Unas virutas de madera sobre la mesa de trabajo del guitarrero Ángel Gómez de Guillén, en la pedanía murciana de Cabezo de Torres. MARTÍNEZ BUESO

En las fábricas de la tradición

El oficio de guitarrero resurge en la Región con una nueva ola de jóvenes artesanos dedicados a la construcción de instrumentos

Martes, 26 de mayo 2020, 16:09

Moldear un instrumento, dar forma a cada una de sus piezas, ensamblarlas, y empeñar en ellas un tiempo que no conoce de relojes requiere, apunta ... el artesano guitarrero Ángel Gómez de Guillén (Murcia, 1983), «vocación». A este oficio, el de constructor de instrumentos musicales, mantiene, se llega por «pasión» y «amor» a una profesión que, arraigada en la tradición, llevaba años en decadencia en la Región por la falta de maestros artesanos, aunque hoy empieza a repuntar.

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Ejemplo de ello son los talleres de Gómez de Guillén, en la pedanía murciana de Cabezo de Torres; Pascual Ayala, en Lorca; y Ginés Martínez, en Los Alcázares. Con edades comprendidas entre los 28 y los 43 años representan a una nueva «ola» de jóvenes artesanos dedicados a la fabricación de instrumentos de cuerda, especialmente guitarras; aunque también dan forma a otro tipo de cordófonos, como guitarros y zaramangüeles, estos últimos característicos de Lorca.

El empuje reciente de la música popular y de raíz, con la aparición de nuevos grupos y cuadrillas, es parte de la razón por la que, apunta el músico e investigador costumbrista de la Región Tomás García, el oficio de guitarrero se encuentra resurgiendo. Recuerda García que «ya en los siglos XVII y XVIII había artesanos», y que se trata de una profesión «muy arraigada en nuestra tierra» que decayó en los 70. Entonces, explica, «no hubo relevo generacional, desaparecieron casi todas las cuadrillas de la Región y la música popular quedó prácticamente olvidada». Con la llegada del siglo XXI el escenario cambia; entonces, matiza el músico, sí se produce «un fuerte relevo de gente joven», situando a la Región de Murcia en «un momento bastante interesante».

«Tener una buena formación es importante, pero también se requiere trabajo»

De ello da cuenta Gómez de Guillén. El oficio de artesano, señala, «sufre desde hace décadas un varapalo brutal y emprender un proyecto en cualquiera de sus disciplinas es un acto de heroicidad», pero, pese a ello, reconoce que el interés por recuperar instrumentos antiguos, sobre todo, en torno a la música popular está, «afortunadamente», creciendo. Él está especializado en guitarra española y clásica, aunque por sus manos también han pasado otros instrumentos. Cuando empezó en este oficio, hace cuatro años, «en Murcia no había nadie que se ofreciera a formar» a nuevos constructores, y se marchó a Granada, donde, dice, «hay una gran tradición guitarrera». A pesar, llama la atención, «de que España es el país padre de la guitarra española, la formación en cuanto a la construcción del instrumento no está reglada, y el modo de aprender es acudir a los talleres de otros constructores», y probar, «hacer –matiza– muchas guitarras». «Tener una buena formación es importante, pero también se requiere trabajo, conocer cómo funcionan las maderas, saber ensamblarlas», y dominar, considera, «la física del sonido».

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«La mayoría valora la artesanía y el trabajo que conlleva, aunque también encuentras gente que no lo hace»

En su taller conviven guitarras de nuevo cuño, con reparaciones de otras en cuyas maderas ya se acumula bagaje. Ninguna es igual. Es lo que caracteriza a la producción artesana de la industrial, y lo que convierte a cada pieza en una obra de arte en la que cohabitan una amplia variedad de maderas, desde el palo santo de Río, ahora poco utilizado por su especial protección y elevado coste, y reemplazado por el palo santo de India, explica Gómez de Guillén; al pino abeto europeo o el cedro canadiense, empleado para las tapas; y el pau ferro, el ébano o el ciprés para los fondos y aros.

Las maderas las elige el cliente, aunque son los maestros artesanos quienes le asesoran.

