Carlos Briones: «Antes de 20 años llegaremos los humanos a Marte»

-Y tras escribir '¿Estamos solos?', ¿su conclusión?

-Esa es la pregunta a la que le he dedicado 500 páginas, y la verdad es que no llego a ninguna conclusión [ríe ]. Cada vez tenemos más información, cada vez sabemos más sobre los lugares donde pudo aterrizar la vida; los que consideramos que eran habitables, en sentido amplio, hace tres mil quinientos, cuatro mil millones de años..., algunos de los cuales pueden seguir siendo habitables en la actualidad. Cada vez sabemos más, pero la gran pregunta de si estamos solos todavía no la podemos responder.

-¿A usted qué le gustaría?

-Que haya otras vidas, que no estamos solos. Por una cuestión estadística, con la gran cantidad de planetas que sabemos que hay en el universo -estimamos que hay un número de planetas que sería un uno seguido de veintitrés ceros, ¡imagínese!-, lo más probable es que en algunos lugares se haya producido esa trayectoria de la química a la biología, parecida o distinta a la de la Tierra pero que haya permitido otras vidas. ¿Dónde? No tenemos ni idea; estamos investigando en el Sistema Solar, y también estamos empezando a asomarnos a ese gran número de planetas que hay a nuestro alrededor, fuera del Sistema Solar, de los que hasta ahora se conocen unos cinco mil, aunque el número real es el antes citado. Querría que la respuesta fuera que no estamos solos, pero tenemos que trabajar para demostrarlo.

-¿Qué nos impulsa a buscar otras vidas fuera de la Tierra?

-Eso es una inquietud que hemos tenido los humanos probablemente desde la primera vez que miramos el cielo estrellado. Probablemente, cuando los humanos toman conciencia de serlo, y son capaces de trascender más allá del aquí y el ahora y de procurarse comida y reproducción, empiezan a hacerse grandes preguntas, y viendo las noches estrelladas comenzarían a imaginarse lo que podría haber ahí. Nuestro cerebro es inquieto, se pregunta, investiga, viaja con la imaginación o físicamente en busca de otros horizontes, y esa necesidad de saber nos lleva a preguntarnos si hay otras vidas. Luego, claro, esas inquietudes las retoma la Filosofía, más tarde la Ciencia, y ahora ya tenemos por primera vez en la Historia un desarrollo tecnológico suficiente como para poder preguntarnos realmente si puede haber otras vidas por ahí.

-¿En qué momento estamos en cuanto a avances que nos permitan progresar en el conocimiento del espacio?

-En un momento en el que podemos llegar físicamente a planetas y satélites que están en el Sistema Solar. Y Marte es un poco la joya de la corona en ese sentido; es donde más naves han llegado y donde más están trabajando, ahora mismo, tanto orbitadores, como aterrizadores fijos y róveres, con tecnología muy avanzada y con capacidad de buscar biomarcadores, es decir moléculas relacionadas con la vida; pero también estamos orbitando otros planetas y satélites y en breve volverá a haber misiones a Venus y dos misiones muy importantes al satélite Europa de Júpiter; y en todos esos lugares podemos encontrar evidencias de vida. Ahora lo que hacemos es investigar en esos lugares, por medio de los avances de exploración espacial, e investigar también en la Tierra en sitios que consideramos análogos a los que podría haber allí, caracterizados por una vida en condiciones extremas: desiertos, salinas, ríos con un pH muy ácido como puede ser el de Río Tinto, o las profundidades del mar a mucha presión y temperatura.

Cómo de lejos estamos de poder encontrarlas, eso es imposible de estimar. Siempre se dice que faltan veinte años, pero el tiempo va pasando y los veinte años avanzan con nosotros. Quizá faltan veinte años para las primeras misiones tripuladas a Marte, o quizá menos, porque la iniciativa privada ha espoleado mucho y probablemente vaya más rápida la exploración de lo previsto.

-¿Antes de veinte años pondremos los humanos un pie en Marte?

-Sí, antes de veinte años llegaremos los humanos a Marte. En breve empezaremos a oír hablar de la preparación de misiones tripuladas allí y antes de 20 años se habrá pisado el llamado Planeta Rojo. Y a ello contribuirá el hecho de que además de la competencia entre agencias espaciales, que es lo que ha caracterizado la carrera espacial desde los años 60, ahora la iniciativa privada está espoleando mucho a las propias agencias públicas, al capital público, y esa relación entre lo público y lo privado permitirá, como antes le decía, avanzar de un modo más rápido. Esto se está notando ya con respecto a la futura exploración de la Luna.

-¿Qué opina del turismo espacial para millonarios?

-Me parece una frivolidad. Eso de que el millonario de turno haga con sus amiguitos vuelos orbitales, o suborbitales, tiene mucho impacto mediático. Todos estos millonarios viven de sus empresas, se llamen Virgin Galactic o se llamen Blue Origin, la filial aeroespacial de Amazon. Es una publicidad estupenda y una forma de que esos señores millonarios, por lo general más señores que señoras, de momento, se peguen el gustazo de ver la Tierra desde fuera. Me dan una cierta envidia, pero está claro que es una frivolidad tremenda porque no supone ningún avance tecnológico el hecho de que lo hagan y, por supuesto, cuando empiezas a pensar en la cantidad de problemas que tenemos en el mundo, te dices que esos inmensos gastos se podrían redireccionar mucho mejor.

-¿Y esa idea, que triunfa en la ciencia ficción, de buscar otro hogar para los humanos una vez que sea imposible la vida en la Tierra?

