'Las Cuatro Plumas' (que son cinco) de Águilas

Parece oportuno aclarar que los plumíferos habitantes del chalet de 'Las Cuatro Plumas' no son cuatro, sino cinco: Jesús de la Serna, Salvador Jiménez, Miguel Ors, Miguel Pérez Calderón y Pura Ramos. Y que, a pesar de que llegaron a Águilas por casualidad, allí avecinaron encandilados por la bondad del lugar y de sus gentes. Advertidas de su placidez, las autoridades locales intentaron persuadirles, conscientes de lo que suponía ligar al municipio a tan relevantes periodistas en su estrategia para situar a Águilas en el mapa del turismo en los años del desarrollismo. ¿Cómo lo lograron? Poniendo a su disposición el terreno donde construir su residencia de verano, haciendo realidad el sueño de que pudieran descansar en la mismísima playa.

Águilas era por entonces un pequeño paraíso del Mediterráneo, una excelente promesa turística, pero, tal como advertía la prensa, necesitaba las infraestructuras para llegar a serlo. La implicación de los periodistas en su promoción a través de los medios de comunicación fue total y su participación en los programas de fiestas del municipio, muy frecuente los primeros años.

Visibilizar su afecto era también una manera de agradecer a sus vecinos la generosidad y la amabilidad del trato que les habían dispensado. Así, Las Cuatro Plumas (que son cinco) fueron implicándose en cuantas actividades pretendieron favorecer la cultura y el desarrollo de esta pequeña localidad costera.

Durante las veladas literarias que se celebraron en el Complejo Las Delicias, mientras «la gente se baña alegremente a la luz de la luna roja, que bien parece una luna de película en cinemascope, colgada sobre la bahía», como escribiría Salvador Jiménez, fraguó la idea de poner en marcha el Premio Águilas de Novela proyectado por Ángel María de Lera. El verano de 1968, mientras los niños de 'Las Cuatro Plumas' despedían los últimos barcos cargados de mineral que partían desde el embarcadero del Hornillo, sus padres se afanaban en la lectura de los manuscritos que habían concurrido al premio, una labor que les mantuvo ocupados hasta 1972.

Ese año se puso fin a esta importante empresa cultural que, más allá de promocionar el municipio, logró destacar en el panorama de las letras españolas a pesar de su corta andadura, por pretender prestigiar la calidad de las obras frente al interés comercial y las presiones políticas.

Durante sus estancias en el Hornillo, los periodistas concedían entrevistas y recibían a colegas y amigos deseosos de conocer su lugar de descanso. A su partida, los parabienes a los anfitriones se sucedían en la prensa. En poco tiempo se hizo costumbre que la casa fuera un crisol de artistas e intelectuales (Paco Rabal, Molina Sánchez, Santiago de Santiago, Alfonso Ortuño, Fernando Rey, Carpe, Asensio Sáez, Castillo-Puche, Campmany, Lera, Martín Vigil, Antonio Tovar, Adolfo Muñoz Alonso, Carmen Laforet, Juan Luis Cebrián). En aquellos años en los que todo era posibilidad -también para Águilas- la residencia de 'Las Cuatro Plumas' fue otro de los escenarios en los que, al rumor de las olas, se forjó la Transición.