Natalia Carbajosa, nacida en El Puerto de Santa María de Cádiz, lleva media vida en la Región gracias a su labor en la UPCT. PABLO SÁNCHEZ DEL VALLE / AGM

«La poesía es un idioma en sí mismo»

Natalia Carbajosa, profesora del área de Lenguas Modernas de la Universidad Politécnica de Cartagena y escritora

Lunes, 25 de mayo 2020, 22:10

Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca y profesora titular de la Universidad Politécnica de Cartagena, donde enseña desde 1999, Natalia Carbajosa (Cádiz, 1971) es autora de libros de poesía y traductora para varias editoriales españolas y mexicanas en el mismo género. Su especialidad es la poesía angloamericana del siglo XX escrita por mujeres. En 2017 fue ganadora del II premio en los 'International Latino Book Awards' en la categoría de libros infantiles bilingües por capítulos, y en 2019 recibió el Premio de Traducción de la Asociación Española de Estudios Angloamericanos (AEDEAN) por su edición bilingüe de la poeta norteamericana Lorine Niedecker.

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–Doctora en Filología Inglesa y escritora de poesía en castellano, usted lo tuvo claro, como reza el dicho: quien ama su trabajo no tendrá que trabajar ni un día de su vida.

–Escribo poesía desde los siete años y siempre lo he asociado a la lectura, puesto que ambas cosas van de la mano. Decidí estudiar Filología porque ya estaba enganchada a ese mundo, y escogí la especialidad de inglés porque me apasionaban los idiomas. Así que, efectivamente, la carrera me permitió pasar el día leyendo sin tener que «poner excusas».

«Debo confesar que me gusta mucho el término 'filóloga' porque se refiere a alguien que está trabajando constantemente con el lenguaje y la literatura»

La poesía, como la lectura, siempre han estado conmigo y siguen siendo parte de mi vida diaria. Lo que mi profesión me ha permitido es ampliar el abanico de posibilidades. Debo confesar que me gusta mucho el término 'filóloga' porque se refiere a alguien que está trabajando constantemente con el lenguaje y la literatura, y esto se puede reflejar en varios ámbitos: enseñando, escribiendo, traduciendo, estudiando... Es un mundo muy extenso en todas sus facetas.

–Como traductora, se ha encargado de acercar al castellano la poesía de numerosas autoras. ¿Cuán complicado es traducir un poema, cómo se consigue que transmita lo mismo que pretende el autor? Al fin y al cabo, la poesía podría ser considerada un idioma en sí mismo.

–La poesía es, en efecto, un idioma en sí mismo, por lo que no se trata de traducir de una lengua a otra sin más, sino que se traduce de «poesía» a «poesía». Es una dificultad añadida al hecho de que, en sí misma, la poesía tampoco es un «género literario» como los otros. De ahí que la traducción de poesía aglutine dos facetas: la faceta más técnica, que requiere de unos conocimientos filológicos precisos, y la intuición poética.

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De alguna forma, es como aspirar a lo imposible: acercar a una lengua aquello que, en teoría, no se puede llegar a traducir. Porque se pueden traducir palabras, pero en el caso de la poesía se trata de traducir una percepción, un ritmo, un conjunto de asociaciones...

Los resultados se demuestran traduciendo y fracasando en parte cada vez, para luego seguir intentándolo, porque lograr la traslación absoluta es, como he dicho, imposible.

–Sus poemas también han sido traducidos a otros idiomas, ¿es raro leerse a sí misma en otro idioma?

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–Es raro porque, cuando no conoces la otra lengua, estás en manos de quien te ha traducido. Pones toda tu confianza en aquello que no entiendes, pero al mismo tiempo, esto es lo propio de la poesía: el dejarte llevar hacia aquello que no entiendes y aproximarte solamente.

–¿Traduce sus propios textos?

–En alguna ocasión, de manera muy puntual, he traducido textos míos al inglés; pero siempre para participar en recitales o eventos similares, y con supervisión de algún colega nativo. Nunca un libro entero.

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–En 2017, se atreve con la literatura infantil y publica 'Las aventuras de Perico Pico', un libro que resultó ganador del segundo premio en su categoría (Best Youth Chapter Fiction Book) en los International Latino Book Awards (California).

–La verdad es que nunca pretendí dar el salto a la literatura infantil, fue algo circunstancial. Cuando mis dos hijas eran pequeñas, como todos los niños, pedían cuentos a diario y un día me pidieron que me inventara uno; se me ocurrió proponerles que entre las tres creáramos un personaje, así que cada noche yo empezaba un cuento y ellas lo acababan. Con el paso de los días, lo que empezó como un juego fue yendo a más y aparecieron historias en las que incluía vivencias mías de niña en Zamora junto con personajes de los cuentos tradicionales como brujas, ogros o hadas. Al tiempo, mi marido me alentó a escribir los cuentos más «resultones».