-A mí la ciencia ficción me interesa mucho, pero esta idea, que está ligada con el hecho de terraformar planetas, de hacer por ejemplo de Marte un planeta habitable para la Humanidad de manera que podamos ir para allá, no deja de ser un poco el recurso de la avestruz cuando esconde la cabeza como sino hubiese problemas. Es decir, en lugar de afrontar los problemas que tenemos en nuestro planeta, que son enormes, con una población que pronto llegará a los ocho mil millones de habitantes, y con los retos del cambio climático y demás, nos distraemos diciendo 'bueno, ya nos iremos fuera cuando acabemos con este planeta'. La realidad es que no hay un planeta B para la Humanidad, tenemos que cuidar la Tierra, que es el planeta que nos acoge. Evidentemente, habrá colonias humanas en otros satélites, en la Luna probablemente, y dentro de cien años seguro que hay colonias humanas en Marte, pero se tratará de un grupo de científicos o de mineros o de vaya usted a saber de qué, pero no se tratará de la Humanidad. La Humanidad va a estar en la Tierra siempre, y más nos vale cuidarla y no distraernos.

-¿Somos los reyes de la Creación?

-Pues no, no lo somos, y para los científicos eso está muy claro. Ahora, en esta época de pandemia, hemos visto cómo un organismo diminuto, mucho más pequeño que una bacteria, ha estado a punto de darnos un susto todavía más grande del que nos ha dado; si no se hubieran podido desarrollar tan rápido las vacunas, una buena parte de la Humanidad habría muerto. Nosotros somos un organismo más en el árbol de la vida, somos un fruto que cuelga al final de una rama de ese árbol, y no somos en absoluto la cima de la pirámide evolutiva. No existe tal concepto, no hay una pirámide evolutiva; y esas visiones anticuadas, ligadas al creacionismo y al convencimiento de que el resto de las especies están aquí para nosotros, para satisfacer los deseos y las necesidades de los humanos, son totalmente falsas. Dan una imagen totalmente sesgada y nos hacen, en definitiva, no cuidar el medio ambiente y a las demás especies. Cuando antes desterremos esa idea de que somos, o la pirámide de la evolución o los reyes de la Creación, mucho mejor.

-¿Cómo nos está afectando la experiencia de la pandemia?

-Para mal está claro en qué nos ha afectado: la gran cantidad de muertes, de sufrimiento y de dolor, con muchas familias destrozadas y muchos puestos de trabajo y oportunidades perdidos. Países que vivían del turismo lo están pasando muy mal; el nuestro también vive en parte del turismo, y si no fuese por las ayudas europeas habría que ver dónde estábamos. Y si tengo que señalar algo positivo, resaltaría la inmensa colaboración que se ha producido entre científicos de todos los países para intentar trabajar juntos en contra de este virus, intercambiando por ejemplo datos de sus genes, lo que ha permitido desarrollar vacunas tan eficientes como las que tenemos ahora y hacer un seguimiento de cómo evolucionan las diferentes cepas. El avance de la ciencia nos ha permitido combatir este virus, y seguimos en ello. La pandemia nos ha puesto a trabajar juntos, y creo que también ha servido para que la opinión pública, en general, aprecie y valore el papel de la ciencia y de los científicos y las científicas, de las personas que estamos dedicando toda nuestra vida a conocer mejor la naturaleza, algo fundamental.

-¿Cómo encara el futuro?

-Nuestro futuro lo encaro con bastante preocupación, sobre todo por la crisis derivada del cambio climático, que para mí es el principal reto al que se enfrenta la Humanidad. La pandemia a corto plazo es un reto muy importante, pero vamos a salir de esta. Ya lo estamos haciendo poco a poco, si bien necesariamente hay que vacunar a toda África, porque sino los países del Tercer Mundo van a seguir siendo un laboratorio de nuevas variantes del virus. Pero el cambio climático es un reto de mucho mayor envergadura contra el que no se están tomando las medidas que deberían adoptarse, ni se está trabajando conjuntamente; eso es realmente muy preocupante.

-¿Qué encuentra en la poesía que no halla en la ciencia?

-La poesía me aporta esa capacidad de emoción tan importante relacionada con la subjetividad. Tengo mi corazoncito y mi cerebro repartido entre las ciencias y las humanidades. Yo no quería ser de ciencias o de letras, quería ser de ciencias y de letras.

Tendríamos que avanzar hacia lo que muchos llamamos la tercera cultura: la integración de las ciencias y las humanidades. Yo lo intento hacer en mis charlas y mis libros. He escrito libros de poesía y también de ensayo científico, y he estudiado muchos años música y me apasionan los museos y el arte. Tengo la suerte de tener buenos amigos en el ámbito de la ciencia y también de la poesía y de la música, y muchos de ellos no se interesan por lo demás. Me da mucha pena que a un escritor no le interese nada la Química y no sepa quién fue [Antoine-Laurent de] Lavoisier, por lo mismo que me indigna que un colega científico no sepa quién fue Lord Byron. Mi biblioteca tiene por igual libros de ciencias y de letras.

-¿Qué nos recomienda que no hagamos?

-No podemos dilapidar nuestra energía en mantenernos enfadados, indignados... Recomiendo cuidar a los amigos, la familia y la gente con la que nos relacionamos; y leer, viajar con la imaginación y, en cuanto podamos, ver mundo. A ser posible viajando con unas zapatillas y una mochila.