Siete años de oficio. Ángel Gómez de Guillén posa junto con una de las guitarras que elabora en su taller de Cabezo de Torres, en Murcia. martínez bueso

Ángel Gómez de Guillén, guitarrero: «Es un trabajo complicado pero muy bello»

Desde que era un niño, Ángel Gómez de Guillén (Murcia, 1983), ha tenido a mano una guitarra. Le gustaba, recuerda, la música clásica y la música folk de los 60 y 70. Desde hace cuatro años las construye en su taller, en la pedanía murciana de Cabezo de Torres. Formado junto a maestros artesanos como Juan Carlos Busquiel, Stephen Hill, Óscar Muñoz y Paco Chorobo, está especializado en guitarra española y clásica. Para él, el oficio requiere «vocación» y conocimiento del sonido. Es, dice, «un trabajo complicado, pero muy bello». Sus creaciones, tanto instrumentos de nuevo cuño como reparaciones, se pueden consultar en la web www.gomezdeguillen.com

En Granada

El oficio de guitarrero también fascinó hace unos años a Ginés Martínez. En concreto, hace siete, cuando estudiando Musicología en Granada entró en contacto con algunos maestros artesanos. Ya de niño, reconoce, disfrutaba descubriendo la «cantidad de instrumentos que existían, sus formas, sus colores, sus maderas...», pero fue su estancia en la provincia andaluza la que le hizo decidirse por esta profesión. Hasta entonces, confiesa, desconocía, el oficio, pero poco después se «enamoró» de él. Martínez lleva siete años dedicado a la fabricación de instrumentos de cuerda, fundamentalmente guitarras, bajo el nombre Vael de Ginés. Su taller se ubica en Los Alcázares, y en él, además, de fabricar nuevas piezas, repara y reconstruye instrumentos, la mayor parte de ellos estrechamente vinculados a la música de cuadrillas, entre los que destaca Martínez un guitarro tenor de 1863 del constructor murciano José Calvo Alcañiz, reparado por él y del que más tarde hizo una reconstrucción.

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«Mi tatarabuelo y mi bisabuelo abastecían a todas las cuadrillas de la zona de Lorca, Almería... Me dije: 'Por qué no voy a probar'»

Cuenta Martínez que, con el paso de los años, muchos de los instrumentos tradicionales de la música popular en la Región «se han ido perdiendo porque no había gente que los tocara ni constructores para fabricarlos».

El interés por parte de los músicos de rescatar las melodías de estas 'cajas' de cuerda musicales, y también el de los constructores, es, señala Martínez, lo que está revitalizando «la esencia del sonido murciano». Ello también contribuye a que el oficio «se rejuvenezca». «Durante la anterior crisis –sostiene el 'luthier' alcazareño– hubo mucha gente que comenzó a fabricar sus propios instrumentos y ello generó también un mayor interés por la profesión».

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Reconoce que es un mundo complicado en el que «no te haces de oro, pero no me arrepiento». Él afronta cada encargo con «ilusión», dando siempre la opción al cliente para que elija el acabado del instrumento. «La mayoría valora la artesanía y el trabajo que conlleva, aunque también –revela– te encuentras con gente que no lo hace». Para hacer una guitarra, detalla Martínez, «necesitas dos meses, algo más si empleas barnices tradicionales».

Guitarros. El 'luthier' murciano Ginés Martínez, con una de sus creaciones, en su taller. martínez bueso

Ginés Martínez, 'luthier': «Me encanta restaurar piezas antiguas»

Apenas cuenta con 28 años y lleva siete dedicado a la construcción de instrumentos musicales, fundamentalmente guitarras, aunque también ha dado forma a violines, mandolinas y laúdes. Ginés Martínez descubrió la profesión en Granada mientras estudiaba Musicología. El contacto con otros maestros guitarreros le llevó a aprender el oficio de manos de Jesús Reolid, José Catoira, la escuela Chacón, en Málaga, donde se instruyó en la construcción de violines; y el murciano Ginés Marín. En su taller, ubicado en Los Alcázares, también repara y reconstruye instrumentos antiguos utilizados por las cuadrillas de la Región, algo que le «encanta».

'Hobby'

Pascual Ayala, también constructor artesano, contabiliza el tiempo de fabricación de sus guitarras por horas: «Más de noventa», expresa. Dedicado a la carpintería, se inició en el oficio como 'hobby' y siguiendo la huella de sus antepasados. Su tatarabuelo y su bisabuelo, cuenta, eran maestros constructores en Lorca, conocidos como los Manzanera (José y Luis, respectivamente). La tradición familiar se perdió con ellos hasta que Ayala se decidió a recuperarla. Trabaja desde casa. Allí ha ubicado su taller. Es, afirma, «autodidacta».

