El tesoro pictórico del Valle de Ricote

El matrimonio fue poco duradero ya que en 1882 doña Isabel enviudó heredando por ello un notable patrimonio de su difunto esposo. A pesar de casarse en segundas nupcias con un paisano de Villanueva (del cual enviudó a los cuatro años del desposorio en 1886), gracias a su primer matrimonio, su situación social fue inmejorable toda su vida, llegando a ser amiga íntima de la reina regente doña María Cristina (1858-1929). Así, de su primer matrimonio hemos de destacar la maravillosa colección pictórica que fue a parar a Villanueva del Río Segura.

Doña Isabel nunca dejó de pensar en su pueblo, de ayudar a propios y extraños mediante obras pías, donaciones, costeo de estudios o posicionamiento social y/o laboral. Sea como fuere, en los testamentos de doña Isabel queda reflejado su voluntad de favorecer a Villanueva del Río Segura con la creación de una institución benéfica. Fue así que, tras la aprobación en 1916, esta institución Fundación Santa Isabel (tal vez debiera haber llevado el nombre de la benefactora) actuó como una verdadera «seguridad social», asistiendo a los más desfavorecidos: enfermos, discapacitados, viudas, pobres..., desarrollando con normalidad su actividad desde 1917 hasta 1924. Tras esta fecha, empezamos a encontrar problemas financieros no siempre bien resueltos.

Motivado por los altercados de la república y la guerra civil, donde numerosos elementos patrimoniales documentales, artísticos y arquitectónicos fueron aniquilados, con fecha del 24 de mayo de 1938 fueron inventariados los bienes pictóricos por la Delegación de Gobierno, datando un total de 51 obras, de entre las cuales 6 eran grabados, 4 estaban realizadas al pastel, y el resto, 41 obras, eran óleos. La asombrosa colección reunía dos composiciones de Juan Valdés Leal (1622-1690), un «San Juan Bautista» y un «San Juan Evangelista»; un Jacopo Comin, más conocido como Tintoretto (1518-1594) con la obra 'El sepulcro'; un Federico de Madrazo y Kuntz (1815-1894) retratando al propio don José Pizarro, así como un Francisco Díaz y Carreño (1836-1903), discípulo de Madrazo, retratando a doña Isabel; un Alonso Cano (1601-1667), con el cuadro 'Niño dormido'; un Lucas Giordano o Lucas Jordán (1634-1705) con la obra 'La Ascensión de la Virgen'; un José de Ribera (1591-1652) citado en el inventario con la obra de una santa que no se especifica; además de dos Ricardo Balaca (1844-1880), entre otros.

También el inventario cita otras obras atribuidas a nombres como el de Julio Romano, esto es, Giulio Romano (1499-1546) con la obra 'Un ángel'; Vicente Carducho, es decir, Vincenzo Carduccio o Carducci (1576 o 1578-1638), con el óleo titulada 'San Bruno'; Francisco de Zurbarán (1598-1664) con 'La custodia sostenida por dos ángeles'; Francisco Meneses Osorio con un 'San José', entre los títulos más relevantes.

Ya para el año 1944, tales obras fueron depositadas temporalmente en el Museo de Bellas Artes de Murcia, hecho que ya marcaba el sendero de una «crónica de una muerte anunciada» dado que poco tiempo después gran parte de la colección sería sometida a una tasación pericial por parte del pintor y director del Museo, Pedro Sánchez Picazo. A lo que parecía una valoración de los cuadros, sui generis, se unió el documento de enajenación de las obras a petición de la junta patronal de la Fundación..., así, obras de un valor incalculable aparecían inventariadas de la siguiente manera: la 'Santa Inés', 6.000 pesetas; la pareja de cuadros de Valdés Leal, los dos juntos, 6.000 pesetas; el 'San Francisco de Asís' de Zurbarán, 8.000 pesetas; el Federico de Madrazo en el que aparece don José Pizarro,1.500 pesetas; sin olvidar otras soberanas tasaciones que no tienen desperdicio como la 'Venus dormida', cuadro francés del siglo XVIII por 250 pesetas, o 'Un ángel', atribuido a Carducho aunque aparece especificado en este inventario de 1944, por otras 250 pesetas...

Dicho todo esto, hasta que la Casa-Palacete de doña Isabel, lugar del antiguo Hospital-Asilo, no sea declarada Bien de Interés Cultural Material por la Región de Murcia, a Villanueva no le queda más que lamentarse por una gestión patronal histórica discutible. El objetivo no es otro que el poder establecer ahí el futuro Museo de Doña Isabel María Baltasara López y López para que pueda albergar las 20 obras pictóricas que permanecen todavía en poder del Patronato, ya que el resto fue vendido en la posguerra, y, por qué no, poder luchar desde esa institución por un patrimonio abismal, que nunca debiera haber sido enajenado: objetos personales, tierras, viviendas y, una hermosa colección pictórica sesgada, de la que se siente orgullosa, todavía, Villanueva del Río Segura y es al día de hoy, el mayor tesoro pictórico de la Región de Murcia.