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Reunión de artistas

Historia de una amistad. Una exposición del Centro Arnold Schoenberg en Viena permite conocer cómo su obra influyó de forma decisiva en Kandinski

ITXASO ELORDUY

Lunes, 19 de abril 2021, 20:42

El Centro Arnold Schoenberg, establecido en 1998 en Viena, es un depósito único del legado de uno de los mejores compositores del siglo XX y ... desde luego el más polémico. Reabierto el pasado 7 de febrero, presenta hasta el 18 de mayo la exposición 'Dentro de la naturaleza con Schoenberg'. «El arte en su estado más primitivo es una simple imitación de la naturaleza. En su estado más culto, sin embargo, el arte se ocupa exclusivamente de la reproducción de la naturaleza interior», decía el autor de 'Noche transfigurada'.

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Denostado en su tiempo por muchos, promotor de una rama de los que los nazis llamaron 'arte degenerado', el creador de la composición atonal vivió una fructífera amistad con el padre de la abstracción, Vassily Kandinski, al que ayudó con su música a dar el paso definitivo hacia la pintura abstracta.

Por eso tiene un interés especial la exposición que el Centro cultural Arnold Schoenberg ofrece sobre la vida y obra de este teórico de la música, pintor, profesor, inventor y pionero del modernismo musical clásico. Una galería de sus pinturas, la réplica de su estudio de Los Ángeles, una biblioteca que recoge temas relacionados con la Escuela de Viena, así como conciertos, conferencias, talleres y simposios que contribuyen a ofrecer una experiencia integral para conocer mejor sus aportaciones a la música y las artes. También se encuentra una reproducción de la casa de Mödling donde el músico vivió entre 1918 y 1925 y desarrolló el método de composición con doce tonos. La colección comprende más de 20.000 páginas manuscritas, 3.500 fotografías históricas, documentos personales, diarios, programas de conciertos, su biblioteca personal, recuerdos e instrumentos.

Kandinski sufrió un shock cuando escuchó las primeras obras de Schoenberg en los márgenes de la tonalidad

Como cámara de resonancia del alma, la naturaleza es capaz de evocar aspiraciones y sueños, así como delirios y engaños. Para el artista, la naturaleza simboliza los movimientos emocionales más extremos: encarna el amor, la esperanza y la alegría en la misma medida que el miedo, la tristeza y el dolor. «La música de Arnold Schoenberg, como espejo de una humanidad profunda, da testimonio de una manera de experimentar la naturaleza, cuyo simbolismo todavía está fuertemente influenciado por el romanticismo alemán», explica la comisaria de la muestra, Therese Muxeneder.

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En su juventud reconoció que era capaz de «empatizar con las interpretaciones románticas de la naturaleza», aunque la misión del artista debía trascender esta simple empatía. «La naturaleza abre una variedad de espacios que él utiliza para explorar nuevos medios de expresión compositiva». Manuscritos musicales, pinturas y dibujos, cartas, diarios, calendarios y fotografías conectan no solo con la percepción de la naturaleza en el mundo artístico e intelectual de Schoenberg, sino también con su naturaleza interior. ¿Cómo suena la naturaleza en la mente del compositor? «A través de partituras animadas digitalmente y realizando un seguimiento sincronizado de imagen y sonido, se intenta desvelar este misterio», corrobora Muxeneder.

Una fértil amistad

En 1908 Schoenberg empieza a escribir obras al margen de la tonalidad, y Kandinski sufre un shock al escuchar esa nueva música. Se dirige a él para sincerarse, sin conocerlo previamente: «Usted con su música ha hecho un progreso que yo no sabía cómo hacer y he descubierto cómo pintar abstracto», dirá. «El pintor soviético empieza a reproducir las emociones que siente, entre ellas, las que recibe del público, por eso muchas de sus obras tienen nombres musicales, 'Composición VII', 'Composición VIII', 'Improvisación', 'Impresión III' (Concierto)...», mantiene Christian Meyer, fundador y director, durante más de treinta años, del centro.

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«Lo más importante en esa relación, que se extiende durante cuatro años, es que la música de Schoenberg dirige a Kandinski a encontrar la abstracción y una interesante correspondencia da cuenta de ello. El lienzo son las cuerdas para Kandinski, que quiere remover el alma de los espectadores con su pintura, como sucede cuando Schoenberg hace vibrar las cuerdas de un instrumento». Es mucho más que ver un cuadro en sí mismo. Kandinski pintó obras muy grandes que no se podían ver por completo de una sola vez, al igual que la música expresionista, un arte que precisa tiempo para su comprensión.

