable a su última pareja sentimental, figura clave para la recuperación y pervivencia de la obra del poeta modernista
Fran Garcerá
Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver
Sábado, 15 de noviembre 2025, 07:42
El 13 de mayo de 1956, Carmen Conde y Antonio Oliver iniciaron un viaje desde Madrid hacia la aldea de Navalsauz, situada en la provincia ... de Ávila, muy cercana a la Sierra de Gredos. Lo hicieron acompañados de tres de los alumnos del curso de doctorado 'Poesía del Modernismo', que Oliver dictaba en la Universidad Central de Madrid: la jamaicana Norma Parchement, el norteamericano Carlos Lozano y el granadino Antonio Figares. Su deseo era encontrarse con Francisca Sánchez del Pozo, la última pareja sentimental de Rubén Darío. Oliver, en su libro 'Este otro Rubén Darío', por el cual recibió el Premio Aedos para biografía castellana en 1960, relató aquel primer viaje.
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Peregrinaje literario
Cuenta Antonio Oliver que era su deseo visitar a Francisca Sánchez desde 1950, pero que lo había postergado. Sin embargo, aquel año, al terminar su cursillo monográfico, propuso a los alumnos lo siguiente: «Ahora que hemos estudiado literariamente a Darío, deberíamos ir a Navalsauz a visitar a la mujer que, en lo humano, sabe más del gran poeta». Durante el viaje, a su paso por Salobral, el coche sufrió una avería a escasos 35 kilómetros de la aldea, que lograron solucionar para continuar su peregrinaje literario.
Al llegar a Navalsauz, se dirigieron al hogar de Francisca Sánchez, quien se mostró precavida ante los recién llegados. Antonio Oliver le explicó que tan solo eran unos universitarios que admiraban a Rubén Darío, que nada iban a pedirle y tan solo querían «acompañarla». Con esas palabras, Oliver hacía mención a los versos que Darío dedicó a Francisca Sánchez y que terminaban con la petición «Francisca, acompáñame». Y Francisca Sánchez les abrió las puertas de su hogar y de su plena confianza.
Tanta fue la amistad con la que Francisca Sánchez les recibió, que en viajes y visitas sucesivos les mostró lo que había custodiado durante cuarenta años en su hogar: el archivo personal de Rubén Darío. También compartió con ellos su penosa situación: en la aldea faltaba luz eléctrica, teléfono, médico y farmacia. Expresó su anhelo por finalizar sus días en Madrid, donde vivió parte de su juventud junto a Rubén Darío, además de en París. Tanto fue así, que Carmen Conde dijo a Francisca Sánchez: «Usted irá a Madrid». Y esta promesa condiana no fue hecha en vano.
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La visita, un éxito
Antonio Oliver convenció a Francisca Sánchez para que el archivo de Rubén Darío se quedase en España. Pocos días después, Oliver realizó una nueva visita acompañado por Julián Pemartín, poeta y director del Instituto del Libro, y el escritor Adriano del Valle. La visita fue un éxito y Pemartín habló con el entonces ministro de Educación Nacional, Jesús Rubio y García- Mina, para lograr su cometido.
De esa manera, durante la primera quincena de octubre de ese 1956, Antonio Oliver y Carmen Conde emprendieron un nuevo viaje con el objetivo de contemplar en su totalidad el archivo de Rubén Darío y realizar una primera clasificación. El 25 de octubre, Oliver y Conde se desplazaron a casa de Francisca Sánchez en un coche ministerial acompañados de José Sánchez Maroto, en representación de Pemartín y del ministro, para hacerle entrega de una carta y celebrar que el archivo de Rubén Darío se quedaba en España y Francisca Sánchez se trasladaba a un nuevo domicilio en Madrid. También una ayuda para los estudios de su nieta, la conocida periodista Rosa Villacastín.