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La editorial murciana Raspabook se animó a publicarlos y su editor, Juan Rubio, me propuso traducirlos al inglés. Yo misma hice esa traducción inversa con la ayuda de otra amiga y compañera de oficio, Jean Gleeson Kennedy. La ilustradora Teresa Sánchez Vivancos se encargó de ilustrarlo y así nació un proyecto muy bonito y especial que culminó con el premio en Estados Unidos.

–Y no ha sido la única vez que saca tiempo para desarrollar actividades que parecen un poco más alejadas de su trayectoria

–No, en esos mismos años en los que las niñas eran pequeñas, un grupo de padres del colegio Pipiripao de Cartagena fundamos un grupo de teatro; yo adaptaba obras para representarlas primero en este ámbito y luego, junto con otra de las madres, la profesora y actriz Aurora Zaragoza, seguimos actuando un par de años más en librerías como el dúo de cuentacuentos bilingüe 'Dreams & Tales'. En ese periodo tuve la oportunidad de revisar autores como Gianni Rodari, Gloria Fuertes, Roal Dahl y otros muchos, tanto en castellano como en inglés. Fueron años de mucha inspiración de la literatura infantil.

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–Como investigadora, ¿qué proyectos lleva a cabo?

–Mi tesis doctoral versó sobre el teatro de Shakespeare y he publicado ensayos en esa línea. Pero al llegar a la UPCT, una antigua profesora mía de la Universidad de Salamanca, la catedrática Viorica Patea, me invitó a colaborar en proyectos de poesía norteamericana del siglo XX. Es entonces cuando entran en relación mi investigación y mis traducciones.

En este momento formo parte de un proyecto con financiación del Ministerio de Educación en el que participan varias Universidades españolas (la UNED, la Complutense y la de Salamanca). En concreto, vamos a traducir todo el teatro en verso del autor norteamericano T. S. Eliot. Nuestro objetivo es revisar las traducciones existentes en español, en su mayoría de los años 50 del siglo pasado, y volver a publicarlas con estudios introductorios.

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–¿Y usted de qué se ocupa?

–A mí se me ha encargado, entre otras cosas, analizar una versión que hizo Carmen Conde de 'Reunión de familia', y que se estrenó en Madrid en 1957. Ahora mismo estamos todavía en una fase muy preliminar, pero me resulta fascinante entablar esta relación con el texto del autor americano a través de Conde.

Además, recientemente he publicado en la Colección de Estudios Americanos de la Universidad de Valencia, junto con Isabel Castelao-Gómez, profesora de la UNED, el estudio 'Female Beatness: Mujeres, género y poesía en la generación Beat'. Se trata de un tema muy poco conocido en nuestra lengua, por eso decidimos publicarlo en español. Hacemos una semblanza de la época a través de cuatro poetas, analizando tanto sus vidas como su poesía.

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–¿Cómo es investigar en poesía?

–Es extraño, porque el poema se caracteriza por comunicar de un modo imposible de reproducir o parafrasear, realiza una síntesis extrema (de significado, ritmo, sonido y asociaciones) que, si se intenta explicar, pierde toda esa intensidad condensada. Al mismo tiempo, aunque resulte contradictorio, yo agradezco infinitamente las ediciones anotadas de poesía en las que el estudioso consigue aportar claves relevantes para la lectura, bien sean de contexto o de análisis formal, del mismo modo que guardo un recuerdo memorable de aquellos profesores que me abrieron los ojos a estados de lectura e interpretación más profundos que los que yo era capaz de explorar por mí misma. A eso mismo aspiro cuando investigo: poder aportar, desde el sentido más didáctico del término, un poco de luz, si es que el lector la necesita (nunca se debe subestimar su propio criterio y su libertad para acudir, o no, al aparato crítico). Eso sí, el equilibrio entre ser útil o dejarse llevar por el exceso interpretativo es siempre delicado.

–¿Cómo querría terminar?

–Termino con un poema breve de mi libro 'Lugar', publicado en 2019, con el que pretendo transmitir un poco de esperanza en estos tiempos complicados. La poesía tiene estas cosas, se vuelve profética sin pretenderlo al cabo del tiempo, pone palabras a emociones colectivas:

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LUGAR NOCHE

Esto era

y no era

a la orilla de un espejo que

de noche

abandona la soberbia

imitación del mundo

y desde su esquina sin

cartografiar

emite una señal

no perceptible

todavía

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