La vajilla de hace 22 siglos que contará cómo se vivía en Cartagena
Sebastián Ramallo dirige una investigación financiada por la Fundación Séneca que desvelará con nuevas técnicas la cotidianeidad la pujante Qart Hadasht de Asdrúbal y Aníbal
Aníbal, Asdrúbal, Escipión el Africano, elefantes cruzando los Alpes para conquistar Roma por la retaguardia, legionarios devolviendo el golpe atravesando el mar de Mandarache en la conquista de Qart Hadasht… Las últimas décadas del siglo III antes de Cristo componen un tiempo fascinante con la antigua Cartagena como una de sus grandes protagonistas. Ahora, 22 siglos después, la ciudad se ha propuesto recordar aquel esplendoroso pasado con los festejos anuales de Cartagineses y Romanos, a la vez que los eruditos tratan de conocer cómo discurrió realmente aquel período. «Las excavaciones arqueológicas realizadas en el interior de la ciudad durante las últimas décadas han permitido confirmar su pujanza durante la veintena de años que estuvo bajo el control bárquida», explica el catedrático de la Universidad de Murcia (UMU) Sebastián Ramallo Asensio, en alusión a la familia cartaginesa que encabezó la conquista púnica de la península ibérica y situó el epicentro de su poder en esta ciudad. No pasaron ni cuatro lustros desde que la fundaron hasta que la perdieron a manos de los romanos, pero su efímera creación ha dejado un poso de más de 2.200 años que el equipo de arqueólogos del profesor Ramallo trata de desentrañar.
El experto destaca la entidad del proyecto urbano y la envergadura de las construcciones que aquellos líderes impulsaron, y que el ojo experto aún puede reconocer. «Probablemente, el descubrimiento de un tramo de muralla púnica en la ladera oriental del Cerro de San José ha sido uno de los hitos científicos más trascendentes de la historia de la arqueología de Cartagena», afirma el catedrático, investigador principal de un proyecto financiado por el Gobierno regional a través de la Fundación Séneca que abre una ventana para observar aquel momento.
El objetivo principal es desvelar la cotidianidad de los habitantes de Qart Hadasht en época púnica a través del estudio de los materiales que emplearon. En concreto, con «la caracterización arqueométrica de las diferentes producciones cerámicas que fueron manufacturadas y empleadas o consumidas» entonces. La arqueometría es la disciplina científica que estudia esos rastros mediante procedimientos físicos o químicos.
El interés por el período que va de la creación de la ciudad, hacia el año 228 antes de Cristo, hasta su toma por el ejército romano (209 antes de Cristo), en el marco de la Segunda Guerra Púnica, se alienta con una circunstancia singular: «La ciudad floreció en un medio a priori hostil desde el punto de vista topográfico y medioambiental». Lo hizo, evidencia el especialista, «gracias en parte a la fuerte implicación de la principal metrópoli del Mediterráneo hasta el momento: Cartago», en la actual Túnez.
Los grupos de comerciantes que llegaban desde distintos de África, el Mediterráneo central y oriental y la fachada atlántica, convirtieron a la nueva capital cartaginesa de la península ibérica «en una ciudad multicultural abierta a los circuitos comerciales, tecnológicos y culturales del momento». Lo que el equipo de Ramallo Asensio se ha planteado es, en sus propias palabras, «hacer hablar a esas vajillas y alfarerías cerámicas, que arribaban a su puerto, sobre la realidad de Qart Hadasht».
Con las preguntas adecuadas y, sobre todo, las técnicas de interrogación arqueológica más apropiadas, los restos de esos enseres pueden contarnos ahora cómo era la cotidianidad de aquellos pobladores, qué comían, qué consumían, cómo fabricaban sus enseres, y hasta cómo comerciaban con otros habitantes, tanto de tierra adentro como de territorios más allá del mar, particularmente de la metrópoli norteafricana y también de otras urbes del Mediterráneo central «y el más occidental ibérico como Gades [ahora Cádiz], Malaka [Málaga], Baria [en Almería] o Lucentum [Alicante], entre otras».
Las claves
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Capital ibérica Asdrúbal fundó Qart Hadasht, en la actual Cartagena, en el 228 antes de Cristo y la convirtió en la capital cartaginesa de la península ibérica.