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Carmen Conde y Antonio Oliver continuaron vinculados a Francisca Sánchez y Rubén Darío. Como ha señalado Cari Fernández Hernández, Oliver fue el fundador y primer director del Seminario-Archivo Rubén Darío y de la Revista que este publicaba. Entre otros méritos, cabe destacar que en 1961 la República de Nicaragua le otorgó la condecoración de la Orden de Rubén Darío en el grado de Gran Oficial y, en 1963, Carmen Conde y él realizaron un largo viaje por Centroamérica porque Oliver fue invitado para pronunciar diferentes conferencias con motivo de los días grandes anuales de Rubén Darío. También «recibió la investidura del título de doctor 'honoris causa' por la Universidad Nacional de Nicaragua». Carmen Conde escribió el libro 'Acompañando a Francisca Sánchez', que vio la luz en 1964. Sin embargo, uno de los hechos más desconocidos es que Antonio Oliver y Carmen Conde se encargaron de la gestión de los derechos literarios de Rubén Darío.
Gestores de los derechos
El martes 8 de octubre de 1957, Carmen Conde publicó un artículo titulado 'Francisca de Rubén' en el 'Índice literario' de Caracas, que se conserva entre muchos otros en el Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver, en el cual hizo una defensa de la figura de Francisca Sánchez y una revalorización de la importancia de su figura para la recuperación y pervivencia de la obra de Rubén Darío. También se lamentó del poco dinero que esta, el hijo que concibió con Darío, Rubén Darío Sánchez, y sus descendientes recibieron, como podemos leer a continuación:
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«Pero es que el hijo de Rubén y de Francisca dejó hijos a su vez en Nicaragua (con su viuda), y a ellos va el poquísimo dinero que la editorial que publica en exclusiva (exclusiva astutamente conseguida) las obras de Rubén Darío suele pagar a sus editados. Lo sentimos por Francisca, claro, que es ya muy anciana y que lo hizo todo para los demás y ahora no recibe nada de su trabajo. Que conste. Su cesión del archivo rubeniano (a favor de España, naturalmente) ha sido el colofón de un estado de su ánimo: ella no quería que al cabo de cuarenta años y pico que hace de la muerte del poeta, las ratas y el abandono terminaran también con el papel escrito. No se nos diga que no hubo tiempo para rescatar este archivo. Cuarenta años en Navalsauz. Monarquía, República, guerra, postguerra. Toda América lo sabía, además. En fin; que una tarde llegamos nosotros (Antonio Oliver Belmás y yo) y se ha quedado para España lo que el amor y el recuerdo defendieron».
El 6 de agosto de 1963, Francisca Sánchez falleció en Madrid. Poco después, el 28 de ese mismo mes, Cecilia Salgado, viuda de Rubén Darío Sánchez, y sus hijos, Elena Argentina, Rubén Benito y Salvador del Carmen Darío Salgado, confirieron un poder general a Antonio Oliver para la gestión de los derechos de autor de Rubén Darío. Y el poeta y profesor cartagenero se dispuso a cumplir este cometido.
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Los primeros ingresos
En noviembre de ese año, Antonio Oliver inauguró la libreta en la cual anotó su administración de los derechos de autor de Rubén Darío, la cual se conserva en el Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver. Los primeros ingresos, del día 22, corresponden a 500 pesetas por los derechos de autorización de la 'Antología de poesía contemporánea' de la editorial Anaya, que había compilado Fernando Lázaro Carreter. Poco después, en los pagos relativos a enero de 1964, Oliver apuntó que el día 3 había enviado 6250 pesetas a Pérez del Arco, embajador de España en Managua (Nicaragua), para que se los entregase a Cecilia Salgado, por el ingreso que había realizado la Sociedad General de Autores por derechos de discos. Otro de los ingresos más importantes relativos a ese mes de enero de 1964 fue el producido el día 20 de 16266,80 pesetas, que la Editorial Aguilar enviaba por las ventas del segundo semestre del año anterior de las 'Obras completas' de Rubén Darío que tenían en su catálogo.
