El ucraniano que ganó un Premio Nobel
En las últimas semanas les he contado la ciencia que existe detrás de algunos fenómenos y productos típicos de nuestra Región, como es el caso de la floración ciezana o el asiático cartagenero. Hoy toca cambiar de registro y escribir sobre un científico de primer nivel que nació, estudió, dio clase e investigó en dos ciudades situadas a miles de kilómetros de Murcia pero que hoy están más cerca que nunca de nuestros corazones: Járkov y Odessa.
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En la terrible invasión que está sufriendo Ucrania, una de las ciudades más castigadas por las tropas rusas es Járkov, la segunda ciudad del país y uno de sus principales centros industriales, culturales y educativos. En esta ciudad nació el 16 de mayo de 1845 uno de los científicos más importantes de la historia: Iliá Ilich Méchnikov, ganador del Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 1908.
Ni la vida personal ni la carrera profesional de Méchnikov fueron un camino de rosas. Sus primeros estudios giraron en torno a la embriología y anatomía comparadas. Sin embargo, la lectura de la mítica obra 'El origen de las especies' de Charles Darwin (obra que le influyó a lo largo de toda su vida), su pasión por la botánica y la geología y las presiones de su madre para que no estudiara la carrera de Medicina, lo llevaron a la Universidad de Járkov. Allí solo necesitó dos años para graduarse en Ciencias Naturales.
Tras un periplo por diversas ciudades alemanas (Giessen, Gottinga y Munich) e italianas (Nápoles) para ampliar sus estudios, en otoño de 1867 Méchnikovfue contratado como profesor de zoología en la recién fundada Universidad de Odessa, la maravillosa ciudad portuaria situada a orillas del mar Negro (en el sur de Ucrania) que se ha convertido actualmente en uno de los principales objetivos de las tropas rusas por su gran valor estratégico y simbólico.
Posteriormente, Méchnikovviajó a la Universidad de San Petersburgo para seguir avanzando en su carrera científica. Sin embargo, la escasez de financiación e infraestructuras apropiadas le llevó a sufrir la primera depresión que tuvo en su vida y a volver a Odessa. Allí sus problemas de salud continuaron. La muerte de su mujer en 1873 le hizo entrar de nuevo en estado depresivo e intentó suicidarse ingiriendo una fuerte dosis de opio. Pero cuando la carrera de Méchnikov parecía llegar a su fin por sus problemas personales, Méchnikov renació profesionalmente. ¿Cómo lo hizo? Renunciado a su plaza de profesor en la Universidad de Odessa y viajando a la ciudad italiana de Messina. Allí regresó a sus orígenes científicos y recobró sus estudios iniciales sobre embriología. El ucraniano se dedicó al estudio de la fauna marítima, concretamente a las estrellas de mar y a un crustáceo de agua dulce denominado Daphnia. También realizó investigaciones con Bacillus anthracis, la bacteria causante del carbunco, una enfermedad infecciosa.
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Gracias a la microbiología –disciplina científica que me fascina desde que me dio clase el profesor de la Universidad de Murcia Juan Carlos Argüelles–, Méchnikov hizo importantes averiguaciones sobre el sistema que utilizan distintos organismos para defenderse. Sus resultados le llevaron en 1885 a proponer su famosa Teoría General de la Fagocitosis, según la cual cuando una partícula extraña penetra en un organismo este se protege gracias a la acción de células especializadas que destruyen los cuerpos extraños, rodeándolos con su membrana citoplasmática e introduciéndolos en el interior celular. La teoría de los fagocitos de Méchnikov tuvo una enorme transcendencia y dio origen a una verdadera revolución en el campo de la inmunidad e infección.
Méchnikov decidió volver a Odessa para continuar en su país sus experimentos sobre la Teoría General de la Fagocitosis. Sin embargo, y aunque llegó a dirigir el Instituto Bacteriológico de Odessa entre 1886 y 1888, pronto se encontró de nuevo con una fuerte oposición para realizar sus investigaciones. Cansado de tanta dificultad, el científico ucraniano tomó otra gran decisión. En 1888 viajó a París para hablar con el insigne científico francés Louis Pasteur. Tras escucharlo, Pasteur, que en aquellos momentos estaba construyendo un nuevo instituto en París, le ofreció una plaza en su laboratorio. Méchnikov dudó entre aceptar la propuesta o decantarse por el Instituto Koch de Berlín donde se apostaba por la teoría de la inmunidad humoral como mecanismo de defensa de los organismos (la conciliación de las dos teorías llegó en los años 50 cuando se reconoció a los linfocitos como las células responsables de los dos componentes, humoral y celular, de la inmunidad) pero finalmente el ucraniano decidió quedarse en París.
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Sífilis
En la capital francesa Méchnikovfue plenamente feliz. No solo desaparecieron todos los obstáculos para seguir investigando sobre la fagocitosis, sino que también se dedicó a dar clase y a divulgar la ciencia en forma de artículos, conferencias y apariciones en medios de comunicación... pero ahí no acabó su carrera, ni mucho menos. En el Instituto Pasteur, el científico ucraniano, fundador también de disciplinas científicas tan importantes como la gerontología (ciencia de la vejez), se especializó en el estudio del cólera, la tuberculosis y, sobre todo, la sífilis. Sus estudios, realizados en colaboración con el médico, bacteriólogo e inmunólogo francés Pierre Paul Emile Roux, permitieron posteriormente al polaco Paul Ehrlich descubrir un tratamiento eficaz contra la sífilis.
Fruto de todo su trabajo, en 1908 llegó el momento cumbre de la carrera de Méchnikov. Aquel año este ucraniano, que no lo pasó nada bien en su vida, compartió con Paul Ehrlich el premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus importantísimos y transcendentes trabajos sobre la fagocitosis y la inmunidad. Finalmente, el 16 de Julio de 1916, tras sufrir varios infartos de miocardio, Iliá Ilich Méchnikov falleció en París. Lo hizo muy lejos de Járkov, la ciudad que lo vio nacer, y de Odessa, en cuya universidad impartió clases. Hoy estas dos maravillosas ciudades ucranianas están siendo arrasadas por culpa de un tirano. Sirva este artículo como homenaje a este gran científico y a los millones de ucranianos víctimas de esta maldita guerra.
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