Sede del Centro Schoenberg en la capital austríaca. Uno de los cuadros del Centro Schoenberg. A. S. Center

«Decían que se había vuelto loco porque pintaba cosas que no existían». En Kandinski hay partes alegres y otras oscuras y todo está unido a las emociones. Igual sucede en la música, por ejemplo, en las bandas sonoras de las películas. «Por eso la pintura abstracta tiene nuevas funciones, la más importante de ellas es transportar las emociones. Kandinski cree que, como seres intensos que somos, deseamos provocar emociones fuertes y en su libro 'En lo espiritual en el arte', da cuenta de ello», añade Meyer. Schoenberg y Kandinski fueron amigos y formaron parte del Jinete azul, el grupo expresionista que defiende que cada persona posee una vivencia o experiencia interna y externa que se dan la mano gracias al arte.

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«En Alemania existía un líder, un führer, y el sistema atonal llegó para democratizar la música», sostiene Christian Meyer, fundador y director de la institución durante los últimos 30 años

El Schoenberg autodidacta se acerca a nuestro entorno cultural debido a su fértil amistad con el padre del arte abstracto, Vassily Kandinski, que hasta el próximo mes de mayo ocupa las salas del Museo Guggenheim de Bilbao, en una de las mayores retrospectivas organizadas hasta el momento sobre el maestro expresionista ruso.

Música vs pintura

Christian Meyer rememora la estancia del músico en Barcelona. «El Centro Schoenberg ha organizado más de cien exposiciones sobre la relación entre el músico y Kandinski, alrededor del mundo. Una de ellas en la Pedrera, de Gaudí, dio buena cuenta de esta etapa. Celebramos otra inolvidable, 'Analogías musicales', en colaboración con el museo Thyssen Bornemisza, en Madrid». Se han presentado otras muestras en el Centre Pompidou, el Museé d'Orsay, el Moma de Nueva York o la National Gallery de Londres».

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Expresionismo

La composición musical tiene que tender a la concentración del aforismo, en palabras de Kandinski: «La música logra lo que la pintura anda buscando», decía. Christian Meyer recuerda que en Alemania y Austria hubo un importante movimiento de música romántica, sobre todo con Wagner, Bruckner y Mahler. Del Romanticismo se evolucionó al Expresionismo y lo mismo sucedió con los pintores que hacían paisajes románticos, escenas románticas de la gente en el campo, como Caspar David Friedrich, a los que sucedieron los expresionistas Kirchner y Kandinski.

Igualdad de notas

«En la pintura expresionista se expresan emociones cuatro o cinco veces más fuertes y en una orquesta sinfónica expresionista se toca el piano con una intensidad diez veces superior, estos son los nuevos colores en la música», analiza Meyer. Schoenberg democratizó la música, eliminando la nota tónica y proponiendo la igualdad de todas las notas comprendidas en una octava. La tónica deja de definir la tonalidad en torno a la cual se ordenan el resto de los sonidos.

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Schoenberg deja un legado de cartas visionarias, en las que vaticina lo que será la persecución de los judíos por los nazis. «¿Qué se podrá hacer cuando todos esos judíos no puedan vivir en Europa?», se pregunta. «¿Cómo salvar a veinte millones de judíos?» Él mismo huyó a Boston y más tarde a Los Ángeles, después de su estancia en Barcelona. «En Alemania existía un líder, un führer, y el sistema atonal llegó para democratizar la música. Cuando tienes un sistema tonal hay dos reyes, pero cuando utilizas el sistema atonal no hay reyes, todos los tonos tienen el mismo valor. Schoenberg democratizó la música y rechazó las imposiciones dictatoriales», refleja Meyer. «Ellos, Schoenberg y Kandinski, realizaron una importante democratización artística, son dos artistas visionarios».

'Novecento' vienés

«Viena vivió su particular 'novecento', su apogeo cultural hasta 1918, año en el que fallecieron Egon Schiele y Gustav Klimt. Cada década tuvo una ciudad relevante a nivel mundial y Viena protagonizó la primera década del siglo XX», explica el fundador del centro que protege el legado Schoenberg. Culturalmente hablando, Viena fue la meca de las artes y la ciencia, durante la primera década del pasado siglo, tiempo en el que desarrolló su pasión musical el creador de la música dodecafónica, Arnold Schoenberg. Una época fascinante en la que las artes, la música, el baile, la pintura, el cine, la medicina, la ciencia o la literatura disfrutaban de un gran esplendor y abundaban los premios Nobel en la ciudad. El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, el compositor Gustav Mahler, el pintor Gustav Klimt, el dramaturgo Arthur Schnitzler, el Nobel de Literatura Elias Canetti y el propio Arnold Schoenberg pertenecían al lobby judío que movía los hilos culturales de la capital austríaca.

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