De hecho, una de las labores más importantes emprendida por Antonio Oliver fue la de ponerse en contacto con aquellas editoriales que durante años habían estado publicando a Rubén Darío, quizás de una forma poco ortodoxa en cuanto a los derechos que ostentaban los herederos del poeta. Además, Conde y Oliver informaban a Cecilia Salgado de todas sus gestiones, como podemos leer en una carta que Oliver dirigió a esta en diciembre de 1963, para detallarle lo siguiente:
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«[…] ESPASA-CALPE -Les escribí diciéndoles que yo tenía la representación de ustedes y los rumores que yo tenía sobre alguna cantidad pendiente de cobro según me dijo doña Francisca. La respuesta se la copio y yo creo que, como no he visto libros impresos en España después de la muerte de su esposo y sí en la Argentina, si nos metemos en discusiones y pleitos perderemos, pues ellos tienen más fuerza que nosotros. Como ofrecen el 10% de lo que traigan a España de los restos de la Argentina y de lo que impriman aquí, les voy a dar la conformidad para que en 1964 tengan ustedes más ingresos.
AGUILAR -Hasta primero de año no le puedo exigir nada. Lo digo por la carta de Elena [Argentina Darío Salgado] a Carmen [Conde].
ANAYA -Aún no está impreso el libro de los 'Cantos de vida y esperanza' prologado por mí. Creo que estará por todo el mes de enero. Entonces le giraré en cuanto cobre.
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AFRODISIO AGUADO -Voy a verlos en estos días de vacaciones a ver por dónde respiran. Convendría muchísimo que me fotografiara el contrato con Aguilar, es decir, los contratos o me los copiaran a máquina, para poder estar siempre en lo firme en cuanto a derechos.
Las cosas de burocracia aquí son muy lentas y sepan que yo no les olvido ni echo nada en saco roto».
La labor de gestor de los derechos de autor que llevó a cabo Antonio Oliver tan solo finalizó con su fallecimiento en 1968. De hecho, la libreta a la que hemos hecho mención en la cual anotó esta administración desde noviembre de 1963 terminó el 30 de junio de 1968 y, según anotó en la misma Carmen Conde, fue «porque Antonio murió el 28/VII/68».
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Las cuentas de Rubén Darío
Desde ese momento, fue Carmen Conde quien continuó en solitario esta labor de gestión y, para ello, los herederos de Rubén Darío le otorgaron el poder que antes se encontraba a nombre de Antonio Oliver. De hecho, en la entrada del 9 de noviembre de 1968, puede leerse que la autora había llamado a [Manuel] Ariza «para resolver los problemas de la Editorial Aguado respecto pago derechos libros Rubén Darío». Poco después, el día 15, anotó que tras comer Eulalia Ruiz de Clavijo y Amanda Junquera en su casa, y tras marcharse Junquera con sus hermanas, se encontraba arreglando y poniendo al día «las cuentas de Rubén Darío». Cabe destacar que Amanda Junquera y Eulalia Ruiz de Clavijo fueron quienes le ayudaron en algunos momentos con este cometido: «En casa trabajando toda la tarde. El mareo y las náuseas por las cuentas del Banco sobre Rubén Darío, lo poco mío, etc. ¡No resisto los números! La pobre Eulalia se los carga todos», anotó la escritora en su agenda el 15 de diciembre de ese mismo año.
Las últimas cartas que se encuentran en el archivo de Carmen Conde y Antonio Oliver a propósito de los derechos de autor de Rubén Darío están fechadas en 1994 y 1995, cuando la escritora cartagenera se encontraba gravemente enferma (falleció el 8 de enero de 1996). Sin embargo, esta es prueba fehaciente de que continuó con esta labor a lo largo de toda su vida y cumplió con el compromiso que Oliver y ella adquirieron con Francisca Sánchez del Pozo y su familia.
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En definitiva, y aunque este sea un episodio todavía por estudiar en la vida de Carmen Conde y Antonio Oliver, podemos decir, sin lugar a duda, que desde aquel mayo de 1956 ambos acompañaron a Francisca Sánchez y Rubén Darío con una inquebrantable lealtad.
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