El Mar Menor, ecosistema modelo del efecto que el cambio climático puede tener sobre las medusas
Existe la creencia de que las proliferaciones de medusas en aguas de todo el mundo está aumentando globalmente y que este aumento podría estar relacionado con el calentamiento global o con actividades relacionadas con la acción humana como pueden ser la pesquerías, la construcción costera o la eutrofización.
En este contexto, el Mar Menor representa una oportunidad única para determinar si estos factores están o no afectando a la aparición masiva de estos animales y si nos dirigimos hacia lo que se ha denominado un 'océano gelatinoso', y al mismo tiempo conocer sus interacciones con otros organismos como el ictioplancton y en última instancia sus efectos sobre la pesca.
Según Alfredo Fernández Alías, investigador FPI de la Fundación Séneca en el grupo Ecología y Ordenación de Ecosistemas Marinos Costeros de la Universidad de Murcia, «hay que tener en cuenta que, aunque generalmente se considera que las aguas del Mar Menor son cálidas (y así lo son durante el verano) existen más de 20ºC de diferencia entre la máxima veraniega y la mínima invernal. Además, la laguna salada alberga importantes pesquerías, como pueden ser la del langostino o la dorada, cuenta con numerosos puertos en su línea de costa y hemos sido testigos de los efectos de la eutrofización sobre sus aguas en los últimos años. Todo esto lo convierte en un ecosistema modelo para analizar el efecto que el cambio climático puede tener sobre las poblaciones de medusas a nivel mundial».
Por otra parte, aunque existen ciertas discrepancias entre los científicos sobre si dichas proliferaciones están o no aumentando, sí que existe consenso acerca de que estas causan interferencias y molestias para los humanos ya sea por picaduras a bañistas, dificultando las actividades pesqueras o incluso bloqueando centrales eléctricas que utilizan sistemas de bombeo de agua marina para su refrigeración. «Creemos que una mayor comprensión del funcionamiento de estos seres permitirá en un futuro anticipar sus proliferaciones y mejorar la gestión local para reducir estas interacciones negativas», dice Fernández Alías.
El investigador se encuentra inmerso en el proyecto 'Dinámica poblacional y papel ecológico de tres especies de la clase Scyphozoa durante un proceso de eutrofización', el cual forma parte de un sistema de monitoreo del Mar Menor que tiene como objetivo mejorar el conocimiento que se posee sobre el funcionamiento de la laguna, así como de su estado ecológico. «La idea es conocer la biología y la dinámica de poblaciones de las especies de medusas y su papel en el control de la red trófica y el estado de la eutrofización. Para ello se desarrolló una red de puntos de muestreo, distribuidos por la laguna del Mar Menor y sus comunicaciones con el Mediterráneo, donde se recaba información in situ de variables físicas, como pueden ser la temperatura y la salinidad, y biológicas, como la abundancia de medusas y concentración de clorofila, además de recoger muestras para análisis químico y biológico a la llegada al laboratorio», indica.
El trabajo es posible gracias a la financiación de la Fundación Séneca, a través de su programa de contratos predoctorales FPI, mientras que el sistema de monitoreo se encuentra financiado a través del Gobierno regional, por medio de la Dirección General del Mar Menor. Asimismo, el grupo también participa en proyectos en las convocatorias del RIS3Mur y en proyectos europeos de las convocatorias Biodiversa o Life.
Resultados destacados
En el marco del sistema de monitoreo, el estudio realizado como parte de la tesis doctoral de Alfredo Fernández pretende determinar qué factor o factores son los que promueven el desarrollo masivo de las especies de medusa que habitan en las aguas del Mar Menor, y el papel que estas desarrollan posteriormente en la regulación de la red trófica lagunar. Es decir, por un lado, se pretende construir un modelo predictivo de la abundancia de medusas en el ecosistema con los parámetros que se recogen en los diversos puntos de muestreo y que facilite la elaboración de metodologías similares que puedan servir de aplicación en otros ecosistemas afectados por las medusas. Por otro lado, se quiere estudiar si estas especies reducen la turbidez de las aguas a través de su consumo de organismos planctónicos como las diatomeas o los copépodos, si existe competencia entre las distintas especies de medusa o de estas con las especies de interés pesquero de la región.
«Actualmente –explica el investigador– contamos con una serie temporal que seguimos reforzando mes a mes gracias al esfuerzo continuado y prolongado en el tiempo. El mayor escollo que se presentará en un futuro posiblemente sea la variabilidad interanual que tradicionalmente muestran las poblaciones. Por poner un ejemplo, el año pasado la medusa huevo frito ('Cotylorhiza tuberculata'), que por cierto no es autóctona del Mar Menor sino que entró al dragar el canal del Estacio para hacerlo navegable, apenas hizo acto de presencia tras unos veranos en los que formaba verdaderos enjambres y poblaciones de más de cuarenta millones de individuos. A priori no existen excesivas diferencias muy importantes entre los años de proliferación masiva y los de ausencia. Pero ahora esperamos poder aumentar la resolución a pequeña, media y gran escala por medio del estudio de un periodo amplio de tiempo con tomas de datos poco espaciadas en el tiempo, de modo que acotemos tanto eventos puntuales como grandes fluctuaciones temporales».
Nivel base
Hasta el momento han conseguido determinar cómo se comportaron las especies en el año 1997, momento que consideran nivel base o pre-eutrofización, donde se apreció en el Mar Menor una separación temporal y espacial que permitió una acción continuada de regulación de la red trófica. Estos resultados les sirven de referencia para estudiar el efecto de los impactos acumulados a lo largo de las últimas dos décadas en las que el Mar Menor ha mostrado episodios intermitentes de ruptura. Aunque el proyecto se desarrolla fundamentalmente por la UMU, eventualmente se realizan colaboraciones con otros grupos como el CNR de Venecia (Italia) y con la Universidad de Klaipeda (Lituania) para el modelado hidrodinámico y de la red trófica, respectivamente.