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Conquista roamana Escipión el Africano tomó en el 209 antes de Cristo la ciudad, que pasó a llamarse Carthago Nova, de modo que no llegó a completar 20 años como Qart Hadasht.
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Florecimiento La investigación aflora la pujanza de esas apenas dos décadas a partir del estudio científico de restos de distintos enseres, de fabricación local e importados, empleados por sus habitantes.
El proyecto, que acaba de cumplir un año de trabajos y concluirá «esta primera fase» a finales de 2024, lleva por nombre: 'Producir y abastecer la nueva capital púnica del Mediterráneo occidental: contextualización y caracterización arqueométrica de los materiales cerámicos de la Qart Hadasht de Iberia'. Sus artífices se han propuesto «explorar, abrir nuevas posibilidades de estudio a partir de la caracterización arqueométrica» de los vestigios de envases de transporte y vajillas cerámicas tanto de producción local como importadas que emplearon en la antigua ciudad durante esos años.
El experto cita una serie de técnicas «procedentes de las ciencias físico-químicas e ingenierías», y sus correspondientes siglas, que les permite lograrlo: «Fluorescencia de rayos X (FRX), difracción de rayos X (DRX), termogravimetria (TG), espectómetro de plasma inducido (ICP-MS), microscopía de luz polarizada (OM), microscopía electrónica de barrido (MEB), propiedades mecánicas y térmicas de los materiales (PMTM), restitución 3D y modelización (3Dm), análisis de residuos orgánicos (GCC-IRMS/MS)». Con esta hornada de procedimientos se puede determinar la composición química, física y mineralógica de pastas y pigmentos, y abrir así la puerta a «reconocer indicios y gestos que sirvan para reconstruir los procesos sociales, tecnológicos, económicos y culturales que rodearon su producción y consumo». Ciencia moderna para echar un vistazo a la vida corriente de una etapa «corta pero fundamental para entender la importancia de las Cartagenas posteriores y su papel como sitio histórico mediterráneo».
El aspecto de Qart Hadasht toma cuerpo
El aspecto de la antigua Cartagena va tomando cuerpo gracias a las excavaciones y hallazgos de las dos últimas décadas. El descubrimiento del teatro romano por parte del arqueólogo de la Universidad de Murcia (UMU) Sebastián Ramallo, en 1988, ha actuado «como arranque y punta de lanza» de una serie de trabajos que, en palabras del investigador, «nos han permitido obtener una imagen bastante aproximada del urbanismo y fisonomía de Carthago Nova». El ahora catedrático de la UMU destaca los avances previos obtenidos a través de las aplicaciones científicas de los llamados proyectos Arqueotopos, en los que él también ha trabajado, con financiación del Plan Nacional de I+D+i y en colaboración con las universidades politécnicas de Cartagena y Madrid y el Instituto Geológico-Minero, entre otras instituciones. Esos trabajos, detalla, «han procurado una imagen más real y precisa de la paleotopografía y la evolución medioambiental de Cartagena y sus entornos portuarios desde fases precuaternarias y, en lo que aquí compete, sobre todo en los últimos diez mil años».
Con este conocimiento «cobran sentido las referencias de los autores greco-latinos al importante papel desempeñado por Qart Hadasht en el contexto general de la presencia cartaginesa en Iberia, donde la ciudad, fundada por Asdrúbal hacia el 228 ante de Cristo, se convierte desde el principio en 'el bastión, el granero, el erario, el arsenal y el depósito y refugio de todas sus empresas' como recoge Tito Livio». Otro autor romano de la Antigüedad, Polibio, dejó testimonio de cómo entre los muros del lugar recibían los caudillos cartaginenses a las embajadas romanas, «y desde aquí partió Aníbal hacia Italia», con su famoso ejército de soldados, caballos y elefantes. «Ahora, más de veinte siglos después, a través de la aplicación de distintas técnicas científicas y la interpretación conjunta y vinculada de todas ellas, la arqueología está en disposición de corroborar o discutir y dar respuesta a las fuentes escritas, determinando de forma veraz la entidad urbana de la fundación bárquida y, a su vez, el protagonismo en ella de la capital púnica en África». Esta «respuesta», explica el investigador principal del nuevo proyecto financiado por la Fundación Seneca, «constituye un desafío a la investigación histórica en el contexto de la segunda Guerra Púnica y la pugna político-económica de las dos grandes potencias mediterráneas».