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«Mi tatarabuelo y mi bisabuelo abastecían a todas las cuadrillas de la zona de Lorca, Almería, Vélez-Rubio, Murcia..., por todos sitios había instrumentos de ellos. Me dije: 'Por qué no voy a probar a hacer yo una guitarra'». La primera que construyó fue para su hijo hace tres años. El chaval, que hoy tiene 16, toca en una cuadrilla. Su padre solo entona algunas notas para probar sus creaciones. «No soy músico, no sé tocar», pero conoce bien la madera, argumenta. El oficio de carpintero que durante años ha desarrollado es la base sobre la que, inicialmente, apoyó su trabajo.

Tardó meses, cuenta, en hacer su primera guitarra, a ratos muertos los fines de semana. Una vez terminada le pidió a un amigo que la probara, «un compañero de la cuadrilla de auroros de Lorca, Nicolás Galiano», define. «Él fue quien empezó a buscar a otros amigos que tenían instrumentos de mis antepasados», de los que fue extrayendo información para después reproducirlos.

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Ayala está especializado en guitarros tenores, instrumento perteneciente a la familia de la guitarra y de menor tamaño típico del sureste, pero también elabora guitarras, guitarra mayor y zaramangüeles: «Me considero guitarrero», precisa al explicar que el 'luthier' es el artesano que «construye varios tipos de instrumentos», mientras que al maestro «dedicado en exclusiva a la familia de la guitarra se le denomina guitarrero». Un día le regalaron una bandurria de su bisabuelo. Comenzó a estudiarla, dice, y a partir de ahí recreó el instrumento. Las maderas que utiliza, cuenta, no son las «autóctonas» que antaño empleaban sus antepasados porque la mayoría de clientes prefieren otras procedentes de otras zonas. Él trabaja con abeto alemán, pau ferro, ciprés, nogal, palo santo... materiales «todos de primera calidad» que llegan a su taller desde Valencia.

El proceso de elaboración tanto de guitarras como de guitarros, explica este constructor de cultura lorquino, «es más o menos el mismo. Se empieza por el mástil o mango, luego se le da forma a la tapa armónica, y acto seguido se procede a incrustar la roseta. Una vez terminado todo esto, se ensambla y se doman los aros», detalla a grandes rasgos.

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A su taller quienes acuden son, en mayoría, músicos de cuadrillas de la zona, aunque también tiene encargos fuera de la Región; los últimos, una guitarra que enviará a Palma de Mallorca, y un guitarro que «vendrán a recoger desde Madrid cuando acabe el confinamiento». Sus clientes, apunta, buscan artesanía e instrumentos concretos: «Los guitarros –pone por ejemplo– no están en cualquier tienda». En su caso, ha constatado igualmente un incremento en el interés por este tipo de instrumentos musicales. Afirma que «hay varios tipos de 'luthieres' y guitarreros, y cada uno construye aquellas piezas características de su tierra o región». Las suyas, confirma, «están gustando», y de ahí que haya experimentado un mayor número de encargos alentados, dice, «por el boca a boca».

'Mariana'

«Fui uno de los primeros constructores en rescatar instrumentos históricos de esta zona, como los guitarros. Vi que era posible, y eso me animó a seguir», añade Ayala, en cuya página de Facebook cuelga vídeos de músicos amigos probando sus instrumentos. Y en concreto, una reproducción de una guitarra de 1870 a la que ha puesto como nombre 'Mariana', y un guitarro tenor de 1874 elaborados ambos por su tatarabuelo José Manzanera.

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Para Gómez de Guillén, es «reconfortante saber que hay una nueva ola de jóvenes constructores. En la Región no somos muchos, apenas una decena, pero están surgiendo nuevos y muy buenos», apunta el guitarrero, para quien constituir entre todos una asociación sería una gran paso. «Nos daría visibilidad».

Tradición familiar. El artesano lorquino Pascual Ayala prueba uno de los guitarros que construye siguiendo el legado de sus antepasados. Jaime insa

Pascual Ayala, guitarrero: «Quise ver hasta dónde podía llegar»

Perteneciente a una familia de maestros constructores -su tatarabuelo y bisabuelo, José Manzanera Cánovas y Luis Manzanera Chuecos, cultivaban el oficio a finales del XIX y la primera mitad del XX- Pascual Ayala (Lorca, 1976) se interesó por la profesión hace tres años. Antes había ejercido como carpintero: «Quise ver hasta dónde podía llegar», responde. Especializado en guitarros tenores, Ayala es autodidacta y fabrica sus instrumentos siguiendo las líneas marcadas por sus antepasados. Ya ha logrado reconstruir varios de ellos, que vende a las cuadrillas de la zona. «Para mí -reconoce- esto no es un trabajo, lo considero un disfrute».

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